lunes, 22 de octubre de 2018
Economía y Negocios Online
Claudia Marfin Socia de Virtus Partners
Siempre hay dos formas de ver las cosas. El vaso medio vacío es que estamos enfrentados a un período de tremendas disrupciones. Tantas, que dan ansiedad. El vaso medio lleno, es que somos una generación afortunada porque en un espacio corto de tiempo hemos visto lo que nuestros padres ni siquiera soñaron.
Pensemos por ejemplo en los teléfonos fijos que habían en la década de los 80 en Chile, a los smartphones que hoy tienen en sus manos más de 5.000 millones de personas en el mundo.
En el vaso medio lleno, Chile subió en el Índice de Competitividad Global 2018-2019, que elabora el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés). Poco, pero subió desde el puesto 34 al 33. Con esto, se consolidó como el país más competitivo de América Latina, liderando en seis de los doce pilares analizados en el estudio.
Pero no se puede dejar de lado el vaso medio vacío. Estamos en el lugar 49 en el pilar de adopción de tecnologías de la información. Y 53 en el de capacidad de innovación. Nada sorprendente para nosotros acá en Virtus Partners. Desde distintos estamentos de las empresas estamos viendo esta debilidad. En el estudio de directores que hacemos hace cuatro años con la UAI una de las principales debilidades que ellos mismos ven en su funcionamiento, es que tienen poca idea de cómo abordar la disrupción digital que se avecina. Lo mismo en el segmento ejecutivo. Hace poco terminamos un extenso estudio al C level de las empresas locales, que dejó muy en claro que las compañías tienen un bajo nivel de entendimiento de las reales dimensiones de lo que la cuarta revolución industrial (según el mismo WEF, 2016) implica. Lo que se respira, en la mayoría de los casos es desconcierto. Nuestros números muestran que el 28% de las empresas está en nivel “detenido” respecto de estos temas.
Creemos que hay aun confusión entre qué es más importante: la cuantía de las inversiones en tecnología versus la adopción de capacidades adaptativas para administrar las nuevas formas de trabajo.
Lo que está frente a nuestros ojos es un profundo cambio en el modelo de negocios de las empresas. La estrategia. Y las personas que están detrás de estos procesos. Los líderes. Los creadores de equipos.
Un informe realizado este año por Foro Económico Mundial prevé que en 2022, podrían desaparecer 75 millones de empleos en el mundo; sectores como la contabilidad, el secretariado, las fábricas de ensamblaje, los centros de gestión de clientes o los servicios postales. Ese mismo estudio afirma que al 2025 habrá más trabajos realizados por “robots” que por personas.
Este sin dudas es un escenario interesante para los ejecutivos que lideran las empresas hoy en todos los sectores. La diversidad, la colaboración, son palabras relevantes en la nueva jerga de negocios. Y eso implica un cambio de mirada desde el que estuvo centrado principalmente en la eficiencia y los números; a uno más cualitativo en que prima la sostenibilidad, el largo plazo.
Podemos sentirnos afortunados de la época que nos ha tocado vivir.
Hay un investigador del MIT que se llama Michael Casey y que ha sostenido en sus estudios que lo más relevante en el nuevo panorama es que el centro de la estrategia son los clientes, quienes tienen mucha más información que antes y una oferta cada vez más amplia. En el mismo MIT han realizado una serie de estudios sobre este tema, los cuales apuntan a que este es un tiempo muy interesante para los liderazgos.
Es inspirador. En un panorama en que los datos, la digitalización y la tecnología son los nuevos “must”, es claro que son las personas lo más importante. Los clientes y los líderes de los equipos.
Yo creo que es más relevante el vaso medio lleno.
