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Directora nacional del Sename:

Susana Tonda "Estoy en la lucha"

martes, 14 de agosto de 2018

Por María Cristina Jurado. Fotografías: Sergio Alfonso López
Entrevista
El Mercurio

Dos días antes del anuncio del Presidente Piñera sobre el proyecto de ley que reemplazará al Sename por nuevos servicios, su directora hace un sincero recuento del momento más desafiante de su carrera, a la cabeza de esta cuestionada institución.



En Chile desde que tenía cinco años -nació en Argentina-, María Susana Tonda Mitri se forjó en los números. Estudió un año y medio Licenciatura en Matemáticas en la Universidad de Chile, pero terminó recibiéndose de ingeniera comercial en la Universidad Católica, dos carreras que le dieron el soporte intelectual para elevarse como una ejecutiva brillante, pero de paso implacable, en empresas nacionales y multinacionales desde los años 80, cuando emergió al alero de Sebastián Piñera, a quien señala como su jefe más marcador. Más tarde, esta recién nacionalizada chilena -solo completó el trámite este año, después de 58 en el país- demostró una segunda veta. En 2006, y por siete años, dirigió el Hogar de Cristo. Así selló una imagen de mujer con sensibilidad social.

Con todo, dice hoy Tonda, nunca se esperó la llamada del Presidente para dirigir el Servicio Nacional de Menores, quizás la entidad pública más cuestionada de Chile y a punto de ser reemplazada por el Servicio de Protección a la Niñez y el de Reinserción Juvenil, más modernos, efectivos y acordes con los tiempos. Una llamada que recibió tres días antes de que asumiera Piñera.

-Cuando recibo la llamada y me dice que era el Sename lo primero que tendí a pensar fue: "no, qué horror". Pero cuando me empieza a decir por qué me necesitaba que no me puedo restar a una necesidad de este tipo, yo lo empiezo a pensar. Y digo: "si el Presidente y Dios quieren que yo esté acá, aquí tendré que estar". (....) Si Dios me puso esto en el camino, y quizás mi padre, quien falleció y me cuida, por algo es. Y aquí estoy. (...) Yo siento a veces susto. Y muchas veces, cansancio. Susto de que no seamos capaces de avanzar todo lo que nos gustaría avanzar. Y a veces tengo sensación de angustia por lo que ha pasado. A veces lo paso mal.

-El Sename son 200 mil niños, 900 sumarios a resolver y un informe lapidario de la ONU que ve a la institución en crisis radical. ¿Qué piensa en las mañanas?

-Que tenemos una gran oportunidad de comenzar a actuar para solucionar esta crisis. Todos los diagnósticos coinciden, si vemos los estudios que existen desde 2013 y antes. (...) Coinciden en que, como Estado de Chile, en esto hemos fracasado. Muchos gobiernos. Y yo creo que esto es un problema de Estado, el sistema ha fracasado, no solamente el Sename. El sistema entero de protección. La inexistencia, por ejemplo, de medidas de prevención es un tema gravísimo. ¿Qué pienso en las mañanas cuando me levanto? Que estoy, como digo yo, en la lucha, que todavía estoy con ánimo, que todavía estoy con ganas, pero con una tremenda responsabilidad. Es pesado, es difícil, el desafío es enorme. Más complejo de lo que yo suponía cuando llegué al Sename. Yo creo que uno, cuando está afuera, no conoce con exactitud lo que sucede adentro. (...) Lo más importante es que todavía no pierdo el entusiasmo.

-¿Cómo le gustaría dejar a los servicios que reemplazarán al Sename para irse tranquila a su casa el día que finalice su tarea?

-Creo que si logramos rediseñar el sistema de cuidados alternativos, incluyendo los nuevos modelos residenciales y fortaleciendo los programas ambulatorios para mantener a los niños en sus familias, es una gran cosa. Es una tarea grande y titánica. Si logramos eso, me iría tranquila. Ojalá se apruebe la separación de los servicios lo antes posible, que también es una meta. Pero creo que si aprobáramos los dos servicios nuevos sin implementar el rediseño del sistema, no les cambiaría la vida a los niños.

-En un acuerdo histórico, el Presidente firmó junto a nueve ministerios compromisos para reforzar la calidad de vida de los niños del Sename. ¿Esto ayudará a mejorar el trabajo con los niños?

