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Erasmo Macaya

domingo, 25 de noviembre de 2018

Por Jorge Rojas.
Conservacionistas
El Mercurio

Este biólogo marino es director del Laboratorio de Estudios Algales de la Universidad de Concepción. Desde allí ha descubierto especies nuevas en Chile y constantemente realiza charlas de divulgación para explicar por qué la protección de estas plantas es esencial para el ecosistema.



E n 2015, Erasmo Macaya descubrió una nueva especie de alga en Rapa Nui. Estaba analizando muestras de especies ya descritas, cuando uno de sus análisis concluyó que en realidad se trataba de una nueva planta, a la que bautizó como Hydroclathrus Rapanuii , la primera alga endémica de la isla.

Macaya, hoy de 43 años, estudió en la Universidad Católica del Norte, tiene un doctorado en Nueva Zelandia y ha pasado toda su vida profesional investigando algas. Desde el 2010 que trabaja en la Universidad de Concepción y ayudó a formar la Sociedad Chilena de Ficología, que agrupa a los expertos que investigan esta especie.

-Las algas son muy importantes. Cerca del 40 por ciento del oxígeno que respiramos a diario proviene de ellas. Son, también, buenos "ingenieros bioecosistémicos", porque muchas algas forman estructuras tridimensionales donde otros biorganismos se congregan y se reproducen -explica.

Por todo eso es que Macaya ha recorrido gran parte de Chile observando algas. Ha estado en Rapa Nui, en Juan Fernández y en la Antártica. Y con toda esa experiencia a cuestas, sabe que en nuestra costa existe una gran variedad de bosques de diversas especies y que un estudio determinó que hay cerca de 800 algas distintas, pero que hoy muchas están amenazadas por la extracción indiscriminada.

-Somos muy poco conscientes de la importancia de estos bosques que están siendo devastados -se lamenta.

Aquello ha ocurrido debido a la poca cantidad de recursos marinos disponibles, que ha hecho que los pescadores vuelquen sus intereses económicos sobre ellas, lo que sumado a la gran demanda de la industria asiática, ha puesto en peligro a especies como el huiro, del cual se extrae una gelatina que sirve para fabricar diversos productos. Hace unos años -dice Erasmo-, un estudio global determinó que en Chile somos número uno en la degradación de estos bosques. Es decir, que la extracción le está haciendo más daño a la especie que el mismo cambio climático, que ya es grave.

Según datos que maneja Macaya, en 2013 se extrajeron 500 toneladas de huiro, pero hay una cifra oscura muy difícil de dimensionar. Eso no solo estaría afectando a la especie en sí misma, sino que a las que viven alrededor. Según explica, en el disco que fija el alga al sustrato pueden vivir hasta 80 especies de otros organismos, tanto de flora como de fauna. El gran problema -asegura- es que, aunque existe una legislación que otorga permisos acotados para su extracción, el mercado negro no es fiscalizado. Para evitar eso, el laboratorio que Macaya dirige también se ha dedicado a la divulgación. Organizan ferias y dan charlas en colegios, donde explican la importancia de las algas para el ecosistema y el gran aporte que hace Chile al mundo al poseer una enorme costa. Hablar de esto es una misión tan importante como investigar.

-No basta con un paper en inglés que muy pocos van a leer. Nuestro deber ético es decirles a las personas qué estamos haciendo. Y en este caso, hay que contarles cómo nos afecta esta devastación silenciosa -concluye.

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