martes, 17 de julio de 2018
Economía y Negocios Online
Oliver Flögel General Partner de Scale Capital
Llevamos varias semanas inundados por dos noticias que afectan el futuro de las telecomunicaciones en Chile y nuestro desarrollo. Por un lado, la Corte Suprema dio la razón a la organización de defensa de los consumidores Conadecus en una demanda contra Claro, Entel y Movistar donde, en nombre de una mayor competencia, limita el uso de espectro de estos operadores. Prácticamente al mismo tiempo, la Subsecretaria de Telecomunicaciones ha anunciado que congela el uso comercial del espectro de la banda de 3500MHz adjudicada en el año 2001.
Para entender el impacto de estas medidas es importante comprender como funciona el espectro radioeléctrico. Daré únicamente una explicación conceptual y pido a los ingenieros de telecomunicaciones que me perdonen.
¿Alguna vez han usado un “Walkie-Talkie” y se han encontrado con otra conversación? Esto es porque dos comunicaciones estaban usando el mismo espectro. Hoy billones de personas en el mundo hacen uso del espectro radioeléctrico, desde las radios, televisiones y teléfonos móviles hasta wifi, bluetooth y un largo etcétera de servicios menos conocidos.
Para ordenar el uso del espectro y evitar un caos global de comunicaciones la Unión Internacional de Telecomunicaciones, organismo técnico dependiente de la ONU hace recomendaciones de que porción del espectro radioeléctrico puede ser usado para qué servicio y los distintos países miembros se encargan de licitar este espectro a los operadores de telecomunicaciones, quienes desarrollan sus redes y negocios sobre estas concesiones. Gracias a este esfuerzo internacional nuestros teléfonos funcionan en todo el mundo sin interferencias.
Los equipos de redes de las empresas invierten millones de horas hombre y euros, dólares o pesos para ajustar sus redes para que funcionen como una máquina de relojería, haciendo los ajustes necesarios con gran precisión para que las conversaciones y el trafico de datos se distribuya entre el espectro disponible de manera tal que millones de conversaciones simultaneas convivan en el aire y a través de las antenas.
Fui Gerente General de Telefónica durante el proceso de fusión con BellSouth y en ese momento el Tribunal de Defensa de la Libre competencia condicionó la compra a reducir el espectro de la sociedad fusionada en 25MHz en un plazo de seis meses. La operación de fusión entre Telefónica y BellSouth era una operación a nivel latinoamericano, donde Chile representaba una pequeña parte del total. Si hubiese sido una operación independiente nunca se hubiese llevado a cabo, dada la complejidad técnica y el impacto económico del fallo judicial.
En ese momento el desafío tecnológico era migrar menos de un millón de clientes y el mercado tenia menos de una quinta parte de su tamaño actual. La enorme complejidad técnica hizo que a pesar del heroico trabajo de todo el equipo tuviésemos una gran inestabilidad y pérdida de calidad en nuestras redes, y terminamos demandados por la misma organización de defensa del consumidor que hoy esta impulsando una nueva migración a una escala sin precedentes.
El Fallo de la Corte Suprema es un error basado en un anacronismo. Es cierto que distintos países impusieron hace décadas limitaciones de espectro para facilitar el paso de uno o dos operadores de redes de telecomunicaciones a entre tres y cinco, pero es una práctica abandonada hace años. Conforme las barreras de entrada han ido bajando, se comparten más elementos de red y han ido apareciendo nuevos modelos de negocio, como los operadores móviles virtuales.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones sugiere que para el año 2025 los países deberían asignar entre 1340 y 1960 MHz de espectro para cubrir las demandas de tráfico que van desde los servicios tradicionales que conocemos hoy hasta sofisticados servicios como los sensores o la conducción autónoma.
Si cumplimos las recomendaciones del organismo internacional y mantenemos nuestro límite de espectro en 60MHz, implicaría tener entre 20 y 30 redes móviles independientes desplegadas a lo largo de Chile. ¡Un récord mundial! Mas allá de la inviabilidad económica, ¿Se imaginan el daño ambiental de decenas o centenas de miles de nuevas antenas y cables de transmisión en cada esquina del país?
En un escenario que claramente es un sinsentido, la Subtel tomado la decisión de congelar el uso comercial de la banda de 3.500 MHz.
De la misma forma que retrocedimos dos décadas con el fallo de la Corte Suprema, la Subtel estuvo adelantada dos décadas cuando en 2001 entrego sin mayores contraprestaciones el espectro de 3.500 MHz para el desarrollo de una tecnología poco desarrollada como es el WiMax, que finalmente fue descartada. Desde entonces el espectro ha tenido relativamente poco valor y salvo algunos desarrollos de internet fijo inalámbrico no ha tenido mayor aplicación comercial.
20 años después, con la llegada del 5G, un espectro que hasta hace poco era marginal hoy es una pieza fundamental para el futuro de las comunicaciones y que mejor contexto que el impracticable fallo de la corte suprema para repensar su uso.
Empieza una discusión compleja, donde se combinan elementos técnicos, jurídicos, de negocio y de desarrollo país y donde los interlocutores tienen intereses que definitivamente no están alineados.
La mesa esta servida para una negociación apasionante y, como las mejores series de Netflix, habrá un nuevo episodio cada semana.
Los negociadores ya están dando sus primeros pasos y ya se está poniendo sobre la mesa un límite de espectro más amplio.
Es importante que tengamos claridad de que, si se toman malas decisiones, esta vez no estamos jugando con buses oruga o nuevos recorridos, estamos jugando con el combustible. No será “El Transantiago de las Telecomunicaciones” abusando una vez mas de la tan manoseada frase, sino que podríamos ser el único país del mundo donde el teléfono fijo resurja con fuerza, después de haber inutilizado las redes móviles del país.
Por favor no tomemos decisiones en nombre del consumidor o el avance tecnológico sin entender el impacto de estas.