-Definitivamente. El Sename no cuenta ni contará nunca con ciertas competencias que son responsabilidad de ministerios. No cuenta ni va a contar, ni debería contar, con expertises en salud mental, en diagnósticos y tratamientos, en rehabilitación de drogas, en temas de educación. No se trata de que el Sename se transforme para subsidiar los servicios y productos que tienen que entregar esos ministerios a nuestros niños. Se trata de que trabajemos coordinadamente, ¡porque ellos son los especialistas! Y necesitamos no que nos ayuden, sino que asuman sus roles y responsabilidades. Como debió haber sido siempre.

-Entonces, ha habido una falla histórica.

-Una falla histórica. Intersectorial, absolutamente. Primero, una inexistencia de programas, tareas y objetivos de prevención de vulneración de derechos, que va a abordar la Subsecretaría de la Niñez, que antes no existía. Una ley de garantía de derechos, que tampoco existe. Y cuando ya los niños han sido vulnerados en sus derechos, el sistema de protección del Estado requiere de una red intersectorial potente y fuerte. Los niños que están en el sistema de cuidado alternativo están bajo la protección del Estado. Y el Estado tiene su cuidado personal en muchos casos: los que están en residencias, los que están en familia de acogida. Y no es posible que no les aseguremos una salud de calidad, una salud mental de calidad. A ellos tenemos que asegurarles que tengan matrícula en colegios, que tengan refuerzo para que no estén rezagados en colegios. Pero los colegios, si no los ayudamos, no saben hacerlo. Porque estos niños están dañados, son complejos.

Un desafío, muchos gobiernos

Cae la tarde en una biblioteca infantil de la zona poniente de Santiago, donde Susana Tonda eligió hablar. Es alta y sus ojos denotan cansancio. Hace frío, pero nada la distrae. Dice que piensa en sus diez nietos, entre los dos y veinte años, cuando visita a los chicos recluidos. Habla de Lisette Villa, la menor muerta en el Cread Galvarino de Estación Central en 2016:

-¿Yo, qué le diría a Lisette si la viera hoy? Le diría que es una persona que necesita cariño, apoyo, que necesita muchas cosas para reparar, y que nosotros vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudarla a reparar su daño. Es una niña que fue tremendamente dañada, que tenía graves problemas de salud mental, y no fuimos capaces de entregarle lo que ella necesitaba. Le diría que mi compromiso es a concho. (...) Me duelen Lisette y muchos niños. Me duelen los que terminan en justicia juvenil, que son muchos.

La directora del Servicio Nacional de Menores recuerda su primera visita, en abril, al Centro Galvarino de Estación Central:

-Me impactó personalmente. Salí con ganas de llorar, aunque uno sale siempre con angustia de las distintas residencias y centros. Y tengo el recuerdo, cuando cierro los ojos, de haber salido de Galvarino, que es donde falleció Lisette, con unas ganas de llorar y con una sensación de angustia tal, que yo decía, ¿por qué tenemos a estos niños chicos en sistemas carcelarios? ¡Están encerrados! Me acordaba de mis nietos. Y los niños te abrazan, se acercan y te piden cariño. Están ávidos de cariño. Y uno mira esos muros altos, enormes de altos, las puertas blindadas, todas con llave. Y uno dice: ¡Chuta! Ese no es un ambiente emocionalmente protector. Y no quiere decir que, si lo tuviéramos, no vamos a tener crisis. ¿Pero, qué posibilidades tenemos de reparar el daño en esos niños? Y de verdad te angustian.

Su mirada se pierde en libros infantiles apilados por tamaño. Recuerda casos en Galvarino, otro en el Maule.

-Cierro los ojos y veo a dos niños. Uno era un crespito exquisito que estaba tratando de aprender, estaba haciendo tareas, en reforzamiento escolar. Y que lloraba. Lloraba porque extrañaba a su familia, por más que había estado vulnerado en sus derechos. Salí, me subí al auto. Y me acuerdo de haber dicho: "Tengo una sensación de angustia que tengo hasta náuseas". (Era) una sensación de angustia que me oprimía el corazón, una angustia increíble. Fue fuerte. (...) Galvarino es un Cread que tiene niños de entre 6 y 12 años, chiquititos.

Y en el Centro de Protección Entre Silos, Maule, Susana Tonda vio a una adolescente de 15 años, que lloraba desesperadamente y había llegado el día anterior. Había dejado atrás a su madre y a su guagua pequeña, y no se conformaba, encerrada.

