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La nube y los impuestos

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Economía y Negocios Online


José M. Piquer Director de Tecnologías de Información y Comunicaciones Universidad de Chile

Un chileno hambriento decide encargar una pizza en la nueva plataforma social Ubi-Pizza, que permite que cocineros en sus casas preparen pizzas siguiendo recetas bien definidas por la plataforma. Los algoritmos inteligentes sugieren las pizzas que le gustan al usuario, generan una tarifa dinámica dependiente de la demanda en el sector y buscan un oferente cercano que quiera preparar la pizza para este usuario y un chofer disponible que ande por el barrio para ir a dejarla.

Todos deben cumplir estrictos horarios de entrega y fabricación que son calculados por la plataforma. Si logramos mejorar esos tiempos, recibimos un bono por sobre el valor clásico.

Todo esto logra que el usuario reciba su pizza favorita (con leves mejoras que el algoritmo sugirió), a precio menor a lo habitual, en tiempo record. A la pasada, le dimos una fuente de ingresos a un estudiante vespertino que iba camino a casa y a una madre soltera que adora cocinar pizzas. Todo se ve muy bien, y extremadamente millenial.

El usuario pagó por paypal en la nube, y su dinero llegó directamente a Ubi-Pizza, que es un software desarrollado y operado por unos adolescentes en Dinamarca, pero con sede oficial en Luxemburgo (que actúa para estos fines como un paraíso fiscal), quien luego envía dinero a las cuentas paypal del chofer y la cocinera, quienes nunca emitieron boleta y nunca declararon estos ingresos.

Al principio, a nadie le importó, incluso se veía como un buen modelo de generar empleo y actividad económica a partir de la innovación tecnológica. Pero un día tuvimos cientos de miles de cocineras, choferes y usuarios de Ubi-Pizza, cadenas de pizzas que cerraron sus puertas y quebraron. Y, a nivel mundial, Ubi-Pizza mueve millones de dólares y está valorizada en billones, sin haber pagado impuestos en ninguna parte del planeta. Debido a esto, el parlamento está estudiando un nueva ley que impide cocinar Pizzas en las casas (salvo que uno cuente con una instalación certificada por el Seremi de Salud) y prohibe transportar pizzas en automóviles privados.

Toda esta historia es inventada, pero probablemente les parece conocida e incluso posible, ¿cierto?

Nos estamos enfrentando a cambios profundos en los modelos de negocios, que sólo son posibles por las poderosas plataformas informáticas que operan en la nube, pero también debido a que los costos son mucho menores al esquivar los impuestos en todas partes: sólo evitar el IVA nos permite vender un 20% más barato sin hacer nada más. Y el transformar a un grupo de productores artesanales en un Walmart mundial a través de un plataforma, revoluciona la regulación y el modelo de negocios completo. ¿Debo enfrentar a Ubi-Pizza como a una transnacional gigante? ¿O debo mirarla como un grupo grande de artesanos unidos en una gigantesca cooperativa? Y sin olvidar que los artesanos que generan el servicio y los usuarios que lo consumen adoran la plataforma.

Por otra parte, es obviamente impresentable que Ubi-Pizza no pague impuestos en ninguna parte, ya que ni siquiera en Dinamarca, donde los adolescentes ya son millonarios, existe como empresa.

Al menos hay un movimiento internacional fuerte para presionar a los gigantes como Apple, Amazon y Google a pagar sus impuestos de verdad, y supongo que un día llegaremos a convencerlos que a ellos mismos les conviene.

En definitiva, lo único que parece obvio es que tratar de legislar para hacer imposible que subsista un servicio que es útil y genera empleo, para defender a malos incumbentes que prestan un mal servicio, es el peor camino de todos.

Para el resto, no hay soluciones fáciles. Fiscalizar a los prestadores de servicios para que declaren sus ingresos será cada vez más difícil, ya que serán millones de movimientos pequeños. Tal vez tratar de fijar un ingreso mensual sobre el cual exigir justificación, podría ser un camino para el SII. Pero si estos pagos se hacen en bitcoins, nunca tocarán una cuenta en Chile. Y, en la medida que podamos comprar pizzas, viajes, alojamientos, comida de todo tipo, arriendos,series de TV y electrodomésticos en plataformas tecnológicas, usaremos estos mismos bitcoins, sin nunca dejar una huella en Chile.

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