Los introvertidos reaccionan más ante el estrés, pero lo comunican menos
miércoles, 15 de noviembre de 2017
AMALIA TORRES
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio
Aunque los niveles de cortisol y los latidos cardíacos son más bajos en los extravertidos, ellos tienden a exteriorizar más sus problemas y por lo tanto a bajar la ansiedad, además de recibir ayuda.
Una persona estresada aumenta su ritmo cardíaco, tiene mayor sudoración corporal y eleva el nivel de cortisol en la sangre. Fisiológicamente, el organismo sabe si está estresado. El problema es que no todas las personas saben reconocer ese estado y menos exteriorizarlo de la manera adecuada. Esto no solo puede hacer que los momentos de mayor tensión se enfrenten de mala manera. Según el psicólogo de la Clínica Alemana y director del Centro de Apego y Regulación Emocional de la U. del Desarrollo, Jaime Silva, el "cómo la gente asimila el estrés define su salud mental. Entonces, quienes tienen respuestas desadaptativas al estrés son los que generalmente tienen problemas de salud mental". "¿Por qué ante una mala nota una persona puede tener una reacción emocional muy intensa, llorar, enojarse, frustrase, y para otra la respuesta puede ser decir, para la próxima estudio de nuevo o me da lo mismo la nota?", se pregunta Silva. Para entender cómo reaccionan las distintas personalidades ante el estrés, Silva y su equipo decidieron estudiar a un centenar de estudiantes universitarios de Santiago. A todos los sometieron al mismo nivel de estrés: cada uno debía dar un discurso ante un grupo de personas que no conocían y que mantenían un rostro neutro durante su presentación. Luego debían resolver problemas matemáticos. "Eso aumenta la frecuencia cardíaca y el cortisol, y con esas variables corporales tuvimos valoraciones de cómo reaccionaban al estrés. Además, antes y después del estrés les preguntamos respecto de su experiencia emocional". Por otro lado, dividieron a los estudiantes entre introvertidos y extravertidos. Así lograron concluir que la personalidad sí afecta en el manejo del estrés. "Si clasificas a la gente entre más extravertida y más inhibida, encuentras que la introvertida tiene una respuesta corporal muy intensa". Físicamente, esto se refleja, por ejemplo, en un aumento importante de la hormona del estrés, el cortisol, sin embargo la persona dirá que no se siente muy diferente. "Es decir, el cuerpo dirá 'tengo mucho estrés', pero cuando te digo cómo es mi estrés lo describo más atenuado de lo que corporalmente es". En el caso de las personas extravertidas es lo contario: la respuesta corporal no es tan alta, "pero la respuesta subjetiva es exagerada". Así se ve que la personalidad hace que haya quienes minimizan lo que les pasa, y no lo expresan ni lo comparten con el resto, y otros que lo exageran y lo muestran con más intensidad. "Es un perfil que intenta llamar más la atención". El problema, agrega Silva, es que inhibir la expresión de las emociones intensas también hace que esas personas tengan un nivel de regulación emocional más bajo. "Contarles los problemas a personas cercanas ayuda a mitigarlos". A esto se suma que los más introvertidos no piden ayuda. "Hay un grupo importante de gente que probablemente tiene menos acceso a tratamiento en salud mental y es una población que está más vulnerable al desarrollo de este tipo de enfermedades". Por otro lado, los extravertidos, que sí hablan de sus problemas y piden ayudan cuando no se trata de algo severo, pueden tener otros inconvenientes: "Se puede generar un diagnóstico equivocado, como depresión o ansiedad cuando no corresponde". Por eso, saber equilibrar la respuesta del cuerpo con la valoración que se tiene del problema es clave. "Este es un llamado de atención a quienes trabajan en áreas de salud mental y a la población en general, a que identifiquen su corporalidad y a generar conciencia de que la mala expresión de las emociones puede tener consecuencias en la salud mental".
