Hace seis años llegaron a esta casa, con dos hijos y la suerte de recibirla recién remodelada. Una construcción en Vitacura, de los años 60, de un piso, fachadas de ladrillo y suelo de parqué, que sumaba elementos nuevos como baldosas en la cocina, una piscina y baños en cada pieza, y en la que ellos no tuvieron que agregar nada salvo una terraza. "Hemos ido muy de a poco, amoldándonos según van creciendo los niños". Y ahora que son tres, de entre 4 y 10 años -más un perro-, necesitaron hacer algunos cambios. Muchos objetos los traen de viajes: "Soy embelequera, nunca me va a gustar lo que está en la vitrina, sino lo que está dentro del cajón", cuenta; y también encarga varias cosas afuera, como el papel mural de Anthropologie que puso en el hall de entrada, pintado a mano y con un dibujo como sacado de un cuento infantil, que da la bienvenida a esta casa en la que todo es original, con encanto y hecho para fomentar la vida familiar. PAPELES MURALES, COJINES, ARTESANÍAS Y MILES DE RECUERDOS FAMILIARES DAN CARÁCTER A ESTA CASA DONDE TODOS LOS ESPACIOS ESTÁN ABIERTOS A LOS NIÑOS.
-Estas no son casas muy grandes, entonces hay que empezar a ocupar todos los espacios. El living no se usaba y había que integrarlo, porque es el lugar más rico de la casa -cuenta la propietaria. Como les hacía falta un escritorio, decidieron instalarlo en la salita de los niños, y convirtieron el living en un gran estar familiar, llevando el comedor hacia la cocina: para eso solo tuvieron que eliminar un muro e instalar muebles nuevos pintados celestes. "Yo hago cerámica y quería ver mis cosas y tenerlas al alcance, para poder ocuparlas". Por eso colgó ahí repisas donde exhibe varias de ellas; además, le dio a esta área un gran atractivo con un papel mural de hojas verdes, una mesa larga de madera, lámparas de mimbre y sillas Valdés de cuero oscuro. "Quería mirar la cocina-comedor desde el living y que se viera como parte de este gran espacio común".
Por esto, aprovecharon de sacar las puertas originales y las reemplazaron por una grande de corredera tipo granero, el mismo sistema que pusieron entre el nuevo escritorio y el pasillo.
Más allá de estos cambios, la ambientación está en constante movimiento en esta casa. "Cada objeto que ponemos tiene un sentido y aporta a crear un espacio abierto y muy familiar. A mi marido y a mí nos encanta que se vea acogedora y que todo se use". Su espacio más vivido es el quincho que levantaron cuando llegaron; ahí se juntan invierno y verano con sus amigos, es donde se sienten más cómodos, e incluso pusieron cortinas de género que les ayudan a protegerse del sol y del frío.
En cada rincón se nota su gusto por combinar estilos, colores, materiales: las artesanías mexicanas, la colección de figuras de porcelana Royal Doulton que heredó de su papá, la de campanitas de bronce y chupallitas que eran de su abuela, además de las suyas propias, que se unen a libros de arte, canastos, flores naturales, cojines XL -es socia de la marca Cohins-; cosas nuevas y viejas que arman una atmósfera muy personal.