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Jóvenes crean una impresora 3D con residuos y otra que imprime concreto

lunes, 20 de agosto de 2018

A. Ibarra O.
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

La primera fue creada en la U. de Tarapacá usando computadores viejos. La segunda la fabricaron estudiantes de la U. de Chile, que la donarán al Fablab de la institución.



Se llama Kuvi 8 y se promociona como una impresora 3D sostenible. Una buena parte de sus piezas fue reciclada de antiguos computadores, que de otra manera habrían ido a parar a la basura.

Fue creada en Arica por el Laboratorio de Innovación y Ciencias del Territorio de la Universidad de Tarapacá (LAB-ICT). Allí necesitaban una impresora 3D para hacer maquetas del plan maestro del Campus Velásquez que proyectan al 2030.

"En la planificación del Campus nos propusimos aplicar los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. De ahí que pensamos que si necesitábamos una impresora 3D, lo mejor era hacerla nosotros mismos, para poner en práctica los principios de producción y consumo responsable que Naciones Unidas propone", dice Claudia Vicentelo, quien dirige el LAB-ICT.

En su construcción trabajó un equipo de tres personas: Stavros Kukulis, Nilsen Vásquez y la propia Claudia. "Ninguno es ingeniero. Así es que comenzamos a observar cómo funcionan las impresoras de este tipo y aprender del proceso", cuenta. Como materia prima usaron computadores Pentium 4 que estaban en desuso en el mismo campus.

Fue un proceso rápido. "Hacerlo no fue complicado, pero el gran desafío fue construirla compacta y completamente operativa. Además, había que programarla y hacer que siguiera instrucciones".

Actualmente usa filamentos comerciales -el plástico que se moldea-, pero ya estudian cómo hacer para utilizar de insumo un filamento que provenga de la reutilización de materiales en desuso.

Pondrán los planos y la técnica empleada a disposición de quien lo requiera, dice Vicentelo, quien aclara que el próximo desafío es construir una impresora 3D para utilizarla en la construcción.

Idea pionera

Estudiantes de ingeniería de la U. de Chile, que cursan distintas especialidades, crearon una impresora 3D de concreto. "Este es un proyecto pionero, porque es muy poco lo que se ha hecho en Latinoamérica sobre este tipo de impresión. Está pensado para obras pequeñas", dijo Rodrigo Chi, quien coordinó las Memorias Multidisciplinarias de Beauchef Proyecta, programa en que se enmarca este proyecto.

La impresora usa una boquilla para depositar, capa por capa, pequeñas cantidades de concreto hasta formar una figura, ya que recibe instrucciones a partir de archivos CAD o dibujos 3D. César Salazar estuvo a cargo de su construcción y diseño. Comenzó buscando alguna que hiciera algo parecido, pero no había ninguna a esta escala y de concreto.

Mientras Paulo Sandoval trabajaba en el software y los motores, Hugo Reyes decidía cuál mezcla de cemento era la más adecuada para la impresora, ya que esta debía ser fluida. Optó por una en particular que se endurece de tal forma que puede hacer capas. Su composición es de 30% de cemento, 60% de arena fina y 10% de agua, además se le agrega superplastificante y acelerante.

La impresora ya finalizada quedará a disposición del Fablab U. de Chile, donde se la podrá usar y nuevos estudiantes podrán hacerle mejoras.

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