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9 mil hectáreas nuevas Plantadas ya suma Convento Viejo

lunes, 09 de julio de 2018

Arnaldo Guerra Martínez
Campo
El Mercurio

Tierras de secano en Lolol y Nilahue suman millonarios proyectos de frutales y cultivos con seguridad de riego, gracias al innovador sistema de embalse concesionado. Cerezos, paltos, nogales, almendros, viñas, olivos, cítricos, comienzan a cambiar la cara de esta hasta hace poco árida zona. El potencial son 26 mil hectáreas y todavía queda agua para llevar a Marchigüe, en otra etapa.



"L olol era muy pobre. Fue una zona de extrema pobreza. Nadie quería venir para acá y ahora se le dio vuelta el mundo", dice Roberto Pérez Lozano, viticultor, dueño de Agrícola Los Espinos y Agrícola Zapallar, mientras recorre junto a su socio Rodrigo Araya el campo que tienen en el sector de La Palma, en Lolol, VI Región. A un lado están las plantaciones de vides viníferas, al otro una zona todavía con espinos a la espera que se inicie la segunda etapa del proyecto.

Roberto Pérez desde 1974 que está en la zona y desde ese tiempo que venía anunciando que un día iba a llegar el agua y que todo iba a cambiar.

Aunque llegó el asfalto primero a los caminos, su vaticinio se cumplió y, de un momento a otro, tierras de rulo, muy baratas, con limitadas posibilidades agrícolas, pasaron a costar un ojo de la cara. Así, campos de entre 50 y 100 hectáreas, que antes podían comprarse completos en 30 millones de pesos, ahora una sola hectárea cuesta entre $15 millones y $40 millones.

Lo que pasó fue que por fin el embalse Convento Viejo, también conocido en la zona como "cuento viejo" porque desde 1945 que se habla de él, está en plena operación. Riega la zona de Lolol con un innovador modelo concesionado, único hasta ahora, en el que ya no se requiere tener derechos de agua, sino que el agricultor puede comprar la cantidad que necesita. Son 26 mil hectáreas posibles de ser regadas.

Pérez Lozano cuenta que en su campo las chacras originales se dedicaban a sembrar trigo, a cultivar garbanzos, maíz, y a la ganadería bovina, en medio de espinales, con baja producción. Lo que faltaba era poder regar. Cuando el agua llegó, se decidió a plantar tomates, con los que llegó a tener 50 hectáreas. Con la ganancia volvieron a la uva vinífera, que ha sido el negocio familiar. Plantan en parrones un proyecto que involucra 50 hectáreas -ya llevan 16- con las cepas merlot y tintorera, y a futuro pondrán cabernet sauvignon, con los que apuestan a un mayor volumen producido con ese sistema de conducción. Es una iniciativa que considera cerca de $300 millones, todo con riego tecnificado.

En el valle se multiplican los ejemplos y las inversiones como las de Pérez Lozano, incluso con plantaciones inéditas y de mayor rentabilidad como paltos y cerezos, además de otras en boga , como nogales, almendros, ciruelos y cítricos en Nilahue.

Triple propósito

La idea de regar los valles más importantes de Colchagua viene del siglo pasado y recién en 2003 se terminó de construir la primera etapa de la historia moderna del embalse.

Dos años después comenzó la actual construcción que se adjudicó la Sociedad Concesionaria Embalse Convento Viejo -compuesta por las empresas Besalco, Brotec y Belfi- para elevar a 237 millones de metros cúbicos la capacidad, en un espejo de agua de más o menos tres mil hectáreas. Si se requiere, esa capacidad podría aumentar en 30 millones de m {+3} más si se sube el muro un metro.

Las obras llevan aproximadamente 89% de avance, con la construcción del muro y los dos canales matrices de 6 km cada uno, el túnel La Lajuela de 1 km y un sifón de 1,93 km, único en Sudamérica, que transportan el agua hasta el secano costero. Además, está en construcción la red de canales que ya lleva 115 kilómetros para llegar a unos 120, plantea José Antonio Aldunate, gerente comercial de la concesionaria.

Asegurar el agua a terrenos que dependían solo de la lluvia para producir es una verdadera revolución por las posibilidades que se abren.

"El propósito del embalse es dar seguridad de riego a los regantes de la Junta de Vigilancia del Estero Chimbarongo y a los valles de Nilahue y Marchigüe", agrega Aldunate. Estos agricultores contaban con un embalse de 26 millones de metros cúbicosy ahora reciben 50 millones de m {+3} en los meses de máxima demanda para sus cultivos.

La obra embalsa aguas del estero Chimbarongo y derrames del río Tinguiririca, pero el agua que comercializa proviene en 100% del río Teno.

El proyecto plantea regar 21 mil hectáreas, pero después de que han avanzado las temporadas se dieron cuenta que pueden llegar a 26 mil en el secano costero del valle de Nilahue, porque la demanda de agua de los cultivos ha variado con los adelantos tecnológicos.

