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Monserrat Álvarez

martes, 20 de febrero de 2018

Por Muriel Alarcón. Fotos: nacho rojas.
Entrevista
El Mercurio

"No traicionarme ha sido mi norte"



Pasan las cinco de la tarde. La periodista Monserrat Álvarez almuerza en un café en la Plaza Las Lilas. Recién tiene un tiempo para comer. Habla de su ritmo de trabajo y repentinamente confiesa que hubo un momento el año pasado en el que pensó abandonar la TV.

Dice que su cansancio había alcanzado niveles excesivos. Asumía que había llegado la hora de bajar las revoluciones. Pensó aumentar sus horas en la radio y también imaginó trabajar con una amiga que tiene una oficina de contenidos. Antes de tomar una decisión definitiva, Monserrat Álvarez fue al médico, quien descubrió que el origen de su malestar era su presión alta; su hipertensión.

-Trato de mantener mi vida, mi mundo, la maternidad, la pareja, trato de no morirme trabajando. Pero no me resultó este año, que me sobrepasó. Fue muy exigente -dice y agrega:

-Empecé a tomar remedios y me siento otra. Ahora me levanto en la mañana, me da sueño, pero no ando como antes. Soy lo más psicosomática que hay.

Recién fue reconocida por la encuesta anual de revista Wikén-GfK Adimark como el rostro de prensa mejor evaluado y la periodista con mayor credibilidad de la televisión chilena. El reconocimiento la enorgullece pero, ya pasados los días, dice, tiende a "incomodarla". Sentirse "expuesta" o estar "en primera línea" no es lo que busca.

-Uno recibe bien las encuestas pero también son engañosas. Son una fotografía del momento. Hay algo que no me acomoda en ser la número uno. No es ni falta modestia ni nada; pero, por ejemplo, hacer el noticiero central no era mi aspiración, a tal punto que a los dos años y medio yo me quise ir. No me quiero hacer la humilde, porque a todos los que estamos en TV nos gusta estar presentes, pero corremos el riesgo constante de depender emocionalmente del reconocimiento externo. Trato de siempre tener conciencia, de que la valía personal no esté ahí. A mí me encanta ser una segunda destacada.

-Se dijo que algunos ejecutivos no estaban
convencidos de su continuidad en el noticiero junto a Paulo Ramírez.

-Nunca me lo dijeron. Por eso digo que uno tiene que prepararse para los guatazos, porque uno puede estar súper bien evaluado y parece ser que a pesar de eso lo estaban pensando. No me lo dijeron nunca, pero me ha llegado por distintas partes que así pensaron. Que quizá, por un tema de costos, podía ser que cada noticiero fuera con una persona.

-¿Esto no la hizo replantearse en su trabajo?

-Las empresas no son las personas. De repente los jefes cambian y uno dice: "lo he dado todo por esta empresa". Hay que dar harto pero no la vida. Uno es un trabajador y en algún momento quizá no quieren contar contigo. No se puede reprochar. Las empresas son impersonales y yo lo he aprendido.

Monserrat Álvarez dice que no vive este reconocimiento como su "gran consolidación".

-Este es un súper buen momento, pero no es que yo como que me consolidé ahora. Para nada. He tenido ene buenos momentos en los que me he sentido súper realizada. Este es un momento más.

Dificultad al ver
el mundo

Monserrat Álvarez nació en California, Estados Unidos. Dice que fue una casualidad. Su papá, abogado, magíster en derecho comparado y sociólogo, hacía un posgrado y su mamá, licenciada en filosofía, lo acompañaba.

-Mi familia era bien arrojada. Con mis hermanos viajábamos desde chicos, a mi papá le fascinaba el viaje.

Desde niña, Monserrat, la penúltima de cinco hermanos, se sentía diferente a ellos.

-Eran como más perfectos. Yo me consideraba y me veía como la menos perfecta. Cada uno hizo su vida y tuvo sus conflictos. Yo era más conflictiva, pero sin drama.

-¿Por qué esa sensación?

-Nací con una cosa a los ojos terrible. Veía demasiado mal. Tengo estrabismo, hipermetropía, todo. Entonces usé parche desde los quince días de nacida, anteojos antes de caminar. Mi interpretación como psicoanalítica es que yo no vi bien el mundo de los afectos. Usé parche hasta los doce años, tenía una dificultad en ver el mundo y a mí misma. También cierta inseguridad en moverme, en equilibrarme. Siento que eso es una explicación que me he buscado, para sentir que tuve una fragilidad interior que contrastaba con que siempre tuve personalidad. No era tímida, pero tenía esta fragilidad interior, como cuestionamientos.

-¿Qué tipo de cuestionamientos?

-Siempre pensé que era adoptada. Que era a la que menos querían. Yo creo que todos hemos pensado eso en la vida. (...) Era una niña llena de preguntas, pero también de insatisfacciones... Mi niñez no fue pura felicidad y amor; vivía hartos conflictos internos. (...) Lo que he sido, lo que a veces me ha costado, la intensidad y la hipersensibilidad que tengo, que a veces es como una condena.

Monserrat nunca pensó en ser periodista. Estudió Historia y egresó con un posgrado de esa disciplina. Pero hubo un punto en el que esa carrera no calzó con su personalidad -"era un trabajo demasiado solo, árido"- y ella decidió estudiar, en paralelo, Periodismo.

Su profesión, dice hoy, le abrió el camino para su "autovaloración".

-Para mí, el tránsito para convertirme en una persona con autoestima fue en la profesión. Mis amigos saben que soy así. Básicamente intensa. Mi papá era así. Tenía esa mezcla: "atormentado y feliz".

