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Análisis de Paulo Santiago, de la Dirección de Educación y Habilidades de la organización:

Selección escolar, carrera docente y gratuidad universitaria bajo la mirada de la OCDE

domingo, 03 de junio de 2018

Margherita Cordano F.
Educación
El Mercurio

La tómbola no es perfecta, pero ningún sistema parece serlo; celebra la atención que la educación está recibiendo en Chile, pero considera "demasiado ambicioso" el proyecto de gratuidad universal.



A mediados de esta semana, pocos días después de haber llegado a nuestro país desde Francia, Paulo Santiago, jefe de la división de Asesoramiento e Implementación de Políticas en la Dirección de Educación y Habilidades de la OCDE, visitó en su oficina al ministro de Educación, Gerardo Varela. Hasta ahí llegó para conocer a la nueva autoridad, conversar sobre su agenda y reafirmar el interés de la organización -y el suyo propio- en los cambios educativos que vive Chile.

Parte importante de este interés está contenido en dos informes realizados a fines de 2017 por la organización. Se trata de documentos que, por encargo de la administración de Michelle Bachelet, analizan el rumbo educativo que ha tomado el país en los últimos años.

"La primera cosa que realmente impresiona de Chile es la prioridad que no solo han puesto los distintos gobiernos en el ámbito de la educación, sino el interés que las familias tienen en el tema", comenta Santiago, quien participó como expositor en un seminario organizado por el Centro de Medición MIDE UC, junto con el Centro de Políticas Públicas y la Escuela de Gobierno de la misma universidad.

Menos barreras

En sus informes, la OCDE destaca que Chile no cierra los ojos ante las diferencias en la calidad de la educación escolar que ofrece. "Un punto esencial en la política de los últimos años ha sido el reconocimiento de que en el sistema educativo existen desventajas para ciertos grupos; que no todos tienen las mismas posibilidades de alcanzar su potencial educativo", plantea.

El fin de la selección, del copago y del lucro son vistos como medidas positivas, que ayudan a eliminar barreras. "La tómbola no es ideal, pero no hay una medida ideal. Lo que es importante es lograr poner al mismo nivel de competencia a los distintos establecimientos", responde cuando se le comenta sobre la disparidad que puede existir entre un colegio y otro.

La Ley de Inclusión y la convivencia entre diferentes tipos de alumnos aporta, agrega.

"En cuanto a la selección, puede haber excepciones, como los colegios centrados en lo artístico. Siempre hay posibilidades de admitir eso, pero lo que no se puede hacer es que esa selección ocurra temprano, a nivel de primaria", indica.

La aparición de Servicios Locales de Educación también es bien evaluada. "Con la excepción de los municipios más grandes y con mayor capacidad, hemos visto que había dificultades en términos del manejo pedagógico de las escuelas; no todas las municipalidades tenían capacidad de hacerlo".

Sin embargo, Paulo Santiago dice que es necesario tener precauciones: al ser 68 Servicios Locales de Educación Pública, que en promedio van a agrupar cuatro comunas colindantes, es importante "seguir haciendo el esfuerzo para desarrollar mecanismos de ayuda que tengan proximidad a la escuela. Aunque haya un alejamiento de la gestión, debería haber una proximidad de apoyo". Esta mirada, agrega, no significa quitar autonomía a los directores de cada establecimiento.

Escasez de recursos

En cuanto a la nueva Ley de Carrera Docente -que entre otras cosas aumenta el tiempo no lectivo y les entrega una nueva escala de remuneraciones según su nivel de desarrollo profesional-, Paulo Santiago opina que ayudará a que la sociedad valore más la labor de los profesores.

"Pero una de las cosas que criticamos es el hecho de que no hay un período de prueba al inicio de la profesión docente; cuando el profesor entra por primera vez en la escuela puede que se quede más o menos seis años con un mal desempeño, sin que eso le signifique salir del sistema. Al inicio de la carrera no hay previsiones suficientes para identificar a aquellos que no se están desempeñando al nivel esperado, por lo que sugerimos la introducción de un período de prueba particular".

En cuanto a educación superior, la OCDE celebra que la gratuidad ayude a aquellas personas con menos recursos a sacar una carrera, pero duda de la necesidad de instalarla de manera universal. "En principio, si existe ayuda financiera pública, esta debe ser dirigida a los alumnos que si no tuvieran esa ayuda no frecuentarían la educación superior; no a los alumnos que independiente de esa ayuda ingresarían a ella", plantea Santiago.

"Donde estas políticas (de gratuidad) existen es en los países nórdicos de Europa, que tienen muchos recursos, pero que también tienen exigencias fiscales hacia sus ciudadanos que son muy fuertes", indica.

Volviendo a Chile, la OCDE indica que "es importante ayudar más a los alumnos, tratar de que haya un equilibrio; hay que poner más dinero público (en los centros de educación superior) porque hay demasiado privado. Pero si se va muy lejos, eso termina teniendo implicancia para otras cosas, hay costos de oportunidad. La educación parvularia, por ejemplo, necesita dinero. Entonces hay que tener cuidado con la gratuidad universal, porque puede que retire fondos de lugares donde es importante ponerlos".

Ante una escasez de recursos, la organización también advierte que puede bajar la calidad de la educación que se imparte, o se pueden terminar limitando los cupos para cada carrera.

"La gratuidad universal nos parece un proyecto demasiado ambicioso, que puede llevar a que no se dirijan los recursos públicos hacia donde se obtengan más beneficios".

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