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Diez años de la muerte de Saint Laurent

Los caminos de su marca

martes, 17 de julio de 2018

Por Juan Luis salinas T.
TENDENCIAS
El Mercurio

Cinco diseñadores han tratado de reinventar el sello de una de las más legendarias casas de moda francesa. Desde Alber Elbaz al actual Anthony Vaccarello, se enfrentaron al reto de conjurar el fantasma de un modisto que se adelantó a su tiempo.



En septiembre del año pasado, días después de que Anthony Vaccarello presentó su tercera colección para Saint Laurent y las redes sociales explotaron con las imágenes del desfile que organizó a orillas del Sena con las luces de Torre Eiffel como marco de fondo, el diseñador aseguraba en una entrevista con Vogue París: "Pienso en todo Saint Laurent cuando empiezo una colección, pero no me propongo hacer una colección Saint Laurent".

Desde que en 1999, Yves Saint Laurent empezó a desprenderse de la casa de modas que fundó a comienzos de los años 60, una secuencia de creadores de las más diversas procedencias y con miradas estéticas muchas veces bastante alejadas del universo que el modisto francés desarrolló originalmente. Enumeremos: el israelí Alber Elbaz, quien fue el único que fue escogido por el mismo diseñador. Luego vinieron el tejano Tom Ford, quien le dio un toque de sexualidad a la marca; el italiano Stefano Pilati, quien retomó el clasicismo pero fue criticado por su poca innovación, y Hedi Slimane, quien llevó el legado de Saint Laurent a un espacio indeterminado entre el desaliño rockero y la libertad californiana.

Y ahora está Vacarello -un diseñador italo-belga de 39 años que durante un tiempo estuvo al frente de Versus, la marca juvenil de Versace- , quien asumió la dirección creativa de Saint Laurent a fines de 2006.

La llegada de Vacarello, en todo caso, estuvo rodeada de polémica y bajas expectativas.

Su antecesor había sido Hedi Slimane, un diseñador de culto entre los especialistas, quien durante los cuatro años que estuvo en la firma dividió a la crítica especializada y a los compradores. Además de darle a una marca una estética más oscura y cercana a la escena rockera underground, Slimane realizó cambios: trasladó los cuarteles creativos de la empresa desde París a Los Angeles y decidió que la marca solo se llamaría Saint Laurent Paris. Los seguidores acérrimos del legado del modisto miraban con distancia y desconcierto sus colecciones: les parecían una mezcla poco refinada de ropa vintage, diseños juvenilmente masivos y consideraban que en ellas solo había rebeldía pero cero creatividad. Los seguidores de las tendencias, en cambio, celebraban sus ocurrencias. Slimane les parecía un desenfadado, un creativo capaz de renovar una casa de modas sin quedarse como un simple cancerbero de las glorias pasadas.

En marzo 2016 la periodista Cathy Horyn, quizás la más insolente de las críticas contra el trabajo de Slimane, escribía en New York Times: "Muchos diseñadores, si se molestaran en mirar las imágenes del último desfile de Hedi Slimane para Saint Laurent -cazadoras denim y vestidos tras combinados con tiaras-, querrían probablemente tirar la toalla hoy mismo y retirarse a Ibiza. Y no es solo el éxito comercial de Saint Laurent lo que les deprime, sino la mezquindad y cinismo que hay detrás. No hay alegría, ni ingenio, ni belleza, ni ironía, ni gusto, ni -me voy a atrever a decirlo- esperanza expresadas en esta colección.

Lo curioso es que los números decían lo contrario. En sus cuatro años al mando, Slimane hizo duplicar los ingresos de la marca, al modernizar su imagen y conectarla con una clientela más joven. Aún así, un mes después de la crítica de Cathy Horyn, el 1 de abril de 2016, el grupo Kering, propietario de la marca, anunciaba el despido de Slimane. En su comunicado oficial, el presidente de Kering, François-Henri Pinault, decía: "Estoy muy agradecido a Slimane y a todo el equipo de Yves Saint Laurent, por haber marcado el camino que la firma ha abrazado, que garantiza la longevidad a esta marca legendaria".

Cuando el nombre de Vaccarello fue confirmado en el puesto, el comentario generalizado era que afrontaba una tarea difícil. Debía satisfacer a los nostálgicos más intransigentes de la época dorada del universo Saint Laurent, al tiempo que también debía satisfacer las demandas de un público juvenil ávido de novedades y atrevimiento.