Uno de los momentos más difíciles en su vida fue la muerte de su hermano mayor, Sebastián Álvarez (arquitecto, aunque tras la búsqueda de ser "escritor y cineasta") en un accidente en Nueva York. Él tenía 36; ella, 30.

-Ha sido lo peor de la vida y una falta de siempre. Me da pena que no haya conocido a mis hijos. Era una figura bien paternal también, pero bien entretenida; me hacía terapia todo el rato, él forjó muchas cosas profundas de mi estructura psicológica. Su muerte fue terrible.

-¿Cómo repercutió en usted?

-Me puse muy aprensiva y antes no lo era. Me pasó con mi primer hijo. Sentía la amenaza, la fragilidad. Después se me ha ido pasando, pero cuando tienes una muerte así de accidental, se te viene encima el universo de las aprensiones. Se aparece y multiplica.

Cuando su hermano falleció, estaba a poco de ser madre por primera vez. Monserrat Álvarez se había casado a los 27 con Galo Sage, hoy director de posproducción y gráfica en TVN, padre de sus dos hijos: Domingo (18) y Rita (15), y de su hijastro Adrián (26). Se separó hace tres años.

-A uno le cuesta mucho cambiar de estado civil frente a uno y frente a los otros. Es la transición más dura: pasar de ser una mujer con marido e hijos por veinte años a ser una mujer separada. Me costó acostumbrarme a que ya no tenía un marido al lado, tanto por una, como respecto a los otros, socialmente. Asumir que era una mujer, en ese minuto, sola. Pero nunca sentí la sensación de fracaso. Sentí que había sido un éxito, que teníamos una familia genial y lo sigue siendo, bastante unida. Estuvimos veinte años juntos y, para los tiempos que corren, siento que fue un éxito y no un fracaso.

El futuro

Monserrat Álvarez no debutó en televisión en el área de prensa y se ha desarrollado en una varias facetas. Ayudaron sus inicios, en los noventa, en el canal Rock&Pop, donde se abrió camino en el formato de los talk showy su carrera posterior en TVN y C13, donde ha pasado de trabajar en producción a ser entrevistadora política y conductora de otros formatos.

-Siempre he optado por proyectos que me acomoden y no por los que sean más brillantes o más grandiosos. He dicho que no a hartas cosas, porque no me tincan, porque no voy a estar cómoda. No traicionarme ha sido mi norte.

-¿Cómo han influido en su vida familiar sus horarios tan demandantes en la TV?

-Yo creo que, al principio, los subestimé, pensando que los niños estaban súper adaptados. Lo que me pasa hoy, con este horario, y el horario de la mañana, es que trato de concentrar toda la pega hasta las tres de la tarde para estar más disponible por las tardes. No siempre me resulta. Toda la energía que me gustaría tener, no la tengo a veces; no soy lo simpática o lo entretenida que podría ser por las tardes.

-¿Cómo es hacerse un grupo de amigos o de amigas en la televisión?

-Para mí, el 13, en ese sentido, ha sido tan bueno. En Protagonistas con la Cony Santa María y la Carola Urrejola nos hicimos amigas. Tenemos súper buena onda y amistad. Cuando los ambientes están claros, la hoguera de las vanidades no se enciende. (...) Cuando cada una tiene su espacio claro, no tienes que estar recurriendo a ningún codazo ni a malas artes para hacerte tu lugar -dice.

Hace diez años, cuenta, su psicóloga le preguntaba si estaba preparada para cuando ya no tuviera trabajo en televisión. Le decía que le iba a durar un año más. Pero han sido muchos.

-¿Está preparada para ese momento?

-He visto a personas que, cuando tienen que dejar la tele, les es súper difícil. Yo siempre tengo en mi cabeza ese momento (...). Intento tener en mi cabeza otros intereses profesionales. Para todos es difícil reinventarse, tienes que estar preparado internamente para cuando las cosas van bien y van mal, y es un esfuerzo. Siempre pensé que a los 40 años iba a parar, iba a estudiar Psicología, e iba a tener mi consulta.

-Pero va a cumplir 50.

-Estoy a punto de cumplirlos. Los 60 van a llegar más rápido de lo que pienso. Y me da un poquito de susto verme vieja, aunque yo me siento súper joven por dentro. No pienso tanto en el futuro. Cuando uno es más joven, tiene más metas. Ahora, no tanto. Tengo las metas de pasarlo bien en mi pega, tratar de desarrollar otras dimensiones mías. Pero es rico vivir sin tanta meta. Me siento realizada profesionalmente y contenta de estar haciendo lo que hago.

-¿Cómo se ve en el futuro?

-No sé cómo me veo. Pero no haciendo entrevistas en tele. No me veo levantándome a las 4:50 de la mañana para hacer un noticiero. Pero también uno tiene una percepción del paso del tiempo que después no es real. Me encantaría meterme en la administración municipal, ser concejal, alcaldesa.

-¿Se lo imagina?

-Puede ser. Pero no lancemos mi candidatura todavía, por favor (ríe).

-¿Qué la detiene?

-Es difícil, porque yo soy independiente, cada día más independiente. Y sé que ser independiente es muy difícil. No me interesa ser diputada. Porque es como estudiar historia. Es como árido. Si bien tiene una cosa interesante que es hacer cosas por tu país y todo, no es como lo que me interesaría en el tema. Requiere un paso y una valentía que no quiero dar todavía. No sé si tengo el cuero tan duro para esa lid. *

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