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Fiscalía Nacional Económica detectó significativas diferencias de precios e ingresos:

El negocio de las grandes notarías

domingo, 19 de agosto de 2018

M. O. Rivas, J. Díaz y R. Latorre.
Reportajes
El Mercurio

Uno de los temas que se han debatido en el mundo judicial apunta a la gran diferencia que existe entre los notarios que realizan 2.000 repertorios y otros que superan las 90.000. ¿Cómo se entiende esa brecha?, ¿qué explica tal volumen de trámites?, ¿cuánto demora un notario en realizarlos?



Hay un concepto que en el mundo judicial se conoce mucho, pero se comenta poco. Se trata de las denominadas "notarías industriales", en alusión a aquellas oficinas donde los repertorios se abultan de tal forma, que doblan, triplican o cuatriplican a su competencia, generando, además, buenos ingresos a sus titulares.

Para entender el concepto, es necesario distinguir dos grupos de trámites que se realizan en una notaría. Uno son los "de mesón", que corresponden a las firmas de contratos, finiquitos o autorizaciones para menores de edad (por nombrar algunos), y el segundo grupo corresponde a los "repertorios", que apuntan fundamentalmente a escrituras públicas y protocolizaciones de documentos.

Esta última categoría es la que representa la mayor cantidad de ingresos para los notarios y lo que define a una notaría grande de una pequeña y su rentabilidad.

Son los repertorios anuales, que se registran entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de cada año. Acá se juega su verdadero rol de justicia preventiva, chequeando cuatro aspectos clave: la identidad de quienes firman, el pleno uso de las facultades mentales de los comparecientes, que nadie esté siendo presionado y que el documento a firmar sea legal.

"Son actos que afectan derechos de terceros y el patrimonio de quienes comparecen, de ahí que sea fundamental el rol del notario", sostiene Alfredo Martin, presidente de la Asociación de Notarios, Archiveros y Conservadores, en alusión a la constitución de sociedades, testamentos, firmas de poderes amplios o compraventa de inmuebles, por nombrar los más comunes. A estos se suman las protocolizaciones y reducciones de escrituras públicas, que se inscriben en el registro, pero ocupan un tiempo menor de trabajo, pues solo se les asigna un número en el repertorio.

En su informe de junio, la Fiscalía Nacional Económica (FNE) detectó grandes diferencias de precios e ingresos entre las notarías, estableciendo un promedio mensual de $14 millones como renta.

Sin embargo, en ese promedio existen diferencias que pueden ir desde los $4 millones mensuales a más de $20 millones.

¿Qué hace la diferencia? La cantidad de repertorios.

Según los entendidos, registros cercanos a las 6.000 repertorios al año pueden asegurar una carga de trabajo estándar e ingresos que bordean los $5 millones.

Para los repertorios que superen los 25 o 30 mil en un año, la situación es muy distinta. Acá los sueldos pueden superar los $20 millones al mes, según algunos cálculos; un tema sobre el cual no hay opiniones unánimes en el gremio. Mientras unos señalan que no hay nada malo en su operar, otros destacan que una sola notaría de Santiago puede tener más repertorios que una región completa, un asunto que -aseguran- se debe regular.

Dos ex ministros de Justicia consultados coincidieron en señalar que es importante revisar la operación de las llamadas "notarías industriales" y establecer topes máximos de repertorios al año, tal como ocurre en otros países. De lo contrario se llega a cifras que pueden distorsionar la industria, el rol del notario o establecer tratos con empresas (bancos, estudios de abogados, automotoras) que profundizan la falta de competencia que acusó la FNE.

En medio de esta polémica, el Gobierno prepara una reforma al sistema registral.

Las cifras

En su informe final, la FNE destaca la escasa información pública que hay sobre esta industria.

Para este reportaje se revisaron los libros de repertorios de las 35 notarías de Santiago, una de las comunas con mayor número de oficios, para saber cuántos registros posee cada una y cuáles son las que lideran la lista.

Frente al tema, aparecen algunas preguntas que intentamos dilucidar:

¿Existe un número máximo de repertorios que puede realizar un notario?