El legado

La sombra de Saint Laurent es larga, poderosa y, a diez años de su muerte, mantiene la ubicuidad que poseen los grandes. El modisto, que partió antes de cumplir los 20 años como ayudante de Dior y que luego se convirtió en su sucesor, esbozó durante sus más de cuatro décadas de carrera gran parte de los códigos de vestir que hoy conocemos y los nuevos creadores juegan a reinventar. Sus creaciones marcaron el pulso de los 60. Desde la silueta de los vestidos, hasta la forma de entender el negocio de la moda. En 1966, siguiendo el olfato comercial de su ex pareja y socio comercial Pierre Bergé abrió Rive Gauche, su boutique prêt-à-porter fuera del circuito oficial de la costura francesa. Al otro lado del Sena. Así se consolidó como una piedra angular de la moda contemporánea. Desarrolló una batería de creaciones, solo comparable con las propuestas de Poiret, Balenciaga, Chanel y su maestro, Dior.

Yves quebró los códigos, se adelantó a su época y se convirtió en un referente para las nuevas generaciones. Lo asevera el mismo Vacarelle en una entrevista que a comienzos de año publicó Vogue: "Saint Laurent era parte de nuestras vidas, lo conocieras o no. Estaba en la forma de la chaqueta que se ponía tu madre. Estaba en todas esas imágenes que aprendías al estudiar moda".

Qué duda cabe. Yves fue el primero en traspasar el esmoquin masculino y el pantalón al guardarropa femenino. El primero en mezclar arte y moda, al crear diseños inspirados en el trabajo de artistas como Andy Warhol, Mondrian, Picasso o Van Gogh. Su listado de aportes al estilo continuó con el escandaloso see trough dress, un vestido de muselina transparente con plumas de avestruz. Luego vinieron las colecciones inspiradas en África que impusieron el estilo safari y la sofisticación del look hippie, con la aclamada línea inspirada en los ballets rusos.

Aunque en los '80 y '90 aburguesó su propuesta, en esas décadas vinieron los homenajes que lo avalaron como una leyenda de la moda. Partiendo por la retrospectiva de su obra que en 1983 se inauguró en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York, que luego fue seguida por otras en el Palacio de Bellas Artes de Pekín y el Musée des Arts et de La Mode de París.

Los sucesores

Los capítulos finales de su carrera en la moda estuvieron marcados por las crisis de salud de Yves y las maquinaciones comerciales. A fines de 1998, luego que Saint Laurent asumiera sus problemas emocionales, su socio comercial Pierre Bergé convocó al diseñador israelí, Alber Elbaz para que tomara la dirección de las colecciones Prêt-à-porter de la firma. El plan era que Yves solo se concentraría en el desarrollo de su línea de alta costura. A pesar de la buena recepción de su propuesta, el affaire con la casa Saint Laurent solo duró dos temporadas. La compra de la firma por el conglomerado Gucci y la llegada de Tom Ford como director creativo marcaron su salida. Tras la partida de Elbaz se bosquejó el final de la carrera de Saint Laurent. La venta de su marca al grupo italiano significó que la dirección creativa de su línea prêt-à-porter pasara directamente a Tom Ford. Aunque Saint Laurent mantuvo el dominio de sus colecciones de Alta Costura, las cosas ya no fueron las mismas. El creador francés despreciaba el trabajo de su sucesor y se negaba a asistir a sus desfiles. La crisis llegó en enero de 2002 cuando, en medio de una sorpresiva conferencia de prensa, Yves comunicó el cierre de su línea de alta costura y su retiro de la moda. Después de esa despedida, la figura del costurero comenzó a perderse en un sinfín de conjeturas sobre su estado de salud. Desapareció de la vida pública. Solo tuvo una fugaz aparición en octubre de 2004, cuando el italiano Stefano Pilati presentó su primera colección para la marca, luego de que Tom Ford terminara su contrato con Gucci. Entonces, Saint Laurent ya evidenciaba los primeros indicios del cáncer que le causó la muerte el 1 junio de 2008.

Stefano Pilati estuvo ocho años al frente de las colecciones de Saint Laurent. Aunque con su llegada las ventas se incrementaron, la sobriedad aburguesada de sus diseños no convencía a los ejecutivos del conglomerado PPR -ahora Kering- propietario de la marca. Dos días después de su desfile de despedida, el 7 de marzo de 2012, se oficializó la llegada de Hedi Slimane como el nuevo nombre capaz de revitalizar el legado de Saint Laurent. Una tarea, que diez años después de la muerte del fundador de la marca, ha significado el trabajo de cinco creadores que, en diferentes estilos, han tratado de conjurar el fantasma del diseñador. Una tarea que, según explicó Anthony Vaccarello en una entrevista con NYT a comienzos de año, no lo tiene preocupado. "Todo el mundo tiene su propia visión de lo que debería ser Saint Laurent, y eso ya lo sabía cuando empecé. Sabía que hiciera lo que hiciera, a algunos les encantaría y otros lo odiarían. Pasó lo mismo con Hedi, y con Stefano [Pilati] antes que él. Pero no tengo problema. De hecho, hasta me gusta". *

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