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Los entretelones de la cita entre Kim y Trump:

Las salidas de libreto que marcaron la cumbre

miércoles, 13 de junio de 2018

Motoko Rich The New York Times
Internacional
El Mercurio

SINGAPUR La cita entre Trump y Kim estuvo llena de gestos que revelaron lo que los protagonistas no contaron.



Cuando el Presidente de EE.UU. saca un iPad y muestra al líder de Corea del Norte un video estilo sinopsis de Hollywood, que presenta el posible futuro del Norte, con aviones de combate y lanzamientos de misiles interrumpidos con imágenes de niños bailando, pizza artesanal y amaneceres sobre rascacielos, uno sabe que no se trata de una cumbre ordinaria. En realidad, el encuentro entre Donald Trump y Kim Jong-un nunca iba a ser una cita cualquiera.

El video, que la Casa Blanca también exhibió a periodistas antes de una rueda de prensa con Trump, mostró la sensibilidad televisiva del Presidente.

Con una potente voz en off y una banda sonora que iba aumentando su volumen, el video puso de relieve la elección que tiene que hacer Kim, pero sin mencionar específicamente las armas nucleares o el alivio de sanciones: "estrechar la mano de la paz y disfrutar la prosperidad como nunca lo ha visto" o ir hacia "más aislamiento".

Aunque la declaración que surgió de la reunión no avanzó sustantivamente en los esfuerzos para desnuclearizar a Corea del Norte, el simbolismo de la reunión entre los líderes de dos países enemigos fue enorme.

Para Kim, un dictador millennial que ha ordenado las ejecuciones de 340 personas, incluido su propio tío y su medio hermano, fue la legitimación de facto de su país en la escena internacional, un golpe propagandístico magistral del Estado rebelde. Para Trump, era una oportunidad de reclamar su lugar en la historia, como el primer Presidente estadounidense en encontrarse con un líder norcoreano.

Juntos dieron vida a un teatro político como ningún otro.

A pesar de que los dos países no tienen relaciones diplomáticas formales, todo el desfile apuntó a una reunión entre iguales: desde las banderas detrás de los líderes cuando se encontraron hasta su ingreso a la sala donde firmaron la declaración.

La escena de Trump estrechando la mano de Kim, sonriendo y describiendo un "vínculo muy especial" entre ambos, contrastó con las disputas en la cita del G-7 en Canadá, días antes, donde el Presidente había atacado a los aliados más cercanos de EE.UU.

La reunión de Kim y Trump también tuvo fuertes diferencias con la cita de Kim con el Presidente surcoreano, Moon Jae-in, en Panmunjom, la frontera entre las dos Coreas, en abril. Esa reunión de cierta forma preparó la atmósfera para la cumbre de Singapur y fue coreografiada por expertos con imágenes de armonía y bromas alegres entre los dos líderes coreanos. La escenografía del encuentro de Trump con Kim no parecía tan sofisticada. Pero hubo muchas escenas fascinantes, incluyendo momentos claramente espontáneos que le dieron emoción.

Tras un breve paseo después del almuerzo, Trump llevó a Kim a dar un vistazo a su limusina presidencial, un Cadillac conocido como La Bestia. Por un segundo pareció que Kim entraría al auto.

La conmoción por la cumbre había comenzado la noche anterior, cuando Kim salió de su hotel después de un día de reclusión y realizó una visita turística a Singapur. Saludó a los transeúntes e incluso posó para una selfie con el canciller de Singapur, Vivian Balakrishnan, que lo acompañaba.

Al día siguiente, la caravana de Trump cruzó el puente hacia la isla de Sentosa unos 15 minutos antes que Kim. Pero el líder norcoreano ingresó primero al hotel. Aunque es venerado como una deidad en casa, tiene menos de la mitad de la edad de Trump, y en la cultura coreana el respeto viene con la edad. La persona que ingresa última al lugar es la que tiene el estatus más alto.

Para su primer apretón de manos, se acercaron el uno al otro desde los dos lados de un corredor con columnas, y se reunieron en una tarima, frente a la alineación de seis banderas de cada país.

Kim llevaba un austero traje negro estilo Mao. Trump vestía un traje negro y corbata roja y un prendedor con la bandera estadounidense en su solapa izquierda.

El lenguaje corporal de los líderes sugirió que Trump había asumido el papel de anciano estadista.

Su mano salió primero para estrechar la mano de Kim y le dio unas palmaditas en el brazo al dirigente norcoreano, que parecía nervioso.

Varias veces a lo largo de la cumbre de cinco horas, Trump puso una mano sobre la espalda de Kim, aunque cuando ambos salieron de la ceremonia de firma, fue la mano de Kim la que alcanzó la espalda de Trump.

Cuando cambiaron de sala para tomarse fotografías antes de su reunión solo con intérpretes, Kim saludó a Trump en inglés. "Encantado de conocerlo, señor Presidente", dijo, y después de otro apretón de manos Trump le dio una rápida aprobación con los dedos.

El único y claro esfuerzo de humor de Trump fue algo torpe. Mientras entraban al comedor para almorzar, que incluía costillas de res confitadas, cerdo crujiente agridulce y "oiseon" un pepino relleno coreano, Trump hizo un gesto a los camarógrafos. "¿Están consiguiendo buenas imágenes?", dijo. "Entonces, ¿nos vemos bonitos, apuestos y delgados? Perfecto".

Era imposible saber si la mirada de ceño fruncido en la cara de Kim era su reacción a la ocurrencia.

Poco antes de la ceremonia de la firma, dos observadores norcoreanos notoriamente nerviosos se vieron en las pantallas de TV cuando aparentemente empujaban a los camarógrafos a la parte posterior de la sala.

Un oficial norcoreano con guantes de látex apareció para limpiar e inspeccionar un lápiz que estaba sobre el lado de la mesa de Kim. Ningún asistente de la Casa Blanca prestó un servicio similar a Trump.

Con las cámaras parpadeando, los dos líderes entraron a la habitación lado a lado.

Después de la firma y las breves observaciones de ambos, se movieron rápidamente de regreso a la escalera donde su reunión había comenzado. Esta vez, el apretón de manos de Trump se vio más vigoroso. Kim miró por encima del hombro como si estuviera ansioso por irse. Se dirigió a sus ayudantes que esperaban, y Trump se quedó solo en el escenario.

PARIDAD
Desde el número de banderas hasta la cifra de periodistas que entraron en las reuniones, todos los detalles fueron negociados para proyectar paridad.

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