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La verdadera inclusión

viernes, 14 de diciembre de 2018

Karina Martini G.
Opinión
El Mercurio




Señor Director:

Mucho se habla de la inclusión y de lo importante que es vivir en una sociedad diversa. Constantemente se anuncian medidas para garantizar que personas con capacidades diferentes se integren en el sistema educacional.

Pero cuando un colegio de la Municipalidad de Vitacura (Antártica Chilena) -que posee recursos, infraestructura y un equipo de profesionales para llevar adelante un programa de integración-, sugiere vía email no enviar a mi hijo de kínder, con trastorno del espectro autista, a la ceremonia del término de ciclo, porque el contexto del evento "podría provocar desregulación en él", es evidente que no existe una real cultura inclusiva y pone de manifiesto que niños como mi hijo no son realmente bienvenidos.

La verdadera inclusión no se implementa solo con infraestructura, buenas intenciones y la visión personal de estar haciendo una "muy bonita labor", como me señalara el director del establecimiento en reunión, sino con tomar real conciencia de que los valores que transmite la planta directiva con sus acciones terminan repercutiendo en la comunidad escolar completa y, finalmente, en cómo el resto de los niños aprenden a relacionarse y enriquecerse con esta diversidad.

Una cultura inclusiva verdadera debe estar basada en los comportamientos y las acciones de los miembros de la comunidad educativa, y no en declaraciones de buenas intenciones que además no son coherentes con el desarrollo cotidiano de las actividades. Un liderazgo adecuado de este tipo de iniciativas implica una conducción entusiasta que por un lado aplica las metodologías definidas y por el otro hace los ajustes necesarios de las estrategias para lograr un proceso de inclusión exitoso. De lo contrario, está la salida fácil, la del mínimo esfuerzo, que consiste en aplicar los reglamentos y manuales de convivencia escolar al pie de la letra, sin tener en consideración las diferencias de los niños.

¿Qué dirán los profesores a los compañeros de mi hijo cuando pregunten por qué él no está en la ceremonia junto a ellos? Estoy segura de que la respuesta no será la adecuada y que solo contribuirá a que esa comunidad escolar siga pensando en la inclusión como una labor de beneficencia y no como el derecho que tenemos todos de vivir en una sociedad diversa e inclusiva.

Karina Martini G.

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