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Un recorrido por el barrio mexicano de Alfonso Cuarón

domingo, 13 de enero de 2019


Reportaje
El Mercurio

La celebrada obra de Alfonso Cuarón se filmó en tantas locaciones exteriores como fue posible, y por eso Roma , la película, es un buen mapa de Roma, el barrio de Ciudad de México, donde el director creció, y al que vuelve ahora para ver qué tanto ha cambiado. O no.



Hay un personaje clave en la película Roma que no está en los créditos y que aparece en pantalla tan solo durante un momento. Sobre todo lo escuchamos, pero no lo vemos. Sin embargo, deja una profunda huella emocional en la película.

Se trata de un vendedor de camotes, o batata, un personaje antiguo en la populosa comunidad de vendedores ambulantes de Ciudad de México. De él, tan solo escuchamos su llamado distintivo en varias ocasiones a lo largo de la película: un silbato de vapor que emite un pitido agudo que se desvanece, poco a poco, en tono y volumen. Es quizá uno de los sonidos más tristes que haya escuchado; evoca el anhelo y la pena, las oportunidades desaprovechadas, el amor perdido.

"Súper melancólico", dijo Alfonso Cuarón, quien escribió y dirigió esta película. "Siempre hay un sentimiento de soledad que acompaña a ese silbido".

Cuarón, de 57 años, estaba conmigo en una camioneta atorada en el tráfico de Ciudad de México una mañana, hace poco. El director, quien ahora vive en Londres, había vuelto a la capital mexicana para un breve viaje promocional de su filme, un favorito para los premios Oscar y se tomó una hora para hablar de Roma y mostrarme la colonia donde creció, también llamada la Roma.

En la película, el vendedor de camotes tiene compañía: el recolector de basura que toca la campana, el afilador que toca una flauta, el vendedor de miel que grita como quien llama a un perro perdido. Estos pregones son parte del caótico paisaje auditivo de Ciudad de México, tan conocidos entre los residentes actuales como lo fueron en los años 70, en que ocurren los sucesos de Roma .

La película, basada en la infancia de Cuarón, se trata de la relación entre una trabajadora doméstica y sus patrones, una familia de clase media que se desintegra. No obstante, el filme también se trata de un lugar, la misma Ciudad de México en un momento convulso de su historia moderna. La película desata cuestionamientos importantes acerca del clasismo, de las diferencias entre grupos raciales y las aspiraciones de un país en vías de desarrollo.

Gran parte de la película fue grabada en interiores, sobre todo dentro de una casa que se adaptó para que se pareciera al hogar de la infancia de Cuarón. Sin embargo, incluso cuando la cámara está adentro del hogar, los sonidos de la ciudad la siguen. Durante algunas de las escenas más silenciosas, el rugido distante del tráfico y los cláxones, los ladridos de los perros y el coro de los vendedores callejeros logran entrar al lugar, como para recordarnos que esta enorme ciudad, un monstruo creciente, acecha al otro lado de la puerta: como para recordarnos que es un personaje que, por mérito propio, exige respeto.

Le expongo esta idea a Cuarón para ver si entendí bien.

"Esa fue la intención", dijo. "Todas las ciudades tienen su propio paisaje sonoro".

Comentó que tanto como de la familia al centro de la historia, la película se trata del contexto social más amplio. "El punto de partida eran las heridas personales, las heridas familiares, pero también otras heridas que compartí colectivamente con todo el país y quizá con la humanidad", señaló. "La presencia de la ciudad, en ese sentido, es fundamental".

El conductor de la camioneta se adentró a la colonia Roma. Dentro de la burbuja del vehículo, el estruendo de la ciudad sonaba como un ronroneo lejano."Qué bonita colonia", dijo al señalar una cuadra de edificios con toques art nouveau y art déco . "Mira nada más la arquitectura. Hay zonas que sí tienen árboles. ¡Aquí en Ciudad de México!".

