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Enrique Concha & Co.:

Apuesta por más diseño

sábado, 23 de junio de 2018

Texto, Beatriz Montero Ward. Fotografías, Carla Pinilla G.
Entrevista
El Mercurio

Varios hoteles y casas, un tren de lujo en Perú y un barco crucero que recorre la Patagonia son algunos de los proyectos recién terminados por esta oficina de arquitectura y diseño. Sin embargo, la gran novedad es la apertura de su nueva tienda en Av. Nueva Costanera, en una señorial casa de estilo inglés, donde muebles, antigüedades y objetos decorativos se aprecian en su real escala. "Por ahora, un rincón de París", afirma Enrique Concha.



F ueron seis meses de trabajo para dejar como en su mejor época una de las construcciones más emblemáticas, y una de las últimas que quedan en pie, en avenida Nueva Costanera, entre Vitacura y Alonso de Córdova. No se tiraron muros ni se hicieron cambios estructurales, solo se puso el acento en recuperar y restaurar sus magníficos espacios de los años 50, con preciosos papeles murales y pulidos pisos de parqué, de manera de lograr el marco perfecto para su última apuesta: una nueva tienda, pero esta vez con ambientes reales, decorados como en una casa de verdad.

Una tercera vitrina que habla del permanente afán de reinvención de esta oficina de diseño creada en 1985 por Enrique Concha y Francisco de la Lastra, pero también de su interés por los desafíos. "Apareció esta casa de los Kattan Said, preciosa, que era perfecta para un nuevo proyecto", explica Enrique. Así, sin pensarlo dos veces la arrendaron y comenzaron a gestar lo que resultó en una puesta en escena que Concha sintetiza como "un rincón de París, donde la suma de cosas bonitas produce espacios bonitos". Y de inmediato aclara: "Ojo, la decoración la hizo entera un grupo de la oficina. Yo no me metí en nada".

¿Hay alguna diferencia entre esta tienda y las otras de Enrique Concha & Co.?

-Hace dos meses compramos en el mundo -Europa, Estados Unidos y Sudamérica- distintas cosas, pensando en conceptos para cada una. El Golf, probablemente, tiene un sello bien contemporáneo; Huechuraba es más una gran bodega, de tres mil metros cuadrados, que ofrece un gran mix de soluciones y alternativas, especialmente en materia de muebles; y Nueva Costanera, un lugar con una atmósfera interior mágica, que se acerca al mundo real en cuanto a las proporciones de los espacios concretos de una casa.

Por eso cada recinto tiene un carácter singular, siempre respetuoso del estilo que este diseñador ha venido imponiendo por más de tres décadas. Un estilo que se sintetiza como una impecable mezcla de muebles de líneas contemporáneas y de otros antiguos ingleses, con objetos decorativos de diseño actual y de inspiración oriental como complemento, que él y su socio se encargan de seleccionar en ferias, fábricas y grandes tiendas en el extranjero. "Nuestro criterio de elección se ha formado mirando. Entonces, entre cientos de cosas, en un segundo te das cuenta de qué es lo que debes comprar: porque tiene calidad, es distinto, el precio es adecuado y visualizas que marcará tendencia", comenta Concha. En la planta baja están el gran salón, el comedor y un escritorio, pero también la sala de exhibición de artículos de decoración. En el segundo piso, en cambio, se ambientaron un par de estares, un gran dormitorio y una pequeña habitación al estilo de un boudoir francés, empapelada con motivos chinos que hablan un lenguaje sofisticado, liviano y actual. Más arriba está el entretecho, el que se acondicionó como refugio de invierno, de campo o montaña, con muebles gastados, tapices de lana, objetos de madera...

¿Es consciente de que sus tiendas son para una élite?

-Sí, porque los muebles y objetos selectos no son para un mercado masivo. Hemos pensado muchas veces ampliarnos a otras realidades, pero por distintas razones no nos ha resultado. Nunca hemos hecho el ejercicio de comprar grandes volúmenes, y desgraciadamente las cosas escogidas y traídas en pequeñas cantidades tienen un precio mucho más alto.

¿Cuál es la palabra que mejor los identifica?

-Versatilidad, de todas maneras. Imagínate que en todos estos años de existencia hemos hecho alrededor de 70 hoteles, barcos cruceros que navegan la Patagonia, trenes de lujo que unen Cusco y Machu Picchu, y decenas de restoranes, casas y departamentos en Chile, Argentina, Estados Unidos... Una locura.

Recién terminaron el Hyatt de Lima que, a juicio de Concha, "quedó espectacular", y el Hyatt Centric aquí en Santiago. Llevan un año desarrollando, en conjunto con el arquitecto Samuel Claro, el proyecto de remodelación del Club de Polo, y están también haciendo el spa del hotel Mandarín Oriental, en una construcción de mil metros cuadrados junto a la piscina. "Llevamos un par de años ocupados de la arquitectura interior y decoración de una tremenda casa en San Francisco, California, y recién la semana pasada terminamos otra en Buenos Aires para un importante hombre de negocios", dice.

¿Cuál es su papel en cada proyecto?

-Estoy en todos y en ninguno; entro y salgo de cada uno, desde el más pequeño al más grande. De esa manera puedo ejercer una mirada descontaminada a medida que el proyecto avanza, y puedo opinar con libertad. Aquí se trabaja en equipo, y para eso también hay que tener el corazón libre en cuanto a la firma, a la autoría.

Ustedes tienen la imagen de una oficina exitosa. ¿A qué cree que se debe el éxito?

-Me cuesta responder... pero creo que es a nuestra forma y proceso de trabajo, que es amable; a nuestra capacidad de mirar y observar qué es correcto hacer en cada encargo. Pero, sobre todo, a que los resultados contienen belleza, y eso se capta de inmediato.

¿Cree que la firma habría tenido el mismo éxito si llevara otro nombre?

-Sí, y te lo digo así de claro, sin titubear. Porque no es cuestión de nombre, sino de trabajo en equipo. El resultado final es la suma de piezas y partes aportadas por todos. Creo que a eso se debe el éxito.

De la larga lista de proyectos en ejecución de esta oficina, que suma más de 50, Enrique Concha no duda en señalar como el más desafiante el diseño interior del aeropuerto de Santiago, que están realizando junto a GA. Arquitectos. "Porque son decisiones de mucha envergadura", comenta en su oficina de El Golf, donde exhibe un par de enormes cabezas, varios torsos y troncos escultóricos realizados por él en cerámica rakú, obras que en el último tiempo ha incorporado también en algunos de sus encargos. "Llevo como seis años trabajando la arcilla con esta técnica oriental en un taller en Pirque, y el proceso es alucinante", dice.

Pero si de proyectos impresionantes se trata, para este diseñador que recién integró el directorio de la Fundación Artesanías de Chile ninguno supera el de la ambientación y configuración interior del avión Falcon 7 X de un cliente, de la firma francesa Dassault, en el que está trabajando y del cual no puede dar mayores detalles. "Solo decir que, lejos, es lo más complejo que he hecho. La próxima semana viajo a Suiza a afinar detalles", advierte.

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