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Sueño rural

sábado, 13 de enero de 2018

Texto, Soledad Salgado S. Fotografías, Viviana Morales R.
Arquitectura
El Mercurio

Quince kilómetros por un camino de tierra, que es mejor en invierno que en verano, llevan hasta el sitio donde el arquitecto Ricardo Achondo armó su casa. Construida con olivillo y ramas de arrayán, es un cálido refugio donde se siente la cultura chilota y que ha construido, literalmente, con sus propias manos.



"Siempre hay algo que hacer aquí", dice el arquitecto Ricardo Achondo con los guantes puestos. Llegó a su casa de descanso, camino a Quiao -a 45 minutos de Castro-, solo por el fin de semana, y no ha parado: la entretención al exterior es máxima para alguien que disfruta del jardín y la carpintería. Cortar leña, desmalezar, hacer o arreglar algún mueble son actividades regulares, como también lo son los paseos por el bosque de su propiedad, donde, de hecho, encontró todas las ramas con las que hizo tiradores, barandas y cierres.

Fue uno de sus hijos quien lo entusiasmó para comprar un terreno en Chiloé. Junto a su mujer, Cristina, habían dejado en pausa la construcción de una casa en Cochrane, a orillas de un río, por la dificultad que presentaba el acceso. "Nos hizo un relato muy entretenido de este lugar al que había venido con sus amigos. Voy a mirar a ver qué hay, le contesté; y revisando fotos me encontré con este sitio que tenía una casa pequeña pero con mucho potencial", cuenta Ricardo. A la decisión final se sumó el apego por el campo de ella, que pasó su infancia en Linares. "Sin pensarlo mucho, nos tiramos a la piscina", agrega.
Como arquitecto, las ideas para remodelar la casa fluyeron naturalmente. Sobre todo porque la construcción original tenía soluciones que se podían rescatar y replicar al agrandarla, como las ventanas con palillaje. Además, fue levantada por su vecino, miembro de la comunidad Huilliche de la zona y quien le ayudó en la construcción de la nueva casa.

A la manera de un loft chilote, el volumen hecho con madera de olivillo tiene el espíritu rural que da lo artesanal. Agrandó la casa, dejándola constituida por dos cuerpos que enfrentan el paisaje: uno que acoge a la zona pública -de doble altura- más el dormitorio principal, y el otro donde están las demás habitaciones y donde hay espacio para sus tres hijos y sus dos nietas mellizas de 3 años. "Ellas se entretienen mucho acá, salen a pasear a caballo, y hasta juegan con la oveja del vecino", dice. El área pública goza de gran espacialidad y una cocina abierta cuyos muebles hizo él mismo, y con la presencia muy atractiva de un árbol en un puente superior. "El ducto de la campana no me gustaba, entonces pensé en revestirlo. Encontré estas ramas de coigüe botadas con sus hojas, y ocupé también ramas de arrayán. No fue fácil componer el árbol, pero lo logramos. ¡Y no se ha caído ni una sola hoja!", explica.

La ambientación está inspirada en el campo y en los años 50. Muchos de los muebles los compró en Santiago en ferias persas y en sitios de muebles usados como mercadolibre.com, y son elementos que dan cuenta del paso del tiempo, y que fueron mezclados con canastos chilotes con los que hizo lámparas, mantas y herramientas de campo que le regaló su vecino. "En las ferias costumbristas también se encuentran cosas entretenidas. Me gustan mucho los objetos con historia", dice. No solo disfruta de los mercados también hay ciertas festividades chilotas que se han transformado en imperdibles, como la fiesta del Nazareno de Caguach que se realiza en agosto. "Es realmente precioso", cuenta.

El color es sutil en esta casa. Solo en el pasillo de los dormitorios pintó las puertas diferentes para emular la tonalidad de los palafitos, el resto es la nobleza y calidez de la madera, más algunas zonas exteriores que cubrió con negro para seguir con la idea original de la construcción y que hacen que su aspecto sea dinámico. "Fue la oportunidad para liberar ideas o directrices que uno tiene como arquitecto. Era una tremenda oportunidad para relajarse y experimentar", explica.

La casa se ubica en la mitad de la isla, por lo que llegar al pacífico es parte de los paseos que hacen a menudo.


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