La colonia se desarrolló en su mayor parte a principios del siglo XX, pensada para la élite de la ciudad. Había enormes mansiones frente a bulevares llenos de árboles, y se establecieron plazas frondosas y parques para emular el estilo de los espacios verdes en las capitales de Europa occidental. La popularidad de la zona entre los más adinerados comenzó a desaparecer alrededor de mediados del siglo XX, cuando muchos residentes se mudaron a áreas cada vez más de moda, lejos del centro de la ciudad o a suburbios. Los remplazó en el vecindario, la clase media -profesionistas, burócratas, propietarios de negocios-, según comenta Enrique Krauze, prominente historiador y escritor. El crimen y otros problemas urbanos también prevalecieron.

"En 1970 y 1971, los años que Cuarón recrea en Roma , el vecindario era un laboratorio de coexistencia real, no idealizada, con sus escuelas de prestigio y sus cabarets y prostíbulos", escribió Krauze en un ensayo reciente acerca de la relevancia social y cultural de la Roma.

Cuarón vivía en una calle en la zona conocida como Roma Sur. Cuando era pequeño, la Roma Sur era menos próspera y más desgastada que la otra mitad de la colonia, la Roma Norte. La gente menospreciaba esta zona: la llamaba la "Roña". Le dije al cineasta que yo vivía en Roma Norte. "El mejor lado", dijo, quizá con un toque irónico.

La Roma se vio muy afectada por el devastador terremoto de 1985, que aceleró la salida de la gente adinerada y la desintegración del vecindario. Sin embargo, durante la última década, la zona se ha recuperado y se ha convertido una vez más en un vórtice de la clase burguesa y en lugar de moda, con una vida social en auge y cafeterías, galerías de arte, boutiques, restaurantes y bares. Con el renacer, las fronteras que distinguían a la Roma Norte de la Roma Sur se han desdibujado, aunque no por completo.

"Creo que la Roma Sur todavía es más atrevida", dijo Cuarón y agregó que valoraba que la Roma Sur aún cuente con negocios familiares y talleres de oficios.

Nos estacionamos a pasos de la avenida Insurgentes, que separa a la Roma Sur de la Condesa, su colonia vecina. Las puertas de la camioneta se abrieron y nos encontramos con un caótico paisaje auditivo de vendedores ambulantes y de tráfico. Cuarón se detuvo en la intersección de Insurgentes y el eje 3, Baja California, donde confluyen ríos de peatones, vehículos particulares, transporte público y vendedores ambulantes.

Una réplica de la intersección -creada para lucir como a principios de los años 70- aparece en la película cuando el personaje principal, Cleo , corre tras los niños del hogar. La intersección es más tranquila y ordenada en pantalla: así es como Cuarón la recuerda.

Dijo que en su juventud era un lugar lleno de aspiraciones; que buscó reflejar ese espíritu a través de los negocios que eligió mostrar en la película, como una agencia de viajes y el consultorio de un veterinario. "Seguro costaba más llevar al hospital a tu perro que a los niños", dijo Cuarón, quien alzó la voz casi al punto de gritar en medio del estrépito. "Cuando venías aquí, era el sueño del cosmopolitismo y la modernidad que México comenzó a experimentar durante ese periodo".

Sin embargo, ahora hay un tumulto urbano sin mucho ton ni son. Esa tarde había tiendas de abarrotes y salones de uñas al lado de edificios de oficinas y tiendas de ropa. "Conmoción, así", dijo el director, mientras veía a su alrededor. Su mente regresó al pasado de nuevo: "Casi se sentía la emoción de llegar a un lugar sofisticado, moderno, ¿sabes?".

Regresamos al auto, desde donde una vez más esquivamos las densas multitudes de peatones y vendedores sobre Insurgentes. Pasamos por donde había anuncios de Roma cerca de una parada de autobuses. La película ha sido muy bien recibida en México, tanto por los críticos como por el público. En un puesto de revistas, Cuarón vio una foto de Yalitza Aparicio, quien interpreta a Cleo , en la portada de una revista mexicana. "Eso me hace muy feliz", dijo, al señalar la fotografía.

