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Los emprendedores chilenos que están "probando suerte" en China

domingo, 23 de septiembre de 2018

Sascha Hannig
Economía y Negocios Domingo
El Mercurio

La tasa de crecimiento anual de estos negocios no es menor a dos dígitos, pero advierten que ya no es tan fácil ir a emprender, por las regulaciones.



No hay ningún lugar más lejano a Santiago de Chile que la ciudad de Shangluo, en la provincia china de Shaanxi. Son 19.400 kilómetros en línea recta. A pesar de la distancia, el gigante asiático es nuestro principal socio comercial, y en 2017, el intercambio entre ambos países alcanzó los US$ 34.305 millones. Es por ello que las grandes empresas chilenas con presencia en dicho país tienen oficinas de representación.

Pero no son los únicos que están haciendo negocios en China: existen emprendedores chilenos que, por distintas razones, decidieron ir a "probar suerte" a dicho país, enfrentando la barrera del idioma, de leyes estrictas y una cultura muy distinta.

"El Mercurio" se contactó con algunos de ellos para conocer sus proyectos y cómo es vivir del otro lado del mundo: todos lo califican como una experiencia inigualable.

De Ripley a China

"Llevo 15 años viviendo en China, los primeros cinco en Hong Kong, y los otros 10 en Shanghai", dice Yariv Guiloff, fundador de la empresa 7Dragon Investment Ltd., que se dedica a hacer fletes desde ese país.

Guiloff es de esos ejecutivos que las grandes empresas enviaron a Asia cuando comenzaron las relaciones con Chile. En su caso, llegó a Hong Kong como empleado de Ripley para abrir una oficina de la empresa. Luego de pasar por dicho cargo, se mudó a Shanghai para participar de un proyecto con socios de la India. Hoy tiene su propio negocio y exporta alrededor de 10 contenedores de 76,1 m {+3} al mes a Chile, Brasil, Europa del Este y Medio Oriente.

"No es fácil crear una empresa con las licencias correspondientes, (...) la lógica de la documentación no está clara", explica. La visa, en su caso, también fue un proceso engorroso, pues al ser emprendedor, no tenía un empleador formal. "Es todo un tema burocrático y donde hay que tener guanxi (contactos); finalmente, después de seis meses, logré obtenerla. Hoy es mucho más simple", relata.

Guiloff tiene 42 años, está casado con Karin Fischer Weiss, una chilena que dirige un colegio internacional allá, y tienen tres hijos. Aunque en su ciudad la vida es "más occidental", explica que por trabajo debe viajar constantemente al interior. "La verdad es que uno cree que van a estar cultivando arroz, pero cada vez que viajo a una ciudad, me llevo la sorpresa de lo desarrollada que está", dice.

Sin embargo, a pesar de estos avances materiales, aún ve ciertas diferencias culturales que le parecen importantes: "Es un poco chocante que la gente a veces escupe en la calle, grita, etcétera. Pero es más por falta de educación que por falta de respeto".

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