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Sebastián Piñera y las horas finales del "favorito":

"Vamos a ganar esta elección para la que nos hemos preparado durante mucho tiempo"

domingo, 12 de noviembre de 2017


Reportajes
El Mercurio

Por primera vez en esta campaña, se abre a hablar con ejemplos precisos sobre "la pregunta del millón": qué "me comprometo a hacer distinto" si llega nuevamente a La Moneda. Pilar Vergara y M. Soledad Vial



Un nuevo elemento se ha sumado a la habitual indumentaria de Sebastián Piñera, constituida por su block de apuntes lleno de anotaciones personales descifrables solo por él, sus dos o tres lápices Bic, su enorme reloj colorado. Es un teléfono celular bastante destartalado, pero que tiene una particularidad. En sus entrañas, el aparato contiene esas ideas que más quiere transmitir en estas horas finales preelectorales. Pero también el secreto mejor guardado del favorito para constituirse en el próximo Presidente de Chile. Son nombres de personas a las quiere llamar a sus equipos de gobierno. De pronto, tras una reunión, una conversación que le parece interesante, un aporte que estima original, incorpora a alguien más en ese archivo secreto caratulado como "Colaboradores", en la sección "Notas". Y que revisa frente a nuestros ojos, claro que a distancia más que prudente.

-¿Hay por ahí nombres domiciliados en la vereda del frente?, le preguntamos.

Como respuesta, se mete el teléfono al bolsillo.

"Lo último que puede hacer un candidato... es anticipar..." asegura, claro en que no dará pie en falso. "No daré armas para que tergiversen todo lo que uno dice", agrega, como siente que le pasó esta semana con su propuesta de cambiar el Sence con una "reforma audaz".

Es parte de las reflexiones producto de los cuatro años que pasó en La Moneda: buscar el equilibrio difícil entre metas ambiciosas -"y nuestro programa es muy ambicioso", recalca-, y las "sobreexpectativas" que en varios frentes, entonces, lo traicionaron.

Por primera vez en esta campaña, Sebastián Piñera se abre a hablar con ejemplos precisos sobre "la pregunta del millón": "qué me comprometo a hacer distinto" si llega nuevamente a La Moneda.

Convencido de que así será, dice levantando los ojos y con voz categórica:

"Vamos a ganar esta elección para la que nos hemos preparado durante mucho tiempo".

La posibilidad cierta igual le provoca ansiedad. No la niega cuando le preguntamos cómo se vive la última semana, las últimas horas, de una carrera que hace meses lo da como ganador. "A estas alturas, creo que todos los candidatos, no solo los presidenciales, los parlamentarios, los cores, se sienten como una mujer embarazada en su noveno mes. No puede dormir en ninguna posición y lo único que quiere es que llegue el día del nacimiento, y da lo mismo si es hombre o mujer, siempre que sea sano. Los candidatos queremos lo mismo, queremos que llegue el día de la elección. Es una vorágine, las demandas son muchas, quiero ir a Arica a acompañar al Pilo Durana, a Magallanes...", y sigue una lista de destinos.

"Y le agradezco a Dios porque tengo una enorme fortaleza física y mental. Yo sé que es en tiempos difíciles cuando sale lo mejor de mí. Por lo tanto, no me abrumo".

"Tengo más sabiduría, más madurez, las canas no son en vano"

Cuando llega a su casa, aunque sea muy tarde, se encuentra con su vida familiar. A veces están sus nietos, y desde hace unos meses, su hijo Cristóbal, que regresó hace poco con su familia de Estados Unidos. "Ha sido una bendición", dice.

Después va al escritorio que tiene en su pieza, al lado de la cama, y termina "el trabajo del día y leo todos los papeles que tengo para el siguiente". Y sea la hora que sea, se da tiempo -antes una hora, hoy 15 minutos-para una lectura distinta, relajada. Le fascinan las novelas históricas, y hoy lo tiene capturado "Rusia", un libro del inglés Edward Rutherfurd. Después pone la cabeza en la almohada "y pierdo el sentido en el acto".

-Es sabido que duerme pocas horas y ahora debe ser más difícil conciliar el sueño...

-Evidentemente que las horas de sueño se van acortando y las de trabajo, alargando. Pero el hecho de hacerlo acompañado, hace todo más fácil, llevadero. El apoyo de mi familia y especialmente de Cecilia, mi mujer, ha sido un gran aliado. "De dónde sacas tanta fuerza", me dijo el otro día. "Del sentido de misión -le contesté-, de creer en lo que estoy haciendo, de ver el compromiso de la gente, de que millones y millones de chilenos han puesto en nosotros sus esperanzas de una vida mejor. Eso da más fuerza y más energía que cualquier pastilla azul...".

