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Incertidumbre y esperanza en el inicio del proceso de regularización:

"De aquí no me muevo hasta que me den un número"

martes, 24 de abril de 2018

Juan Antonio Muñoz H.
Nacional
El Mercurio

Estuvieron toda la noche esperando ser atendidos. Su gran deseo es tener ya sus papeles en orden y así poder buscar un trabajo con tranquilidad.



Gibert y Anais traen el frío acumulado de la noche. Son haitianos y llegaron a las cuatro y media de la madrugada para iniciar el proceso de regularización de inmigrantes. A las ocho de la mañana se sienten congelados, pero quieren seguir en la vereda de calle Fanor Velasco, a pasos de las oficinas de Extranjería. Ya no hay números para la atención, pero ellos insisten en permanecer, esperando por nada. Su situación es la misma de cientos de personas apostadas allí y en las inmediaciones del estadio Víctor Jara. No hay quién los mueva.

Muchos aún no saben que son 37 los puestos de atención en la Región Metropolitana y más de 200 en el país. Funcionarios y voluntarios les repiten una y otra vez las fechas y los sitios habilitados, pero todos tienen urgencia por hacer las cosas ahora mismo. No quieren dejar pasar más tiempo. Por eso se agolpan en las puertas de los locales con un solo objetivo: ser atendidos ya.

Pedro Herrera, de Ecuador, le informa a su compatriota Pablo González: "En Padre Hurtado hay local, y yo estuve toda la noche aquí sin saber. Voy a partir para allá mañana y tú deberías hacer lo mismo y no quedarte aquí comiendo calabaza".

Incertidumbre y respeto

El ambiente es sereno, a pesar de todo. Nadie grita, se esmeran por mantener el orden. Los pocos momentos de tensión rápidamente son aplacados. "Queremos hacer las cosas bien de una vez", dice Giovanna, venezolana, "pero no sabemos qué nos pedirán. Dicen que tenemos que llevar nuestro documento de identidad y nuestro pasaporte, pero otros piensan que también tenemos que traer un papel de antecedentes y resulta que en Venezuela no nos lo dan".

Se vive un ambiente de incertidumbre, pero mezclada con respeto y deseos de pronta solución. "Queremos integrarnos bien y que no nos confundan con los delincuentes que se han colado. Podemos ser clandestinos o haber entrado como turistas, pero no queremos hacer daño a este país", declara Manuel Carlos Fuentes, de Caracas, que tampoco alcanzó un número para la atención.

Él vino solo y su cortavientos apenas logra que el frío no le cale los huesos, pero hay familias enteras con frazadas y sillas plegables, entibiándose con braseros, recostadas sobre cajas de cartón o diarios, dispuestas a pasar otra noche a la intemperie. Prepararán comida ahí mismo si es necesario. "Lo que nos complica no es tanto la espera ni el frío, sino que no tenemos baños químicos en la calle", dice Vanessa Rodríguez, argentina, que reclama también porque asegura que en las oficinas de San Antonio 580 les pusieron un bus para llevarlos al estadio Víctor Jara prometiéndoles que obtendrían un número, y allí tampoco había posibilidad de conseguirlo.

Algunos comprenden la situación, pero son muchos más los que se niegan a aceptar que es mejor dejar pasar una semana o dos para hacer el trámite: con el paso de los días bajará la ansiedad y todo será más expedito.

"Que no nos metan a todos en el mismo saco"

"El Presidente tiene razón", comenta Rosa Cortés, peruana, luego de la visita de Sebastián Piñera al estadio Víctor Jara (ver nota principal). "Soy capaz de reconocer que Chile ha sido un país bastante abierto, como él dijo, y no me gusta que me metan en el mismo saco que a esos que vienen aquí a robar. Soy una mujer pobre, con familia en mi país, que trabajo para mantenerlos. Siempre he respetado las leyes. Por eso me sentí representada cuando el Presidente dio la bienvenida a los que vienen a trabajar honestamente (...) Es increíble que Piñera haya venido hasta aquí a hablarnos. ¿Qué otro Presidente hace eso?".

La modernización de la legislación migratoria chilena es una necesidad y en general los inmigrantes están de acuerdo. Ninguno de los que aguardaba un número reclama por eso. Solo que las expectativas son grandes y mayor aún la agitación y la inquietud. Como dijo la intendenta metropolitana, Karla Rubilar, "la impaciencia de algunos es el resultado de que durante meses hubo colas y colas, pero no se hacía lo que se debía hacer".

Otra interrogante de los extranjeros es qué sucede cuando declaran haber entrado por pasos no autorizados. "Pensamos que nos iban a expulsar", admite Carlos Robles, boliviano. "Pero no es así. Si entramos clandestinamente o con visa de turista, cuando nos inscribamos en este registro mantendremos nuestra condición, pero cuando termine el proceso y tengamos nuestra visa temporal por un año, sí vamos a poder trabajar".

La información tranquiliza a Carmen, dominicana, que confiesa haber entrado "de manera clandestina y por eso estoy desesperada por tener mis documentos en orden. De aquí no me muevo hasta que me den un número".

Paciencia
El trámite se puede iniciar hasta el 22 de julio, por lo que se recomienda esperar a que baje la afluencia de público.

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