Para una mayoría de mujeres, el embarazo, y la maternidad que le sigue, es un motivo de alegría. Al menos, algunas veces. Pero una gran parte de las madres también experimenta preocupación, desilusión, culpa, competencia, frustración e incluso ira y temor. Como explicaba el psiquiatra Daniel Stern en la década de 1990 en sus libros "The Motherhood Constellation" y "The birth of a mother", dar a luz a una nueva identidad, la de madre, puede ser tan exigente como dar a luz a un hijo. Cuando las personas tienen más intuición en sus emociones, pueden tener un mayor control de su comportamiento. Por lo tanto, aun cuando el foco siga estando en el niño, entender la psicología de las mujeres embarazadas y en posparto puede ayudar a promover una crianza más sana. Las madres con una mayor conciencia de su propia psicología tal vez sean más empáticas con las emociones de sus hijos. 1Cambio de la dinámica familiar: Tener un hijo es un acto de creación. El embarazo es más que crear a un nuevo ser humano, es también crear una nueva familia. Una guagua es el catalizador que abrirá nuevas posibilidades para conexiones más íntimas, como también nuevas tensiones en las relaciones más estrechas de una mujer con su pareja, hermanos y amigos. 2Ambivalencia: La psicoterapeuta británica Rozsika Parker escribió en "Torn in two: The experience of maternal ambivalence" sobre el tira y afloja de querer un hijo cerca, y también sobre el anhelar un espacio (tanto física como emocionalmente), como la ola normal de la maternidad. La ambivalencia es una sensación que surge en los roles y las relaciones a las que una persona está más dedicada, porque son siempre un acto de malabarismo entre dar y tomar. La maternidad no es una excepción. Parte de la razón de por qué las personas tienen dificultades para abordar la ambivalencia es que es incómodo sentir dos cosas opuestas al mismo tiempo. La mayoría de las veces, la experiencia de la maternidad no es buena o mala, es tanto buena como mala. Es importante aprender cómo tolerar e incluso sentirse cómodo con la incomodidad de la ambivalencia. 3Fantasía versus realidad: La psicoanalista Joan Raphael Leff, jefa de la facultad académica para la investigación psicoanalítica del Centro Anna Freud de University College en Londres, explica que para el momento en que llega el hijo, una mujer ya ha desarrollado sentimientos hacia la guagua que imagina. A medida que avanza el embarazo, una mujer crea una historia sobre su hijo soñado y llega a involucrarse emocionalmente en esa historia. 4Culpa, vergüenza y "la madre suficientemente buena": Existe también la madre ideal en la mente de una mujer. Ella está permanentemente alegre y feliz, y siempre pone las necesidades de su hijo por delante. Tiene pocas necesidades propias. No toma decisiones que lamente. La mayoría de las mujeres se compara con esa madre, pero nunca llega a esa altura porque es una fantasía. Algunas mujeres piensan que "ser lo suficientemente buena" (frase que acuñó el pediatra y psicoanalista Donald Winnicott) no es aceptable, porque suena a conformarse. Pero el hecho de esforzarse por la perfección hace que las mujeres sientan vergüenza y culpa. Las madres se sentirán culpables porque están haciendo siempre elecciones desafiantes y algunas veces, imposibles. A veces se les exige que pongan sus propias necesidades por sobre las de su hijo. Una mayoría de ellas no habla de sentirse avergonzada porque generalmente eso es algo que no quiere que nadie más sepa. La vergüenza es la sensación de que hay algo malo 'conmigo'. Esto es a menudo el resultado de compararse con un estándar irreal, inalcanzable. Un sinnúmero de mujeres siente vergüenza de hablar abiertamente sobre sus experiencias complicadas por temor a que la juzguen. Este tipo de aislamiento social puede incluso desencadenar una depresión posparto. Cuando las mujeres se sienten perdidas en alguna parte entre quienes eran antes de ser madres y quienes ellas piensan que deberían ser ahora, muchas están preocupadas porque algo anda terriblemente mal. Pero de hecho esta incomodidad es absolutamente común. En la edición de abril de la revista Glamour, la modelo Chrissy Teigen fue una más de una serie de famosas que contaron sobre su lucha con la depresión posparto. Se unió a Adele, Gwyneth Paltrow, Brooke Shields y mujeres destacadas que han utilizado sus plataformas para que se preste atención a esta seria condición. La depresión posparto es un problema de salud pública que no se ha diagnosticado ni se ha tratado lo suficiente, que afecta del 10 al 15 por ciento de las madres. Pero muchas otras tal vez todavía estén luchando con la transición a la maternidad. Considere la imagen de Instagram de la supermamá embarazada y posparto: una persona que hace múltiples tareas, amamanta, es organizada, sexy pero recatada, resplandece durante el yoga prenatal y parece imperturbable ante aquellos desafíos como los pechos que botan leche, la ropa sucia y el entrenamiento del sueño. Esta mujer es una ficción. Es un ejemplo irreal de la perfección que hace que otras mujeres se sientan inadecuadas cuando persiguen y no pueden alcanzar ese estándar imposible. Rosemary H. Balsam, psiquiatra de Yale, planteó, en un artículo que apareció en febrero en el Journal of the American Psychoanalytic Association, que los psiquiatras ignoran que el impacto del embarazo en el desarrollo de una mujer se puede rastrear hasta Freud. A las mujeres a menudo se las deja con un binario falso: o tienen depresión posparto o deberían pasar con facilidad la transición a la maternidad.