Acompañando las rondas médicas en maternidad o unidades más complejas, atendiendo pacientes en el mesón de informaciones y prestando ayuda en la unidad de urgencias. Así es como la enfermera haitiana Anne Dimanche, la única que maneja el créole y el español en el Hospital de Curicó, se ha convertido en el nexo entre sus compatriotas y el personal del recinto. Oriunda de Fort Liberté, cuenta que "los pacientes llegan solo manejando algunas palabras, como el saludo o la despedida, no entienden nada más. Veo lo que les pasa para que puedan ser tratados y también les hago las preguntas que los médicos necesitan hacer", dice Anne, quien antes trabajaba en un restaurante. Además del idioma, están las diferencias culturales. Como que las haitianas entran en una suerte de trance durante el trabajo de parto, que los médicos han debido aprender a respetar, o que en muchas parejas es el hombre quien contesta las preguntas, aunque vayan dirigidas a la mujer. Por eso, tal como ocurrió antes en hospitales de Santiago, la llegada de estos intermediarios al recinto de Curicó se había vuelto una prioridad. "Es una gran ayuda, porque los partos de haitianas ya representan el 20% del total", explica la gíneco-obstetra del recinto maulino Elena Díaz. En los últimos dos años, hospitales de Coquimbo, Viña del Mar, Quillota, Valparaíso, Rancagua y Puerto Montt también han contratado facilitadoras haitianas. Se suman así al Sótero del Río, La Florida, Padre Hurtado, Barros Luco, Exequiel González Cortés y El Pino, en Santiago. En el Hospital San Pablo de Coquimbo, desde marzo Francklin Jean Baptiste, profesor de inglés oriundo de Puerto Príncipe, se desempeña como facilitador intercultural: "A los haitianos les gusta que los pueda ayudar. Antes era muy difícil para ellos, porque no hablan español y no se podían comunicar con el médico. Cuando no hay una buena comunicación, siempre surgen problemas". Su coterráneo Therius Gelin, quien está realizando la beca de especialidad de Medicina Interna en el Hospital de Rancagua, coincide en el rol clave que están cumpliendo. "La barrera idiomática es muy compleja y las veces que se me ha solicitado colaborar, lo hago con gusto", dice. En el extremo norte del país también se implementó la medida, pero la particularidad de que los facilitadores interculturales son para la población aimara. En Tarapacá hay tres facilitadoras y un colliri -así llaman al médico andino o curandero- en la red asistencial pública. "Lo que se busca, además del lenguaje, es la complementariedad entre las medicinas aimara y occidental", explica Margarita Cáceres, encargada del programa del Servicio de Salud de Iquique. Los principales problemas idiomáticos se generan en Colchane, en la frontera con Bolivia, "donde la gran mayoría de los adultos mayores son unilingüe aimaras".
En Curicó el año pasado se registraron 33 partos de mujeres haitianas. Solo entre enero y abril de este año hubo 48.