A 6 meses de la rebelión contra Ortega, persiste la crisis en Nicaragua
jueves, 18 de octubre de 2018
JAVIER MÉNDEZ ARAYA
Internacional
El Mercurio
Desplome económico y asesinatos a opositores marcan período.
A seis meses del inicio de las protestas contra el gobierno sandinista, Daniel Ortega sigue mostrando su cara más autoritaria, con la represión de la oposición, la suspensión del diálogo nacional mediado por la Iglesia Católica y el desconocimiento de las condenas de la comunidad internacional, todo lo cual tiene sumido al país centroamericano en una profunda crisis política y económica. La actuación de Ortega, junto con su larga permanencia en el poder -casi dos décadas, aunque no de forma seguida- y su control absoluto del mismo, le han valido comparaciones incluso con Anastasio Somoza, el dictador que ayudó a derrocar en 1979 cuando él era un joven guerrillero izquierdista. "Es un sistema con los mismos vicios, que se incuba en la sociedad, y que lleva a depositar en un dictador la responsabilidad de todos nosotros", comentó a "El Mercurio" el escritor y periodista nicaragüense Fabián Medina, autor del reciente libro biográfico "Preso 198, el perfil de Daniel Ortega" Luego que el 18 de abril pasado se desatara una fuerte y masiva protesta estudiantil en Managua contra una impopular reforma de pensiones, la Policía Nacional y grupos paramilitares inciaron una fuerte represión que según organismos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional incluyen ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias y apremios ilegítimos a los arrestados. Las manifestaciones se extendieron rápidamente por todo el país y luego tomaron otra bandera de lucha, la democratización de la nación, que comprendía la salida de Ortega y su esposa, la Vicepresidenta Rosario Murillo, del poder, elecciones libres y adelantamiento de los comicios. Según información de la Comisión Internacional de Derechos Humanos (CIDH), los choques armados han dejado 325 muertos, aunque ONGs de derechos humanos elevan la cifra hasta 512 fallecidos, más de 4.000 heridos y cientos de arrestados. "Aquí hay crímenes de lesa humanidad", denunció a "El Mercurio" Vilma Núñez, del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh). La esperanza de salir de la crisis fue un diálogo nacional, mediado por la Iglesia Católica, pero este fracasó en julio pasado y se encuentra suspendido. Entonces Ortega acusó a la oposición y a los propios obispos de "formar parte de un plan golpista" y se negó a seguir negociando, ya que rechazó de plano las demandas de adelantar las elecciones, de dejar el poder que detenta desde 2007, la democratización del país y el respeto a los derechos humanos. Monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matalga, y participante en la mesa de diálogo, recalcó a "El Mercurio" que la Conferencia Episcopal está dispuesta a reanudar las negociaciones, porque "constituyen la única alternativa para encontrar una solución pacífica y justa para el conflicto". Sin embargo, Ortega ha descartado negociar y ofrece a cambio un "diálogo de base" del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) para restablecer la normalidad del país. También se distanció de países y organismos que han cuestionado su actuación, como la CIDH, la Organización de Estados Americanos (OEA y la Unión Europea (UE). Julio Icaza, exembajador nicaragüense en la ONU, estima que Ortega tendrá que regresar a la mesa de negociaciones con la Iglesia como mediadora y observadores como la ONU y la OEA. "No tiene otra alternativa, porque su gobierno y el país están al borde del colapso". Lo anterior porque la crisis institucional también hundió la economía. Las expectativas de crecimiento de la economía, se reducen a -4,0% este año y las pérdidas por huelgas e interrupción del comercio internacional se elevan a más de US$2.000 millones. La otrora dispersa oposición se aglutinó en la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB).
