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Piedra de entintar

sábado, 24 de marzo de 2018

Beatriz Montero Ward. Fotografías, Carla Pinilla G.
Anticuario
El Mercurio

La paleta de piedra para mezclar y preparar la tinta para escribir y pintar tuvo su origen en China hace más de seis mil años. Desde entonces ha sido un artículo esencial de los calígrafos, cuya factura se ha llevado al nivel de obra de arte.



Una de las milenarias tradiciones de la sociedad china dice relación con el respeto con que el estudiante era incentivado a pensar en todo aquello relativo a la literatura y la biblioteca, incluidos sus materiales de escritura: los pinceles, la tinta, la piedra de entintar y el papel. Los sabios, incluso, consideraban a estos útiles como "los cuatro tesoros del estudio".

La piedra de entintar, conocida también como inkstone, era la verdadera alma del alumno, pues en ella se preparaba la tinta, que venía en barra sólida. Esta estaba hecha de una mezcla de hollín, resinas y especias, y para diluirla había que frotarla con agua contra el tintero. Las piedras para este artículo eran escogidas y seleccionadas con mucho cuidado, pues debían ser en extremo suaves y duras. Las más famosas eran las de Duan, un tipo de piedra volcánica de un tono morado o lila rojizo; las de She, de un color negro y en ocasiones con vetas oro provenientes de una mina en la provincia de Anhui, y las Tao, que eran encontradas en el fondo del río de ese nombre, en la provincia de Gansu, y que se caracterizaban por ser cristalinas y similares al jade. Se usaron por primera vez durante la dinastía Song (960-1279).

Los inkstones llegaron a convertirse en verdaderas piezas de arte al ser decorados con ricas tallas alusivas a los estudiantes o relativas a famosas obras literarias, símbolos o frases que no pretendían otra cosa que incentivar en el pupilo los más nobles sentimientos y despertar su intelecto. En el diseño se contemplaba una cavidad con cierto declive para preparar la tinta y almacenarla, y en ocasiones un depósito para el agua. Y aunque la mayoría se hacían rectangulares o redondos, hubo excepciones de piezas que alcanzaron formas diversas.

Si bien la demanda y producción de estos tinteros creció de manera considerable durante la dinastía Tang (618-905), fue durante el reinado del emperador Qianlong (1736-1799) que la elaboración de piedras de entintar alcanzó su peak creativo.

BELLEZA ESCONDIDA
La belleza de una piedra de entintar no radica en su apariencia estética, sino en la manera en que ella colabora con la barra de tinta y el agua para crear una tinta con una textura perfecta. Cada una de estas antiguas piezas lleva consigo la fuerza del estudioso que la usó, razón por la que son muy preciadas y coleccionadas por chinos y occidentales.

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