Cuando el vecino es una animita...
domingo, 18 de febrero de 2018
Josefa Herrera Zuleta
Línea Directa Comunidad
El Mercurio
Muchas "sobreviven" a la modernización vial, quejas de la comunidad y el paso del tiempo. La disyuntiva se instala cuando presentan un riesgo para los peatones, pues generalmente se ubican en sitios de alto tránsito.
Como un culto popular a quienes fallecieron en trágicas circunstancias, nuestra sociedad tiene un especial respeto por ellas. Se piensa que son un lugar sagrado, incluso milagroso, donde el alma pueda refugiarse. A veces su instalación en caminos urbanos o en sectores residenciales puede significar incomodidad en los vecinos y quien se atreva a retirarlas, debe ser valiente porque la creencia que dicta que son "muy cobradoras", pesa. Por lo general se trata de construcciones con formas de casa o iglesia, acompañadas por cruces, velas, flores, fotografías, juguetes o inscripciones, que marcan el lugar exacto donde se produjo la muerte. Popularmente hay coincidencia en que allí está el alma del fallecido, aunque su cuerpo yazga en el cementerio. Algunas parecen verdaderos templos y se llenan de mensajes y plegarias de sus fieles. Así es el caso de la muralla de Romualdito en Estación Central, una de las más concurridas en nuestro país. Pero ¿qué pasa cuando las animitas se ponen en lugares públicos, carreteras, autopistas o en espacios cercanos a su hogar? Ordenanzas y leyes Las veredas y plazas son bienes nacionales de uso público y la responsabilidad de velar por su mantención y administración corresponde a los municipios, según la Ley 18.695. Sin embargo, no existen ordenanzas o decretos municipales que normalicen y regulen el funcionamiento de las animitas. Desde la Municipalidad de Valparaíso, ciudad en donde se ubica la visitada tumba de Émile Dubois, explican que "son reflejo de la fe y creencias folclóricas, por lo tanto, como expresión popular es muy difícil normar su funcionamiento". Las animitas surgen de forma espontánea y no hay reglamento que fiscalice su instalación, ubicación, forma o medida, y tampoco existe nada que las prohíba. Es por eso que si instalan una cercana a su hogar, deberá recurrir al municipio de su comuna en donde solo podrán evaluar las condiciones del monolito y si este constituye o no un peligro. También puede contactarse con los familiares del difunto y llegar a un acuerdo. Aunque la mayoría de los problemas surgen cuando se debe construir y se ubica una en el camino. Concesiones El fervor popular dice que si alguien se atreve a sacar un cenotafio -nombre correcto- se arriesga a que algo malo pueda suceder. Es por eso que en la Dirección General de Concesiones dependiente del MOP tienen un procedimiento establecido para el tratamiento de estos elementos de religiosidad popular. Indican que en las bases de cada licitación se establecen obligaciones que las concesionarias tienen que cumplir respecto a las animitas. "Se debe desarrollar un catastro. Para cada una se confecciona una ficha que incluye la mayor información posible: nombre del fallecido, fecha de defunción, ubicación, materialidad, fotografías, afluencia de público, entre otros factores". Luego, se determina si hay quedesplazarla o no en caso de construirse una futura ruta, pero advierten que "el traslado debe ser aprobado por la inspección fiscal" y no sin antes haber contactado a los familiares e informarles las eventuales afectaciones y atender sus consideraciones, con el fin de "que el proceso de traslado se efectúe informando a la familia, la comunidad y a los eventuales devotos". Finalmente, se fotografía el estado original de la animita y sus ornamentos para mantener las características principales en la nueva locación. Las más famosas Algunas de las animitas que tienen más fieles son las de Alicia Bon, ubicada en el camino de Pedrero; Émile Dubois, que se encuentra en el cementerio de Playa Ancha, y el popular Romualdito en Estación Central. 1.527 animitas están ubicadas en las rutas operadas por el sistema de concesiones, según el catastro de obras viales de 2017.
