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De la reflexión a la acción

jueves, 18 de enero de 2018

Economía y Negocios


Rosario Navarro
Vicepresidente Sonda y Consejera Sofofa

El inicio del año siempre me genera una sensación ambigua. Por un lado creo, con mi optimismo habitual, que lograré organizar el año con calma, que planificaré y cambiaré mis antiguos hábitos y que finalmente podré tener espacios para lo que el resto del año, la rutina y el día a día, van dejando para más adelante. Para esto me preparo, escribo mis propósitos, ordeno mi oficina y mi cabeza, hago un chequeo mental y virtual de lo que sirve y lo que no. Empiezo con mi propio adviento personal y trato de proyectar al servicio de qué y dónde pondré mi talento a disposición.

Por otra parte, la oferta cultural, los excelentes expositores que vienen en el marco de congresos y seminarios empieza a copar mi agenda. Este año no ha sido la excepción (súmele a esto las planificaciones estratégicas y la esperada venida del Papa). La verdad es que parte de mí se frustra viendo pasar los días en el calendario, pero a cambio en mi libreta se empiezan a atesorar citas y mensajes, que durante el año vuelvo a releer. Pero para que estos mensaje tengan eco hay que escuchar atentamente, ponerse en una actitud humilde derribando preconcepciones y abriéndose a la posibilidad de comprender otras miradas y visiones.

Algunas reflexiones que llevo anotadas estos últimos días: repensar la democracia para el siglo XXI, viendo las oportunidades, los desafíos y los dilemas que tenemos por delante, las implicancias de la Cuarta Revolución Industrial para la convivencia ciudadana y la organización social, la modernización de los mecanismos de representación y los nuevos modelos de organización distribuida que son habilitados por internet y blockchain; el rol de la Inteligencia Artificial en la toma de decisiones sobre lo público; la concentración de la riqueza y la necesidad de más instancias de encuentro, empatía y diálogo (Congreso Internacional Democracia 2050); y a pesar de que aún no oigo el mensaje que el Papa Francisco I nos trae, espero que no nos deje indiferentes y genere cambios positivos en nuestras vidas y prácticas. Como dice un amigo Jesuita: si todo esto me deja impávido y no me moviliza a la acción ¿qué sentido tiene?

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