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Investigadores de Clapes-UC analizan impacto de la automatización:

"Institucionalidad laboral debe adaptarse a cambios tecnológicos"

lunes, 15 de octubre de 2018

Lina Castañeda
Economía y Negocios
El Mercurio

En países desarrollados, el uso de robots ha provocado una caída en el empleo manufacturero de mediana calificación y aumento en el de alta, lo que abre desafíos a la política pública para amortiguar los posibles impactos en Chile.



En el contexto de la cuarta revolución industrial, y sus avances en la automatización e inteligencia artificial, la institucionalidad laboral debe alinearse con las necesidades de reinvención y adaptabilidad que requiere el rápido cambio tecnológico. Al respecto, plantean la necesidad de repensar las regulaciones laborales, las características de la negociación colectiva y sindicalización, y los sistemas de protección ante el desempleo, entre otros aspectos, sostienen investigadores de Clapes-UC.

En un documento de trabajo que será expuesto el 25 de octubre en el seminario "Mercado laboral: Nuevos paradigmas", los autores Juan Bravo, Agustín García y Hans Schlechter analizan el efecto de las nuevas tecnologías sobre los mercados laborales y los impactos de la automatización, entendida como el conjunto de tareas humanas que pueden ser realizadas mediante el uso de tecnologías para mejorar la productividad.

Basándose en datos de utilización de robots industriales para países desarrollados, concluyen que la participación del empleo manufacturero en la ocupación total cayó 2,9% promedio entre 2004 y 2016. La participación del empleo de mediana calificación en el sector fabril disminuyó 4,5% y el de alta calificación aumentó 5%.

"En Chile existen sectores con alta composición de ocupaciones de mediana calificación como transporte y almacenamiento (77,4%) o de manufactura (71,1%), los cuales serán más vulnerables a los efectos de la automatización si vemos la experiencia de economías desarrolladas", señala Schlechter.

El efecto de la automatización en los salarios es ambiguo, sostiene, pero dice que es posible esperar un aumento en la brecha salarial entre trabajadores de alta calificación y de baja/media calificación, lo que contribuye a aumentar la desigualdad económica.

El fenómeno del crecimiento económico surge esencialmente a partir de la primera revolución industrial, incrementándose en los dos procesos siguientes, cuyos inventos -afirma García- permitieron sustituir el trabajo físico por máquinas; mecanizar el proceso productivo, alcanzar la fabricación en masa y una mayor eficiencia en la producción. Lo que hoy se espera, indica, es que los avances en distintas ramas de la inteligencia artificial revolucionen la economía.

Según Bravo, las diferencias en la institucionalidad laboral entre las distintas economías serán un factor clave en el grado de sustitución de trabajo por capital y determinarán, en parte, las diferencias en la capacidad de la fuerza de trabajo de sortear con éxito los desafíos que impone la cuarta revolución industrial.

Un desafío de política pública, explica, es amortiguar lo más eficientemente posible los impactos negativos que pueden surgir en algunos segmentos de trabajadores. Se trata de un cambio de paradigma donde el aprendizaje ya no finaliza con la obtención de un título o diploma. "Las capacidades de las personas requieren estar permanentemente adaptándose a los cambios y, por ende, se vuelve relevante la educación/formación continua", enfatiza.

Repensar regulaciones

En cuanto a la institucionalidad laboral, Bravo plantea que se requiere repensar las regulaciones laborales, las características de la negociación colectiva y sindicalización o los sistemas de protección ante el desempleo.

El estudio también apunta a la legislación sobre indemnización por años de servicio (IAS). El costo de despedir a un empleado con cinco años de antigüedad en Chile es cercano a 26 semanas de salario, frente a 14 semanas que el costo promedio en los países de la OCDE. En el pasado, el IAS se justificaba ante la inexistencia de un seguro de desempleo adecuado, pero hoy el país cuenta con un seguro de cesantía que es más eficiente, sin generar desincentivos a la contratación, agrega.

También menciona elementos de la reforma laboral de 2016 que hoy contribuyen a rigidizar la institucionalidad laboral, como la prohibición total de reemplazo de los puestos de trabajo en caso de huelga, con trabajadores propios o externos a la empresa. "Lo ideal corresponde a una situación intermedia de reemplazo parcial, por ejemplo, con trabajadores internos, para conciliar los objetivos de que la huelga sea una herramienta legítima de negociación y, al mismo tiempo, no genere consecuencias de enorme gravedad, como el no cumplimiento de contratos y obligaciones, lo que afecta en mayor medida a pequeñas empresas", señala el estudio.

Además, indica que la definición de servicios mínimos es escueta y ha generado problemas de interpretación en la calificación por parte de empresas y sindicatos, amplificando más los efectos de la prohibición de reemplazar a los trabajadores durante la huelga y facilitando la capacidad de paralizar la empresa.

"Las nuevas restricciones que impuso la reforma laboral probablemente impulsarán una aceleración de la automatización de los procesos productivos", afirman los investigadores. No obstante, también citan elementos positivos de la ley que podrían ser aprovechados en un contexto de cambio tecnológico. Por ejemplo, la ampliación de materias de negociación colectiva podría incluir acuerdos para la capacitación y reconversión productiva de los trabajadores, para evitar posibles efectos perniciosos de la automatización en algunos segmentos de trabajadores.

EFECTOS EN CHILE En el mercado local existen sectores con alta composición de ocupaciones de mediana calificación como transporte y almacenamiento (77,4%) o manufactura (71,1%), los cuales serán más vulnerables a los efectos de la automatización.

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