Según el presidente de la asociación que los agrupa, Alfredo Martin, esta cifra no debiera superar los 25.000 o 30.000 registros anuales. "Sobre este número no es recomendable ni razonable, pues se requiere siempre la presencia del notario en las cuatro labores que hemos señalado", explica, para luego matizar: "Más allá del número, lo importante es que siempre el notario intervenga en los actos que afectan a terceros y que poseen efectos patrimoniales", como los poderes amplios.

Según los datos recabados, en la comuna de Santiago, la notaría que más repertorios posee es la de Francisco Leiva, cuyo libro anota 98.960 registros, seguido de Álvaro González, con 73.717, y Juan Ricardo San Martín, con 72.008.

El cuarto y quinto lugar lo ocupan, respectivamente, Gloria Ortiz, con 63.045, y René Benavente, con 50.851. De las 10 primeras, 9 poseen más de 33.00 registros anuales, por encima del límite que menciona Martin.

Del otro lado, las notarías con menores registros son las de Elena Torres Seguel, con 2.675 repertorios, y Renata González, con 1.632.

¿Qué provoca tanta diferencia entre los registros de una notaría y otra si entregan el mismo servicio y están a pocas cuadras de distancia?

Se trata de los convenios que establecen los notarios con bancos, estudios de abogados o empresas. Eso hace que exista una relación donde todas las diligencias de un determinado tipo se deriven a notarías específicas, en el marco de un acuerdo en el precio y volumen de trámites. "Esta situación afecta la libertad de las personas de elegir dónde realizar sus trámites", menciona Martin como un punto a mejorar.

Según sus horarios de atención, en las tres notarías que lideran el ranking de Santiago, el titular firma -en un lapso de ocho horas- documentos a razón de 30 y hasta 40 por hora, lo que da menos de dos minutos promedio por trámite.

El ex ministro de Justicia, Jaime Campos, indica que "el notario da fe del día, del lugar, de las personas que comparecen y de que lo contenido en ese documento es lo que declararon. Si el notario da fe de lo que declaran las partes, está obligado a saber el contenido de la escritura. A leerla. ¿Y a qué hora si son miles? Eso es imposible". "Tres minutos por escritura es un tiempo irrisorio -continúa-, queda demostrado que no está cumpliendo con su rol".

Y prosigue: "Tomemos el caso de un notario que registra 2.400 escrituras al mes, ¡apenas 2.400! Si suponemos que trabaja hasta los sábados, es decir seis días a la semana, eso le da un promedio de 100 escrituras públicas diarias. Si se demora mínimo 15 minutos -menos sería imposible- para chequear las identidades, el estado de quienes comparecen y obvio, para leerla, eso le significaría necesitar un día de 25 horas para firmar esa cifra y trabajar sin parar, y eso no es posible. Más de 25.000 al año va más allá de lo razonable, y eso sin contar todo el trabajo de mesón".

¿El notario debe estar presente en todo el trámite?

Martin estima que "no es necesario que esté presente todo el tiempo, muchas veces las escrituras públicas se discuten. El notario siempre va a estar disponible para las consultas de las personas y va a estar presente para certificar los cuatro hechos que la ley nos obliga". Pero advierte que si es el notario quien redacta la escritura, los tiempos se alargan considerablemente.

"Una de las cosas que han señalado los notarios es que la fe pública y la presencia de ellos es muy relevante en trámites y actos jurídicos, como el otorgamiento de escrituras públicas. Entonces, eso es lo que debe esperarse de ellos, que estén presentes. Es más, cabe esperar, si su presencia es tan relevante, que se tomen el tiempo necesario para analizar esos instrumentos", señala el subsecretario de Justicia, Juan José Ossa.

¿Puede un notario demorarse un minuto en la firma de una escritura?

Martin asegura que sí. Esto sucede cuando un funcionario de la notaría ya chequeó las identidades, cuando se ha revisado previamente el contenido de la escritura, y el notario llega para verificar el estado de los comparecientes. "Uno se demora poco en eso, un par de minutos", agrega. Luego, asegura que con una persona a la que le cuesta expresarse, de edad avanzada, ahí el notario "se debe tomar más tiempo para certificar que sea un acto libre e informado".

