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Kia Stinger [ prueba de manejo ]

Gran Turismo a la coreana

miércoles, 15 de agosto de 2018

Leo Mellado
Clasificados Especial
El Mercurio

Este sedán con aspecto coupé, de precio competitivo y posibilidad de ser un GT real, era una de las novedades más esperadas de la marca. Y no decepciona para nada.



Solo hay que ponerse en esta perspectiva: en 1994 Kia presentó el Avella. ¿Quién habría podido anticipar que el fabricante responsable de aquel auto llegaría a producir algo siquiera cercano al Stinger? Solo un vistazo de ambos autos da cuenta de los torrentes de agua que pasaron bajo el puente y de cuánto han significado estos 24 años de historia para la marca surcoreana.

Porque, digámoslo desde ya, el Stinger es un auto que quiere y puede amenazar a modelos del calibre de los producidos por BMW o Audi. Ancho, bajo y con un capó muy largo, tiene espacio más que suficiente para una maquinaria de 3,3 litros configurada en V6, con dos turbos, que produce 365 caballos de fuerza y 510 Nm de torque máximo.

Estéticamente, este Stinger tiene cara de aguijonear el aire con una enorme boca flanqueada por sendas tomas laterales que refrescan los considerables discos de freno controlados por pinzas de cuatro pistones, cortesía de Brembo. Una muy apreciada carta de presentación de sus posibilidades dinámicas, también sugeridas por sus aditamentos aerodinámicos traseros.

Le sigue además una cintura fuerte, que sustenta visualmente una caída curvada de techo que define al más clásico coupé. Kia, en esta ocasión, juega con el Stinger al espíritu más europeo y construye también un portón trasero de gran tamaño, muy al estilo del Audi A5, para definir su tercer volumen. Escapes dobles que solapan un discreto difusor terminan de poner una nota deportiva sin duda de lo más espectacular.Por dentro, el habitáculo acomoda muy bien a cinco adultos, de talla normal, sin problemas. Mientras, los asientos delanteros son más envolventes merced a los apoyos costales, que aceptan muy bien a casi cualquier persona.

La instrumentación incluye una pantalla en el centro -entre el tacómetro y el velocímetro-, que informa tanto de los pormenores del viaje como del modo seleccionado. Estos últimos son: Smart, Eco, Comfort, Sport y Sport +. Estos modos afectan mucho a la gestión de la transmisión automática de ocho relaciones y un poco menos a la dirección. En la consola frontal hay una pantalla táctil de buen tamaño. Lo mejor del Kia Stinger, sin embargo, es el resultado final. El conjunto motriz siempre puede brindar respuestas muy contundentes. Tiene mucha fuerza desde las 2.000 rpm y gracias a una caja de cambios bien escalonada, empuja más que bien.
 Ayuda mucho también que el Stinger tenga una suspensión firme, que otorga una marcha no tan sedosa como la de una de los sedanes premium alemanes con los que quiere competir, pero que sí filtra de manera muy efectiva casi todo lo que encuentren las ruedas a su paso. En la práctica, el auto puede manejarse de un modo sosegado, pero si se lo exige, ofrece prestaciones donde el auto se siente muy liviano y ágil. Y esto último es notable para un auto cuya masa total ronda los 1.800 kg. Usando el modo Sport, la dirección permite acometidas precisas, donde el Stinger se muestra casi neutral, en gran parte debido a sus sistema de tracción integral.

Si se aplica el modo Sport +, el auto se vuelve un poco más salvaje, ya que el control de estabilidad permite jugar bastante más. Como reflexión final, es claro que Kia ahora apuesta por los consumidores elitistas con un auto desinhibido, que por todos lados exuda ganas de salir al paso a modelos consagrados en el segmento de los GT.

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