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Entre 2001 y 2015, más de 786 mil personas murieron de forma violenta:

En quince años, una persona fue asesinada cada diez minutos en Brasil

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Gabriel Cariello y Marco Grillo O Globo/Brasil/GDA
Internacional
El Mercurio

La cifra supera la cantidad de fallecidos en las guerras de Siria e Irak.



Marisa salió del trabajo al finalizar la tarde, como lo hacía todos los días. Embarazada de ocho meses, rechazó caminar como le sugerían sus amigas, tomó una micro y llegó al supermercado minutos antes que ellas. Diez días después de celebrar la Navidad, quería aprovechar una promoción de panes de Pascua. Un intento de robo, un tiroteo entre asaltantes y guardias, dos balas le atravesaron el intestino, hígado y útero. Sus amigas llegaron a tiempo para ver a Marisa siendo subida a la ambulancia. Madre e hijo murieron en el hospital.

"Cuando hablan de una persona que murió con un tiro, uno nunca imagina que puede perder a alguien cercano. Disparo es cosa de enfrentamiento con la policía, es cosa de quien hace algo malo. Pensamos esas cosas. Mi hermana estaba en el supermercado. Pero era el lugar errado. Y la hora errada", dice Margareth Jacinta de Miranda Paula, hermana de Marisa, casi 17 años después.

El crimen que llevó a Marisa a la muerte ocurrió el 3 de enero de 2001, estado de São Paulo. Los cuatro asesinatos de aquella tarde son parte de una historia aun más violenta que se desarrollaría a lo largo del siglo XXI: 786.870 personas fueron asesinadas en Brasil entre enero de 2001 y diciembre de 2015, de acuerdo con datos del Ministerio de Salud. Un homicidio cada diez minutos.

El número de víctimas es mayor que el identificado en guerras: el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos registra 331.765 muertes en el país entre marzo de 2011 y julio de 2017; en Irak, entre 2003 y 2017, fueron 268 mil muertes, según el proyecto Irak Body Count. Los números brasileños son casi tres veces más grandes que los iraquíes, en un intervalo de tiempo similar.

También es más grande que el número de muertes provocadas por actos terroristas. El proyecto Global Terrorism Database contabilizó 238.808 muertes en atentados entre 2001 y 2016.

Las muertes en Brasil en 15 años superan los asesinatos ocurridos en el mismo período en ocho países sumados de Sudamérica -lo mismo ocurre en relación con las 28 naciones de la Unión Europea-.

Las 786.870 vidas perdidas representan más que las poblaciones de Fráncfort, Sevilla, Seattle, Atenas, Helsinki y Copenhague, y es una vez y media el número de habitantes de Lisboa.

"Es una tragedia que nos acompaña desde hace tiempo. La seguridad pública está fuera de la agenda política. Existe un conjunto de problemas: detenemos mucho y detenemos mal, y el resultado es la violencia que sale de las cárceles y se va a las calles, con facciones del crimen organizado", comenta el sociólogo Claudio Beato, profesor visitante de la Universidad de Columbia, en EE.UU., y coordinador del Centro de Estudios de Criminalidad y Seguridad Pública de la Universidad Federal de Minas Gerais.

"La justicia es lenta, morosa, se demora nueve, diez años, para que ocurra la condena de quien comete un homicidio; en términos sociales y económicos, hay una ausencia de políticas enfocadas en la prevención", añade. Para Beato, la ineficiencia de la acción del poder público en el combate a la criminalidad comienza en la falta de un sistema de informaciones, en el área de seguridad, capaz de reunir los datos de homicidios y, desde ahí, orientar las acciones. "Esos datos (usados en el reportaje) son de Salud. ¿Cómo se hace una planificación con desfase de un año? (el ministerio divulga las informaciones al año siguiente)".

El análisis sobre el perfil de las víctimas muestra que hay un grupo más vulnerable: los jóvenes negros o mulatos. Del total de los asesinatos, 56% fueron de personas de hasta 29 años, y 63% de las víctimas son negras o mulatas. Los homicidios de hombres corresponden al 91% del total, mientras que 70% de los asesinatos fueron cometidos con armas de fuego.

La directora ejecutiva del Fórum Brasileño de Seguridad Pública, Samira Bueno, critica la omisión del gobierno federal en la discusión sobre el elevado número de homicidios en el país.

"Nunca tuvimos una política nacional de seguridad pública, tampoco una política de reducción de homicidios. Las políticas exitosas fueron experiencias realizadas por los estados, que dependían de la buena voluntad y del liderazgo de un gobernador. Pero son iniciativas puntuales", asegura.

El día 29 de diciembre de 2015, Wesley (17) fue a la iglesia evangélica donde iba todos los domingos. Al final del culto, esperaba en la puerta cuando fue baleado. La familia afirma que policías lo confundieron con un traficante; la policía dice que había un enfrentamiento con criminales y, poco después, el joven fue encontrado herido. Wesley trabajaba en un depósito de bebidas y ayudaba a su madre en los gastos de la casa: el hijo, la compañía, una renta extra, todo fue perdido aquel fin de año.

"Pese a que ahora (en diciembre) se cumplirán dos años, para mí (la muerte) fue ayer. Es siempre ayer. Parece que está ocurriendo ahora. Nunca termina, todos los días está ahí", afirma Maria Quitéria Conceição dos Santos, madre de Wesley. "Uno sabe que la muerte es parte de la vida. Pero no de esa manera".

POLÍTICA ESTADUAL
Según expertos, los casos de éxito en el combate a la violencia son a nivel estadual, no federal.

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