Las imágenes de Aparicio en las revistas han despertado debates acerca de la falta de representación de los indígenas mexicanos en la cultura popular y la publicidad y, de manera más general, acerca del racismo y el clasismo tan arraigados en México. "Estoy feliz de que el tema haya salido a flote y se esté analizando", comentó.

De regreso en el auto, le pidió al conductor que se dirigiera a la calle de Tepeji, donde creció: estaba a unas cuantas cuadras. Es una calle residencial estrecha, donde la mayoría de las construcciones son casas modestas de dos pisos.

Cuarón lamentó los tipos de cambios que han hecho los propietarios de varias casas desde los años 60 y 70, y que cubrieron detalles que conformaban el encanto de la arquitectura de la colonia. "Cuando tuvieron un poco de dinero, las personas comenzaron a modernizar sus casas porque querían ser parte" de la nueva época, afirmó Cuarón. "¿Ves esas ventanas con aluminio? Se suponía que eran modernas. Ve esas puertas", indicó otra casa, "están horribles. O esos azulejos ahí, que cubren lo que era hermoso".

Cuarón y su equipo de producción fueron meticulosos al recrear cómo eran las cosas, y cómo las recordaba. Buscó filmar en tantas locaciones originales como fuera posible y lo lograron en algunos casos, incluida la recreación de la masacre de Corpus Christi, o el "Halconazo", cuando fuerzas paramilitares atacaron a estudiantes en una manifestación en 1971.

Sin embargo, en otros casos, las locaciones originales habían sido transformadas radicalmente, en ocasiones debido a la reconstrucción después del terremoto de 1985, y el equipo se vio obligado a recrearlas desde cero.

El proceso comenzó con largas conversaciones entre Cuarón y el diseñador de producción, Eugenio Caballero, quien también creció en la Roma. Complementaron las charlas con una exhaustiva investigación. Construyeron desde cero una réplica de dos cuadras de la avenida Insurgentes y también la adaptaron para una escena que debía recordar la avenida Baja California. Además, recrearon partes de un hospital.

No obstante, su atención más fiel al detalle se aplicó en la recreación de la casa de la infancia de Cuarón. La original -en Tepeji 21- había pasado por tantos cambios que no era apta para la producción. Adaptaron la fachada de una casa del otro lado de la calle para las escenas exteriores. Adaptaron una segunda locación para las escenas en la azotea. Para el patio y las escenas en el interior utilizaron otra vivienda, que iba a demolerse, y la remodelaron con muchísima atención a los detalles: contrataron a un artesano para que reprodujera los azulejos con técnicas de principios del siglo XX.

Le pregunté a Cuarón por qué había recreado de manera tan obsesiva la casa, pese a que muchas personas no iban a notar la diferencia. Respondió rotundamente: "Yo me iba a dar cuenta". Dijo que Ciudad de México es un lugar de tensión constante entre lo que es y lo que fue. "Para mí, es un lugar lleno de pasado", dijo.

Una trabajadora doméstica barría la calle y la acera en frente de la casa junto al hogar de su infancia. Las cerdas de su escoba raspaban el concreto. "Ese sonido... -dijo Cuarón, emocionado- también lo tenemos en la película".

Después, la mujer sacó una cubeta y comenzó a enjuagar la banqueta y la fachada de la casa.

"¡Ese sonido!", exclamó, con un brillo en los ojos. El filme inicia con una escena en la que Cleo está lavando la entrada de la casa con agua y una escoba, y Cuarón se mostró complacido -quizá incluso reconfortado- por esta intersección de la vida que imita al arte que imita a la vida.

A pesar de todo lo que había cambiado, había cosas que se mantenían como las recordaba.

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