"En el debate me mordí la lengua"

-¿Qué pensó la noche del debate, antes de dormir? No se vio cómodo, ¿le habría gustado tener más protagonismo?

-Uno se muerde la lengua, dan ganas de responder todas las mentiras e hipocresías que escuché en ese debate, pero es hacerles el juego a los otros. Un candidato nunca debe perder de vista que tiene que hablarles a todos los chilenos, incluso a los que van a votar por sus adversarios. Ellos pueden ser adversarios, contendores, no mis enemigos, porque mis enemigos son la pobreza, la delincuencia, la mala calidad de la salud...

-¿Ese control también ha sido un aprendizaje? ¿Es distinto este Piñera, de Piñera 2009?

-Por supuesto, la diferencia es que creo que vamos a ganar esta elección presidencial y el mismo 11 de marzo vamos a decirles "ayúdennos a sacar adelante estos proyectos".

-¿Se sentía menos seguro entonces?

-No, pero ahora tengo más madurez, más sabiduría. Las canas no son en vano. Hay un dicho que dice que las nieves eternas solo viven en las más altas cumbres -y Piñera se ríe divertido con su salida.

En ese estado de ánimo acepta -en esta conversación de horas finales en que "el programa" y "las propuestas" ya son cosa conocida- abordar las vivencias y sus pensamientos íntimos en estos meses de campaña. Con quienes se ha sentido acompañado; lo que lo conforta y lo enrabia; esa enorme socia y cómplice que es Cecilia Morel.

La actitud que se propone tener a partir del día en que se vuelva a cruzar la banda.

"La mejor escuela para ser Presidente es haber sido Presidente; no hay mejor universidad para preparar Presidentes que La Moneda", nos diría, en un reconocimiento de que Piñera 2.0 se propone, al menos, ser distinto en varios sentidos.

-En esta campaña usted decidió ponerse más formal. Ya no fue más "Sebastián", sino "Presidente". Aunque no lo es... ¿Por qué ese cambio de estilo cuando hoy muchos gobernantes optan por ser más informales? Pensemos en Macron; Macri, que es Mauricio, sin corbata; el mismo Obama.

-Es que hay una gran diferencia. En 2009, cuando fui candidato, no había sido Presidente, y esa es una diferencia importante. Soy una persona que le gustan las relaciones horizontales, muy directas, muy democráticas; cuando salgo a terreno, todo el mundo me dice Sebastián, y se genera una cercanía inmediata...

-...que le gusta...

-Así también soy con mis hijos, con mis nietos, así estoy acostumbrado en mi familia, pero cuando uno es Presidente tiene que comprender que existe la institución Presidencia de la República y que debe ser respetuoso con sus tradiciones y valores.

"Motivar, convocar, entusiasmar"

-Si no hay mejor escuela para ser un buen Presidente que haber sido Presidente, como usted dice, ¿podría señalar tres cosas concretas en las que sería diferente esta vez?

-Lo primero: aprecio, valoro y me comprometo más que nunca con la unidad de nuestro sector y de todos los chilenos. Entonce voy a hacer un esfuerzo inmenso por establecer los mejores puentes y buscar acuerdos en nuestro sector y con la futura oposición.

"En segundo lugar, uno aprende que en la vida no basta con tener voluntad para hacer cosas. Se requiere formar equipos, motivar, entusiasmar, convencer de que estamos en un gran proyecto común, compartido. No solo hay que ordenar sino convocar, convencer a todos, no solo a ministros o subsecretarios".

"Lo tercero es que ahora tengo mucho más claras las prioridades. En el primer gobierno la devastación del maremoto y terremoto que ocurrió 11 días antes de asumir copó nuestras iniciativas del primer año. Nos impusimos la meta de evitar la recesión y la década de reconstrucción que muchos anticiparon, y Chile creció con mucha fuerza en 2010 y lo reconstruimos en cuatro años".

"Y aquí va otra lección, muchos me dijeron: 'Sebastián, para qué 1 millón de empleos si con 500 mil nos llenamos de gloria. Para qué reconstruir en 4 años si eso siempre ha demorado décadas'. Y yo les decía: 'si nos ponemos metas bajas será más fácil, pero vamos a perder el compromiso, el sentido de urgencia, de entregar lo mejor de nosotros mismos'. Y cumplimos".

"Mucha gente dice que creamos sobreexpectativas. Pero yo pienso que se trata de no fijar metas mediocres, porque el país será mediocre, sino metas exigentes pero cumplibles. Ese equilibrio es el que tenemos que analizar con más cuidado".

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