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Patrimonio musical chileno:

Reconstituyen la obra sinfónica de Juan Casanova Vicuña

lunes, 25 de febrero de 2019

Iñigo Díaz
Cultura
El Mercurio

Su nieto, el pianista, compositor y académico Fran Suárez, realizó una investigación que finaliza con un libro de partituras y un sitio web donde se distribuye este catálogo.



Lo que hoy se conoce como disco duro externo, moderno y portátil dispositivo tecnológico de alta capacidad, un siglo atrás era la función que cumplía el baúl para viajes transatlánticos. En uno de esos muebles enormes, Fran Suárez Casanova descubrió un día el legado de Juan Casanova Vicuña, su abuelo músico, muerto en 1976 a los 81 años.

Gran parte de la obra del compositor y director de orquesta, que se creía extraviada, y de la que mayormente se conoce "El huaso y el indio" (1941), se encontraba allí. Suárez había iniciado las búsquedas de las partituras por cielo, mar y tierra, como suele ocurrir en estos proyectos de arqueología musical, rastreando en archivos de universidades, catálogos y programas de conciertos. Diez años después, esa investigación está reunida en un libro que viene a consolidar el trabajo de este compositor chileno de comienzos del siglo XX.

Publicado por la editorial Imaginario, "Juan Casanova Vicuña. Obras sinfónicas" contó con apoyo del Ministerio de las Culturas. El nieto estima que se trata de una edición completa de sus trabajos en este campo. "Hasta que no se produzca un hallazgo, estamos hablando de la totalidad de su obra sinfónica", señala Suárez, quien además es pianista de jazz, compositor y académico (ver recuadro).

En el desglose del material, que incluye una biografía de Casanova Vicuña, se exponen partituras de 16 obras, agrupadas en siete estampas chilenas para orquesta sinfónica, además de otras seis que forman una suite, extraídas de su ópera de los años 40 "Érase un rey", y tres poemas sinfónicos de mayor envergadura.

"Entre los hallazgos destaco el último poema sinfónico, de 1948, 'Tengo alegre la tristeza y triste el vino', que cuenta con una introducción muy sombría y agria, para luego pasar a temas de tonada y cueca elaborados también con unas disonancias muy destacables. Tengo entendido que se tocó solo una vez", dice Suárez. Sobresalen también tres de las estampas chilenas que estaban perdidas, nunca publicadas, y que fueron escritas en los años 30: "Don Segua", "Y comenzó la fiesta" y "Arando".

Ese interés por la música chilena -dice Suárez- fue factor importante en la sugestiva desaparición de su figura y la relativa invisibilización de su obra, más allá de "El huaso y el indio". "Junto con compositores como Soro y Allende, mi abuelo también sufrió la reforma del conservatorio y el nuevo orden, donde ellos no encajaban con esas ideas. Tenían otra formación y otro enfoque, distinto al que se iría a imponer del compositor ciento por ciento académico. Mi abuelo era también pintor, viajero, un hombre de mundo, le interesaba la música popular. Si bien estaba viviendo las vanguardias del siglo XX, recogía el espíritu del siglo XIX. Y eso no estaba en sintonía con las ideas de Domingo Santa Cruz (compositor que impulsó las reformas)", dice Suárez.

Desde ahora las partituras tienen libre uso, y su gestión se realiza en el sitio web JuanCasanovaVicuña.com.

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