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Precipitaciones combinadas con dióxido de azufre y óxido de nitrógeno:

Los monumentos e inscripciones mayas viven bajo la amenaza de la lluvia ácida

miércoles, 21 de febrero de 2018

Richard García
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Especialista mexicano advierte que reliquias milenarias podrían desintegrarse en los próximos cien años debido a la corrosión de la roca caliza.



La lluvia ácida es un fenómeno provocado por los contaminantes que el ser humano vierte a la atmósfera cada día, y en México está acabando con el patrimonio cultural de la civilización maya.

Así al menos lo advirtió ayer el biólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Pablo Sánchez, quien es investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de dicha universidad.

Según explicó, las construcciones y monumentos que edificaron los mayas están formados a partir de roca caliza y su principal componente es el carbonato de calcio. Este, al entrar en contacto con esta lluvia, se disuelve, degradando las inscripciones y el legado de esta cultura.

"En un plazo de cien años se pueden perder todas las inscripciones y escrituras que hay en las estelas y en las columnas", aseveró Sánchez.

El problema es complejo, ya que estas estructuras están construidas al aire libre, por lo que están expuestas directamente al ambiente y la degradación.

El investigador ha detectado el deterioro en los monumentos de Tulum, ciudad amurallada que se construyó entre los años 1200 y 1450 y también existe evidencia recogida en otros sitios, como Chichén Itza, Coba, Chicanna, Uxmal y sitios donde las pinturas se están descascarando y las inscripciones deteriorando progresivamente.

La solución no es sencilla. Hasta ahora los restauradores desconocen cómo proteger las construcciones, cuyos dinteles y estelas se están viendo afectados de forma progresiva.

Esto ocurre porque a la roca caliza no se le puede poner una capa protectora, dijo el experto. "Las rocas tienen que respirar, absorbiendo humedad y agua y, si se les pone una capa sellante, el resultado es que se acelera la degradación".

Como consecuencia, los expertos en restauración investigan cómo poner una película protectora a los monumentos sin que esta impida el intercambio gaseoso a través de la roca.

"Mientras más grave sea la emisión y más ácida sea, peor será su daño a materiales", aseguró.

Con él coincide el químico chileno Waldo Quiroz, investigador del Instituto de Química de la U. Católica de Valparaíso, quien reconoce que el daño generado por la corrosión en los monumentos es un problema importante. "La disolución es más rápida en estructuras que nosotros en química llamamos calcáreas. Puede también ser una escultura que tiene mármol. Como este es un carbonato, también se empieza a disolver de a poco".

No es sencillo enfrentar el fenómeno, ya que el origen de las emisiones puede encontrarse a miles de kilómetros del lugar del deterioro. "Esto se traduce en que una lluvia ácida acaecida en México puede deberse a la emisión de compuestos tóxicos en Cuba o Venezuela", ejemplificó Sánchez. Este es el caso del origen de las lluvias ácidas que afectan a Tulum hace más de una década.

También se atribuye el daño a las refinerías de petróleo y las emisiones de los buses turísticos.

La lluvia ácida también afecta la estructura de los suelos, impidiendo que las plantas que crecen en él puedan absorber los nutrientes, algo que les hace más sensibles a contraer infecciones y parásitos.

En el caso de los cuerpos de agua ocurre algo similar, ya que cuando la lluvia cae sobre estos, cambia su valor de pH y "afecta a muchas especies, especialmente al plancton, que al alterarse el valor del pH altera su biología y trastoca todo lo que es la cadena alimenticia", agregó el especialista de la UNAM.

Los más afectados

La lluvia ácida ocurre cuando la lluvia normal se combina con dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno producidos por centrales termoeléctricas, procesos industriales y vehículos gasolineros o diésel. Estos compuestos reaccionan con la humedad de las nubes y hacen la lluvia más ácida de lo habitual.

El fenómeno se acentúo con la industrialización de los siglos XIX y XX y se ha reducido en los países que han adoptado políticas de protección ambiental.

La lluvia normalmente presenta un pH (indicador de acidez) de entre 5,5 y 5,1 (lo que es ligeramente ácido). Se considera lluvia ácida si presenta un pH menor.

Actualmente, los países más afectados por la lluvia ácida son China e India, debido a sus altas emisiones de dióxido de azufre, que es resultado de la quema de carbón para producir electricidad.

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