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Estudio financiado por Conicyt y el Research Council del Reino Unido:

El impuesto a las bebidas azucaradas logra reducir su consumo entre los chilenos

miércoles, 04 de julio de 2018

C. González
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Si bien se observó una baja de hasta 21,6% al mes, su impacto no es homogéneo en la población. Investigadores estiman que el gravamen debería ser mayor.



Está considerada como una de las estrategias más eficientes para combatir la epidemia de obesidad y sobrepeso y, por lo mismo, ya son varias las naciones y ciudades que han optado por aplicar impuestos sobre las bebidas azucaradas. Así lo hizo Chile, en octubre de 2014, convirtiéndose en el segundo país de la región, después de México, en adoptar esta medida.

Ahora, un estudio realizado por investigadores de la U. de York, en el Reino Unido, y de la U. de Chile, muestra que su impacto ha tenido un sabor agridulce en el país: si bien el consumo mensual de bebidas con alto contenido de azúcar se redujo hasta en 21,6%, la tendencia se ha observado sobre todo en hogares de ingresos socioeconómicos medios y altos, y no así en los de menores recursos.

Asimismo, no hubo un alza en el consumo de productos bajos en azúcar, en los cuales se redujo la tasa impositiva.

"Muchos países luchan contra los problemas relacionados con las enfermedades crónicas y la obesidad. Hasta ahora, pocos países han implementado realmente políticas fiscales en esa línea. Chile es una rara excepción y es importante ver cuál ha sido el efecto", dice a "El Mercurio" Marc Suhrcke, profesor de la U. de York, y autor principal del trabajo publicado ayer en la revista PLOS Medicine.

Según el doctor Cristóbal Cuadrado, de la Facultad de Medicina de la U. de Chile y uno de los autores de la investigación, los "resultados sugieren una reducción significativa en el consumo de azúcar proveniente de bebidas después de la implementación del impuesto. Desde una mirada de salud pública, incluso pequeños cambios en el consumo de azúcar pueden generar un impacto positivo en la salud de la población".

Para el estudio -que contó con financiamiento de Conicyt y del Research Council del Reino Unido, país que introdujo un impuesto similar en abril pasado- se analizaron los patrones de compra de abarrotes de los hogares chilenos durante tres años previos a que se introdujera el impuesto, hasta un año después de su implementación.

Así se vio que entre los grupos socioeconómicos medios y altos, el volumen mensual de compra de bebidas azucaradas cayó en 16% y 31%, respectivamente. En el grupo socioeconómico bajo, la reducción llegó a un 12%.

"Ver una disminución en los grupos de ingresos medios y altos ya implica una buena parte de la población. Sin embargo, la disminución no significativa en el grupo de bajos ingresos va, a primera vista, contra lo esperado", dice Suhrcke.

A su juicio, un factor que puede explicar esto radica en que los grupos de ingresos altos y medios estarían más informados para tomar decisiones de compra en base a lo que el impuesto implica: que estas bebidas son menos saludables. "Este puede ser particularmente el caso en Chile, en donde no hubo una gran campaña en torno a la implementación de impuestos".

Algo que sí ocurrió en México, por ejemplo, que introdujo un impuesto del 10% en las bebidas azucaradas en enero de 2014 (en Chile, el impuesto aumentó de 13% a 18%), además de implementar campañas comunicacionales sobre el tema.

A juicio de la doctora Eliana Reyes, directora de la Asociación Chilena de Nutrición Clínica y nutrióloga de la Clínica U. de los Andes, los resultados del estudio no permiten determinar con certeza si la baja en el consumo se debió solo al aumento en su precio o también, a que "un grupo de la población tomó mayor conciencia del problema". Por ello, estima que, tal como lo plantea la OMS, los impuestos deberían ser más altos.

Suhrcke concuerda con esa idea. "La política (en Chile) parece haber tenido 'algo' de efecto con un impuesto fiscal relativamente pequeño. Los legisladores, probablemente, podrían lograr mucho más con un impuesto más alto, e incluso más si no solo se grava el azúcar en los refrescos, sino también en otros alimentos".

Y recuerda que, por sí solo, el impuesto no resolverá el problema de la obesidad y sus patologías asociadas. "Este tipo de medidas es solo parte de un paquete general de políticas que, si está bien diseñado, puede hacer una contribución significativa".

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