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Retrospectiva en el Museo Andino hasta fines de diciembre:

La fragilidad del paisaje en la obra de Solo de Zaldívar

martes, 14 de noviembre de 2017

Maite Armendáriz Azcárate
Cultura
El Mercurio

"Cantillana ha sido en mi quehacer una maestra en el color, la expresión, la alegría y el compromiso con las verdades", revela este artista chileno.



De su madre aprendió a mirar y valorar el paisaje, también su fragilidad y belleza. Luego les regaló ese mensaje a sus hijas, mientras al menos una vez al año subía a los cerros de Cantillana, ubicados en la cordillera de la Costa, inmediatos a la laguna de Aculeo. "Y continúo subiendo, durante el otoño, a pintar sus bosques de robles", asegura el artista Joaquín Solo de Zaldívar.

Recorrer sus paisajes y naturalezas muertas que hoy se exponen en el Museo Andino, en la muestra "La fragilidad del paisaje", es como hacerle un homenaje a la primavera chilena. Está la textura de los diferentes verdes, el color de las flores o del plumaje de un pájaro, los contrastes de la tierra y el agua, las variadas formas de la brisa al amanecer y hasta cuando el sol se esconde entre los cerros.

"Más que crear, interpreto lo que veo y siento. Desde lo más abstracto como la alegría, hasta lo más concreto como la relación de dos colores entre la luz y la sombra. Para mí ambas cosas se dan juntas, desde el momento en que las someto con el oficio y las hago caer sobre un soporte en blanco", señala el artista. Realiza óleos sobre tela o madera y acuarelas; sus formatos abarcan desde un par de pulgadas a varios metros.

Durante su larga relación con los cerros de Cantillana ha sido testigo de la huella que deja el hombre y el deterioro del lugar. "Tomé conciencia de que había que hacer algo para protegerlos", afirma. Les dedicó tiempo y energía a su conservación, hasta que en 2007 logró reunir a varios propietarios y formó la corporación sin fines de lucro Reserva Natural Altos de Cantillana: "No hago ningún llamado por la naturaleza que no sea a vivir de manera nueva los elementos que Dios puso en funcionamiento mágico delante de nosotros. Me siento un pequeño Dios cuando, captando con mis nueve colores alguna coherencia de lo visible, emulo sensaciones de la belleza infinita".

Solo de Zaldívar también pinta murales en templos y realiza esculturas de carácter religioso: "Cada día veo más diferencia entre una y otra temática. En la religiosa se profundiza, en claves, un lenguaje establecido que lleva hacia la presencia divina. En mi pintura profana, en cambio, la emoción que Dios me provoca hace aparecer, mágicamente, lenguajes en cada mancha, en cada exageración o en cada sorpresa que quiero transmitir".

"La velocidad de la ciudad dificulta mi trabajo, pero yo aprovecho la cercanía a la belleza para vivirla y aprender de ella en formatos pequeños". Pinta siempre que puede; en los buses, los fines de semana, y hasta en los aviones. "En el taller, durante la semana, planifico y hago trabajos de mayor tamaño y compromiso, pero también pinto entre las clases que hago a mis amigos, que me encantan y permiten la rutina tan soñada", concluye Solo de Zaldívar.

COORDENADAS "La fragilidad del paisaje", Museo Andino / Fundación Claro Vial, Camino Padre Hurtado 0695, Buin. Hasta diciembre, de martes a domingo. www.museoandino.cl

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