Un equipo particular

jueves, 14 de junio de 2018
Carlos Valenzuela Sotomayor
Opinión
El Mercurio

Señor Director:

Hoy empieza el Mundial de Fútbol. Durante un mes, muchas miradas estarán puestas en Rusia. Serán semanas intensas para los amantes del fútbol.

Desde la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre hemos querido crear nuestro propio equipo, con jugadores que representan a muchos otros jugadores. Deportistas de la vida que, sin focos ni aplausos, luchan por ganar un partido decisivo: su victoria es hacer felices a quienes han sido encomendados a su cuidado. Les presento a parte de nuestro equipo:

Como arquero proponemos a la hermana Annie Demerjian, que dedica su vida a atajar goles en Siria, a frenar con agilidad los golpes del destino para cientos de familias. Su misión principal es acoger y acompañar a los que sufren, evitar que el hambre o la enfermedad logren derrotarlos.

Todo buen equipo necesita un gran defensa central. Quién mejor que el obispo de Maiduguri, en Nigeria. En uno de los lugares más brutalmente atacados por los yihadistas de Boko Haram, monseñor Doeme ejerce su liderazgo ayudando a las víctimas de los terroristas (viudas, huérfanos y niñas violadas). En el mediocampo está el sacerdote iraquí Georges Jahola. En esa posición la organización del equipo es vital y eso es lo que él hace, liderando el proyecto de reconstrucción de los pueblos que fueron destruidos por ISIS, el año 2014, en la Llanura de Nínive. En la delantera ponemos a la misionera italiana Catarina, quien en el corazón del bosque de Bereima, en Papúa Nueva Guinea, educa a los niños más pobres, sin dejarse vencer por el cansancio. Con capacidad ofensiva y de remate, cambia la vida de los niños.

Todos los días en el mundo, incluido Chile, miles de sacerdotes y religiosas organizan su propio Mundial de Fútbol, a favor de los más necesitados. ¡Ayudémosles a ganar!

Carlos Valenzuela Sotomayor
Director nacional Ayuda a la Iglesia que Sufre