Prosigue, respecto de las grandes firmas: "Hasta ahora nadie ha podido demostrar que haya fallas en estas notarías, el sistema funciona bien (...). Lo importante es que el notario siempre tenga intervención. Si le dan los tiempos, quiere decir que está bien; si no le dan, quiere decir que algo hay que corregir".

Respuestas

Álvaro González (ex notaría Acharán, cuya titular fue destituida) dijo que no le parece que sus repertorios -73.717- sean excesivos. Consultado si estuvo presente en todos los trámites, respondió que "ahí hay que distinguir qué tipo de escrituras hay. Tendríamos que analizarlo".

Ortiz, quien cuenta con 63.045 registros el 2017, explica que llegó a trabajar en octubre de ese año y que los datos muestran que el repertorio que lleva este año -957 a la fecha- es radicalmente menor al que había cuando trabajaba con otra firma. Dice que decidió dejar de trabajar con ese lugar -que no identifica- porque el ritmo no era abordable.

En la notaría Benavente se informa que el titular no está y en su lugar aparece un abogado. Este último declina referirse a la cantidad de repertorios, pero asegura que sus mayores clientes son bancos, entonces "viene todo casi listo".

En la notaría San Martín, su titular dice que todo se hace de acuerdo a la norma y que este 2018 ya van 46.000 anotaciones en su repertorio.

Francisco Leiva, por su parte, dice saber que cuenta con la mayor cantidad de repertorios de Santiago, y asegura que eso se debe a que la mayoría "son protocolizaciones", que es "añadir documentos enviados, por ejemplo, desde un banco", y que realiza muchas prendas de automotoras.

Asegura que es de las notarías más modernas de Santiago: a cada documento le incluye un número de verificación y este puede verse en la web. Los precios están publicados, su oficina es de vidrio y da hacia el público que espera para hacer trámites.

No comparte la idea de poner límites máximos de repertorios, sino que debe haber un estándar de infraestructura y tecnología que permita hacer la cantidad que él hace. "Es un privilegio ser notario. Económicamente es súper bueno, lo mínimo que puedes hacer es estar siempre presente".

Sobre el repertorio tan alto que tiene, 98.960 registros, dice que el 37,5% (37.099) son protocolizaciones y que es el nicho de su notaría: "Se orienta a los procesos masivos".

Luego vienen las prendas (29%), que son escrituras públicas, "actos efectuados siempre por las mismas personas donde los contratos son iguales, solo varían pocas cosas, como el vehículo o el crédito", y el notario solo chequea la firma de los comparecientes. En tercer lugar están los alzamientos (22%), que los firma un representante del banco y solo un 2% corresponden a compraventas.

"Las protocolizaciones son solo una revisión de forma, no de fondo... Si cumple con el requisito, está en idioma español, (...) listo. Nada más. Y tú haces una certificación, la incorporas a tus registros públicos y, luego, yo entrego copias electrónicas", afirma.

Renata González, quien tiene 1.632 inscripciones, dice que no tiene grandes clientes corporativos, como bancos o inmobiliarias, y que su principal labor son los trámites de mesón y muchos migrantes. "Tampoco tengo grandes contactos ni nada como para empezar a atraer grandes clientes acá. Obviamente, si es que se da la posibilidad y en la medida en que uno pueda mantener el control de lo que está haciendo, de lo que se firma, no habría ningún problema en ir creciendo", agrega, y a la vez aclara no tener nada que reprochar a quienes la quintuplican en cantidad.

Consultado por las llamadas "notarías industriales", Ossa respondió: "Existe algo que se sabía de hace tiempo y que la FNE contribuyó enormemente a cuantificar: falta de competencia en el régimen registral chileno. Si eso lo modificamos e imprimimos competencia, como creemos que sucederá con nuestro proyecto de ley, situaciones como esta podrían evitarse, pues habrá menor concentración".

La promesa es "desnotarizar" la vida de las personas y darle mayor competencia al sistema.

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