-Esas cosas marcan. Marcan porque nosotros tenemos que trabajar con esas niñas, ayudarlas a reparar su daño. Y ojalá se revinculen lo más rápido posible con su familia. La familia de origen, en general, es la mejor opción: tenemos que ser capaces de trabajar con ellas.

-Al asumir dijo que el proceso en el Sename no duraría más de un año y medio. A la luz del informe ONU, ¿sigue pensando igual?

-Yo lo que dije fue que un año y medio era lo que nos iba a tomar para empezar a que los cambios que se fueran implementando, fueran a notarse. Sigo pensando que en un año y medio, por lo tanto en un año más, deberían empezar a notarse. Por ejemplo, lo que hoy se firmó debiera empezar a dar algunos resultados. No creo que se terminen los cambios ni siquiera cuando se termine el gobierno. Pero sí, que cuando termine, deberemos haber sentado las bases de cambios estructurales y otros de corto plazo. (...) Este es un tema de Estado. Y qué bueno que se tome así. Que veamos que es un tema de largo plazo, y que van a pasar dos otros gobiernos, creo que eso vamos a necesitar. No podemos seguir con que un gobierno desarme lo que hizo el otro. (...) Creo que la ciudadanía lo está exigiendo. Hoy está exigiendo cosas que antes no exigía. El país cambió totalmente: los niños antes no eran tema.

-¿Por qué el Presidente puso a la cabeza a una ingeniera calificada en gestión?

-Creo que el Presidente, y de hecho me lo dijo, creía que yo tenía las competencias, no solo de gestión, sino de capacidades de diseño estratégico para ir avanzando en la solución de los problemas. Acá tenemos graves problemas y deficiencias de gestión técnica y administrativa. Y eso hay que atreverse a hacerlo. Y yo tengo el liderazgo que me dan las competencias y la experiencia. El liderazgo y las ganas de enfrentar cambios. Porque los cambios generalmente traen muchos costos para uno.

-¿Qué costos podría pagar usted?

-Creo que va a haber detractores. Pero creo que cuando lo hacemos participativo, como lo estamos haciendo, y vamos tomando decisiones, tenemos que intentarlo. Tenemos que tener el foco en los niños y hacer los cambios que benefician a esos niños. Y a veces hay costos que asumir. Yo estoy dispuesta a asumir los costos que me corresponden.

-En paralelo a resolver la crisis, usted deberá enfrentar no solo 900 sumarios, sino a una gran planta funcionaria que teme sus palabras de "la crisis no se resolverá sin costos". ¿Cuántos sumarios, por su gravedad, podrían terminar en la justicia?

-En el Sename, desde antes que llegara yo y ahora, y me alegro que así sea, tenemos la obligación de que cada vez que hay una sospecha de maltrato o abuso, en forma paralela debemos abrir un sumario y hacer las denuncias respectivas. Por lo tanto, hay algunos que están en denuncia. No soy capaz de dimensionar cuántos pueden llegar, pero de 900, hay más de 200 que están por sospechas de maltrato o abuso. Algunos de ellos van a terminar en destitución, seguramente, como han terminado algunos ya, y otros en denuncias en el Poder Judicial. Encuentro tremendamente triste que tengamos 900 sumarios. Es una cosa horrorosa.

La política, Piñera

Tonda dice que tiene "clarísimo" que carece de las competencias para meterse en política contingente. Y que jamás lo haría, ni ahora ni en el futuro. Habla de Sebastián Piñera con admiración. Lo aprecia como su mentor: trabajó con él en el ámbito financiero, recién egresada de la universidad.

-¿Qué aprendió de Sebastián Piñera en su carrera?

-Lo que más aprendí es que Sebastián Piñera, como jefe, nos dejaba hacer, y si nos equivocábamos, nos respaldaba. Nunca sentí que si tenía un problema porque me equivocaba en algo, me iba a caer sola al precipicio. Y que se iba a lavar las manos. Y creo que esa es quizás la mayor enseñanza que logré de Sebastián Piñera como maestro. Nos incentivaba a asumir riesgos, a crear. Era una metralleta. Le decían 'la locomotora'. Y efectivamente era una locomotora. (...) Tuvimos proyectos que diseñábamos con él cuando éramos bastante jóvenes. Creamos un Fincard de cero.

-¿Qué entendió que no debía aprender de él?