"Con eso, son 170 millones de m {+3} disponibles para esta temporada, y como tenemos nueve mil hectáreas con contrato, creemos que vamos a vender 16 millones de m {+3} . Y hacia 2030 alrededor de 108 millones de m {+3} . Estas cifras están avaladas por un estudio de GSF Ingenieros", señala Aldunate.

La tercera parte del proyecto es una central de paso, que empezará a funcionar esta temporada. Es una hidroeléctrica de 16,6 Mw, capacidad que podría servir, por ejemplo, para dar energía a todo Curicó.

La inversión, cercana a los US$ 200 millones para el riego y otros US$ 30 millones por la central de paso, fue financiada por el MOP y la concesión es a 30 años. Eso sí, como el proyecto estuvo paralizado algunos años, se negocia ampliarlo seis años, lo que terminaría en 2036, para volver a ser concesionado.

Esta temporada los cultivos contratados ocupan 9 mil hectáreas, aunque la incorporación al sistema ha sido algo lenta. De hecho, de esas 9 mil ha, hay seis mil con el riego instalado, mientras que las tres mil restantes están trabajando en ello y debieran tenerlo este año.

Todo mecanizado

El campo de Agrícola Trani, en el sector de Villa Larraín, son 160 hectáreas que hasta hace poco estaban cubiertas con eucaliptos. Con la llegada del agua, en 2016 comenzó la recuperación de 60 hectáreas en las que se plantaron nogales. Pero primero hubo que cosechar y sacar los renovales, limpiar, y con parte del material hicieron diques de contención para proteger de la erosión una quebrada de 900 metros del campo, conforme a una idea propuesta por Conaf de San Fernando.

"Se colocó la variedad chandler, con portainjerto Juglans regia y marco de plantación de 7 x 5 sobre camellón; se direccionó la plantación a través de la pendiente y se pusieron 15.200 plantas", señala Fernando Aladro, agrónomo y representante legal de la empresa.

Para el proyecto construyeron un tranque con geomembrana con capacidad para seis mil m {+3} , pero la necesidad de agua durante la temporada fue de 49 mil m {+3} , para lo cual utilizan Convento Viejo. Pese a que la plena producción se espera para el año 2020, pues se plantó en septiembre pasado, ya tuvieron una pequeña cosecha de 100 kilos, de plantas que muestran ya todo su crecimiento. Si se cuenta el precio del terreno, el vivero, el riego, el manejo de suelo, los camellones, el tranque, oficinas, bodegas, agua potable, luz, la inversión implicó alrededor de $ 1.680 millones.

"Está hecho todo para cosecha mecánica, y con la idea de externalizar todos los servicios, tanto las aplicaciones y la recolección; vamos a tratar de no tener ni una máquina, ni un tractor, y con eso vamos a tratar de salir adelante", señala Fernando Aladro.

Doble apuesta familiar

La empresa de la familia Mascaró está dedicada básicamente a la producción de las ahora cotizadas ciruelas d'agen, a la uva vinífera y también a una pequeña crianza de vacunos. Para eso, dicen, tienen la suerte de tener pozos profundos, lo que les permite tener cultivos con riego tecnificado y, además, tranques acumuladores de aguas invernales.

Pero ahora en dos campos situados a la entrada de Lolol esperan dar un salto mayor. Ya los terrenos, hasta ahora resecos, están preparados y listos para la instalación del riego y de las plantas.

"Ahora con la llegada del agua vamos a hacer una plantación de 11 hectáreas de cerezos, con dos variedades, que son las que requieren menos horas de frío, ya que esta no es zona tan cerecera. Esta es una apuesta; no está muy bien probado y no hay huertos en producción en la zona todavía, sí plantaciones establecidas hace dos años, pero no en plena producción. El otro es un proyecto para 20 hectáreas de viñas, con cabernet sauvignon clon d-46, conducido en espaldera", señala Hernán Mascaró, a cargo de la inversión.

Así, otros dos terrenos hasta ahora principalmente ganaderos y trigueros, y antiguamente en los que se ponía garbanzos, avena con vicia y praderas para animales de crianza, mostrarán próximamente un cambio rotundo.

La inversión llega a aproximadamente 400 millones de pesos, solamente hasta la plantación.

"Después se verá la estructura y posiblemente la colocación de techo ante eventuales heladas o lluvias cuando esté en producción entre agosto y fines de noviembre, en que deberíamos salir con la fruta", agrega Mascaró.

De la viña esperan que al tercer año empiece a producir, dependiendo de las condiciones climáticas y de los manejos. En las cerezas será al cuarto año. Con este frutal se hará una formación adecuada para huertos peatonales, que impliquen no usar escalera en la cosecha.

