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Fundada por colonos alemanes hace 73 años al fondo de un fiordo en Aysén:

Cierran tradicional fábrica de alfombras de Puyuhuapi

lunes, 26 de febrero de 2018

Soledad Neira Farías
Nacional
El Mercurio

La crisis de las hilanderías y el alto costo de cada producción la hicieron inviable, aunque desde el extranjero persisten los pedidos.



Luego de 73 años de trabajo constante, cerró sus puertas la tradicional fábrica de alfombras de Puyuhuapi, en Aysén.

Es el fin de una prolífica historia de ingenio y esfuerzo de colonos alemanes que al fondo del canal Puyuhuapi levantaron una industria diseñando y construyendo, con maderas cortadas y labradas ahí mismo, toda la maquinaria que aún sigue en perfectas condiciones.

"Ingenieros textiles que pasaban por aquí se sorprendían de cómo en un lugar como este se pudieron desarrollar máquinas tan perfectas", cuenta Verónica Ralph, diseñadora que llegó por una práctica a la zona, y se quedó allí a formar una familia y aprender las técnicas artesanales para fabricar alfombras. Ralph se casó con Helmuth Hopperdietzel, quien heredó la fábrica de su tío Walter Hopperdietzel, el fallecido colono alemán que armó el taller, "el que ahora nos toca cerrar", dice Ralph.

La diseñadora cuenta que se necesitan tres cosas para un producto perfecto: maquinaria, mucho trabajo y lana, una fina lana, cuya alta exigencia terminó de catapultar la larga tradición de las alfombras, reconocidas internacionalmente. "Aunque dejamos de producir, siguen llegando pedidos desde distintos puntos del orbe", cuenta Ralph.

Desde la fábrica cuentan que la crisis de las hilanderías, como Oveja Tomé -sus proveedores por décadas- y el cierre de una hilandería en Santiago impactaron en el negocio. "No tenemos dónde conseguir esa lana, que tiene que ser de una raza de oveja que no suelte pelos, que se hile a un espesor determinado", detalla la mujer.

Ya mirando al futuro, el marido de Verónica empezó a fabricar cerveza marca "Hopperdietzel" con aguas de una cascada cercana. Olga Velásquez, tejedora del taller, se resistió a dejar un trabajo que desempeñaba hace 45 años y armó su propio taller. "Tiño con flores, hojas y raíces", dice.

''Hay que imaginarse en esa época la fábrica, en este lugar tan aislado y cómo se hizo. Todo en un período en que no había luz eléctrica. Y todas las máquinas manuales,
que siguen funcionando perfectamente".
VERÓNICA RALPH 
Diseñadora de Puyuhuapi

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