-Quizás en esa época lo que teníamos que mejorar juntos, y él ha mostrado un cambio entre el primer y segundo gobierno en eso mismo, fue en darle tiempo a los procesos cuando fuera necesario. A veces era un poquito impaciente, y yo también. Aprendí que esa impaciencia había que moderarla.

-En "Piñera, biografía no autorizada", se la recuerda en los 90 y 2000 tan implacable como su jefe. Le decían "la locomotora Tonda". Y en Lan se recuerda su difícil relación con los sindicatos. ¿Cómo piensa tener éxito en su tarea actual?

-Con mucha cercanía, pero también con franqueza. Creo que la cercanía, el cariño y el apoyo hacia los equipos y a las personas con que trabajamos no pasa por no ayudarlos a que reconozcan en qué cosas tenemos que ser mejores. Nosotros tenemos que cambiar a una cultura de mucho mejor trato hacia los niños. (...) La dureza no pasa por decir las cosas que hay que decir y por apoyar para que las cosas se corrijan. La dureza pasa, quizás, por no tener la sensibilidad y la empatía de entender al otro. Y yo creo que tengo la capacidad de entender al otro.

-¿Qué regla de oro aprendió joven que aplica hoy?

-Que los equipos de trabajo son los que hacen lo que hay que hacer, y uno es parte de ese equipo de trabajo. Y que nada se puede hacer solo. Sin buenos equipos de trabajo, no se avanza. Y la otra regla de oro es la lealtad a dos cosas: a las agendas institucionales por sobre las personales, y a las personas que se la juegan por una causa y cometen un error. Error es aprender. Yo siempre les digo a mis equipos, y a mis alumnos cuando hacía clases, que conozco solo a dos grupos de personas que no han cometido errores en la vida: los que no hacen nada y los que le echan la culpa al del lado.

"Yo maduré casada"

A sus 63, casada hace 45 años y con cuatro hijos, Susana Tonda ha recorrido un camino personal no exento de altibajos. En este tiempo, se separó dos veces de su marido traumatólogo, diez años mayor. La primera vez fue cuando su hija menor tenía cinco años, hoy tiene 33. La segunda, hace cinco años, cuando ambos tomaron la decisión de distanciarse, pero continuar compartiendo la casa de La Reina Alta donde aún viven. La vivienda forma parte de un condominio familiar donde también habita su madre argentina, de 88 años.

Dice la ingeniera de sus separaciones:

-Yo creo que tuvo que ver que, de alguna manera, los diez años de diferencia a veces producen distintas velocidades de maduración. Él era mucho más maduro que yo. Yo maduré casada. Lo que está claro es que quisimos volver.

-¿Qué efectos tuvo en usted?

-Dolores. Creo que cuando uno se separa... (...) Yo creo que fueron por una sensación de que no lo estábamos pasando bien juntos. Ninguno de los dos tuvo otra pareja nunca, en ninguna de las dos separaciones. Y eso hace (creer) que, de alguna manera, estábamos destinados a seguir juntos. Y ahora nos entretenemos juntos, a veces sin hablar. Solo acompañándonos.

Paradojalmente, este era el año en que esta ingeniera comercial bajaría sus revoluciones. Desde joven, y ordenadamente, se armó una estructura de ahorros para no tener que trabajar por obligación después de los 60. En eso estaba cuando la llamó Piñera para dirigir el Sename. Se ríe cuando se acuerda: hoy, dice, trabaja más que antes.

-Llego tarde a mi casa. Comemos con mi marido, estamos viviendo ya solos, tengo a mis 4 hijos casados. Algo le cuento, pero no demasiado para no abrumarlo a él. (...) Comemos, conversamos algo, nos acostamos y alcanzo a ver diez minutos de televisión y me duermo. Y al día siguiente me despierto cuando mi marido me lleva desayuno, muy temprano. Me regalonea todos los días con desayuno.

-Más allá de lo profesional, ¿qué balance personal hace sobre su carrera?

-Si lo analizo, estoy segura de que tuve costos porque además soy de la generación culposa. Pero estoy orgullosa de los cuatro hijos que tengo. Y no sé si les hice falta, pero si volviera atrás, volvería a hacer lo mismo: creo que es importante lo que yo he hecho en mi vida profesional. (...) A lo mejor les hice falta en algunas cosas, pero a lo mejor les di otras también, que se complementaron y los hicieron crecer y desarrollar al máximo sus potencialidades.

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