Con mano española

De Prado es una compañía familiar, de origen español, dedicada a la agricultura, específicamente al olivar y al almendro. Cuenta con plantaciones en España, Portugal y Chile, en las que suma más de 8.000 hectáreas plantadas en regadío e industrializada para elaborar como producto final, aceitunas de mesa y aceite de oliva. Se instaló en Chile en 2015 con la compra de un campo de olivos que tiene 740 hectáreas, con riego por goteo, plantadas principalmente con la variedad arbequina, para elaborar aceite extra virgen, en la que la norma es realizar el proceso de extracción durante las siguientes horas después de la cosecha de la aceituna.

Para el riego tienen pozos y derechos de agua suficientes, pero la llegada del agua de Convento Viejo también los benefició.

"Ya no tenemos que extraer el agua del pozo a una gran profundidad, sino que la tenemos a la altura del suelo; entonces, eso nos produce un ahorro importante de energía que después podemos utilizar para otros manejos y mantención del campo. El ahorro es entre 25% y 35% anual, lo que es bastante, porque al final uno de los mayores gastos que tiene una plantación agrícola es el energético en riego", señala Carlos Lozano, gerente de De Prado en Chile.

La producción es procesada en el campo con una almazara que también ofrece servicios a terceros a maquila. Cerca del 90% de la cosecha es exportada, principalmente a España e Italia, con una alta calidad, destaca Lozano.

"El valle hoy es prácticamente árido, pero va a conseguir una mayor vitalidad; hay mucha gente que habla de Convento Viejo, de cuándo llega y de que eso le va a facilitar plantar más o que sus propias producciones puedan conseguir mejores rendimientos, porque les falta agua. Creo que nos encontraremos en una situación de mayores plantaciones dentro de unos pocos años y un mayor valor del terreno, porque va a ser una realidad que se van a poder plantar más hectáreas en el valle", asegura Lozano.

También los pequeños

"Toda la vida nos hemos dedicado a la agricultura tradicional, porque no teníamos agua. Solo podíamos optar a cultivos de invierno -trigo, avena-, pero en estos años secos que hemos tenido hasta esos cultivos están malos, porque uno tiene que mirar para el cielo nomás para cosechar algo y ya no están siendo rentables hoy", comenta Patricio Díaz.

Este agricultor de cultivos tradicionales se atrevió a plantar dos hectáreas con cerezos ahora que tiene agua asegurada.

"Para nosotros fue la salvación. Esta zona se secó toda. Antes podíamos hacer cultivos a la orilla del estero, elevábamos agua con motores, pero como ha llovido poco en los últimos años se secaba en octubre. Hace 5 años teníamos una siembra a la orilla del estero y se nos secó, y la íbamos a perder. Conseguimos que de Convento Viejo nos echaran agua para acá, aunque no estaban hechos los canales todavía, pero estaba el túnel. Así pudimos salvar las siembras de esa temporada", cuenta.

Ahora con los canales en las cabeceras de las propiedades, el año pasado empezó la plantación de cerezos.

"Estábamos frenados en esta zona, que iba a desaparecer si no llegaba el agua", comenta Patricio Díaz.

La inversión -cercana a los 25 millones de pesos solo en plantas y riego- la hizo, como dice, "a puro ñeque", con ahorros y lo que le da el arriendo de maquinaria y los cultivos que hace en un campo arrendado. A la espera de la producción, está postulando al subsidio que entrega la Comisión Nacional de Riego.

Para Díaz todo es nuevo. No tiene experiencia con frutales y solo pudo ahorrar en el arreglo del terreno con sus máquinas. Hasta ahora va todo bien con un gran crecimiento de las plantas.

"Según me han dicho, la rentabilidad de una hectárea de cerezos puede ser de entre 20 millones y 30 millones de pesos. Si habláramos de $20 millones, serían $40 millones. Yo arriendo todos los años entre 150 y 200 hectáreas, y las dedico a avena y trigo, y con eso no me quedan $10 millones, y eso que pongo la maquinaria. Entonces, esto es algo que no necesita análisis", dice Patricio Díaz.

En terreno se aprecia una sola voz a la hora de esperar que las autoridades pongan el foco; por ejemplo, en los concursos de fomento al riego, en estos sectores nuevos con agua asegurada, lo mismo que en el plano crediticio.

La siguiente etapa, que también requiere de la decisión estatal, es llevar agua a los agricultores de Marchigüe que tienen urgencia de que el riego llegue a sus tierras. La concesionaria tendría disponibles 60 millones de m3 que servirían para regar cerca de 13 mil hectáreas. "Está la necesidad, la factibilidad técnica y el agua. Solo falta que el Ministerio de Obras Públicas nos de la orden", comenta José Antonio Aldunate.

57 TRANQUES contempla el proyecto. A la fecha, hay 37.

1% DE LOS COSTOS en los proyectos de frutales es del el agua, según las tarifas establecidas por el MOP.

11 MIL DÓLARES CUESTA poner una ha de riego en el valle de Nilahue. US$ 3 mil en Marchigüe.

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