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Jorge Bofill y la defensa del general (r):

"Si Cheyre no hubiera sido comandante en jefe, no estaríamos en este proceso "

domingo, 29 de octubre de 2017

Mariela Herrera y Álvaro Valenzuela
Reportajes
El Mercurio

El penalista entrega detalles del escrito que presentaron el miércoles en tribunales, como parte de la defensa del general (r) Juan Emilio Cheyre. En el texto realizan un minucioso relato de lo ocurrido en La Serena el 16 de octubre del 73. Con argumentos en cada acápite pretenden demostrar la inocencia del ex uniformado, acusado como cómplice de homicidio.



Ochenta y un páginas contiene la contestación que la defensa del general (r) Juan Emilio Cheyre presentó esta semana en tribunales para refutar la acusación que dictó, a fines de abril, el ministro Mario Carroza en el caso "Caravana de la Muerte". El magistrado atribuye al ex comandante en jefe del Ejército la figura de cómplice de homicidio calificado, por los hechos ocurridos a raíz del paso por el regimiento Arica, de La Serena, el 16 de octubre de 1973, de la comitiva que encabezaba el general Sergio Arellano Stark.

Con la presentación de la defensa, el caso que involucra a quien fuera conocido como "el general del nunca más" -por su reconocimiento de la responsabilidad institucional en las violaciones a los derechos humanos- entra en una etapa decisiva, la fase conocida en el sistema procesal antiguo como "plenario", cuando las partes deben hacer pesar todos sus argumentos para intentar probar la inocencia o culpabilidad de los acusados, antes de que el juez dicte su sentencia. En el caso del general (r) Cheyre, su contestación se hace cargo tanto de la acusación de Carroza como de las acusaciones particulares presentadas por los querellantes. Y un argumento central del escrito es el de que el ministro investigador "aún no ha explicitado cuál sería la conducta (acto) que entiende que (...) Cheyre habría realizado y que le valdría una imputación como cómplice de homicidio calificado". Es decir -advierte-, tanto el procesamiento como la acusación realizan una descripción de los sucesos que derivaron en la muerte de 15 detenidos luego del 11 de septiembre de 1973, pero sin indicar cuál habría sido la participación del ex militar en esos hechos.

Frente a ello -explica el abogado Jorge Bofill, quien lidera la defensa- los representantes del ex comandante en jefe, aparte de cuestionar ese punto (pues "vulnera el derecho a defensa"), optaron por realizar una reconstrucción detallada, paso a paso, de lo ocurrido ese día. Para ello, se valieron del material de un expediente que se ha tramitado por 20 años, además de recortes de prensa de la época, croquis de las dependencias del regimiento (ver infografía), e incluso declaraciones del mismo Carroza sobre el tema en medios de comunicación.

"El Mercurio" revisó tanto el contenido de la acusación como el escrito de contestación, y planteó a Bofill las interrogantes que el caso plantea.

Esta es la "versión Cheyre" sobre los hechos de ese 16 de octubre.

El helicóptero emprende vuelo: "Nadie más que Arellano sabía a dónde iban"

"En horas de la mañana del día 16 de octubre de 1973, el general Arellano arriba a la ciudad de La Serena en un helicóptero Puma...", señala el texto de la acusación dictada por el ministro Mario Carroza, al iniciar el relato de los hechos en virtud de los cuales atribuye al hoy general (r) el carácter de cómplice en el homicidio de los 15 detenidos.

-¿En qué momento se entera Cheyre de la llegada de la "Caravana de la Muerte" a La Serena?

-Eso es interesante -responde Bofill-, porque parte del conocimiento que se le ha querido atribuir a él tiene que ver con suponerle que sabía que la caravana iba y a qué. Pero uno tiene que remitirse a los antecedentes históricos. Patricia Verdugo, la periodista autora de "Los zarpazos del Puma", empezó a descubrir la existencia de la Caravana de la Muerte a mediados de los 80, y eso tiene que ver con que las veces en que se informaba de lo que había ocurrido con la caravana en el sur (antes de dirigirse a La Serena y a las demás ciudades del norte), todas las noticias que uno encuentra en la prensa dicen que hubo prisioneros que se quisieron dar a la fuga y se les aplicó la ley de fuga. Nunca se habla de una comitiva desde Santiago, no se nombra a Arellano ni a nadie, hasta que Patricia Verdugo lo revela en su libro.

-¿Pero en el mundo militar no se hablaba? Parecería natural que dentro del Ejército el tema fuera motivo de comentarios.

-Yo no voy a responder por lo que ocurría o no en el Ejército. Lo que sí puedo decir es que si alguien sabía, Juan Emilio Cheyre no sabía. Al punto que, cuando la caravana salió de La Serena, (Ariosto) Lapostol (comandante del regimiento), pidió que lo comunicaran con el comandante del regimiento de Copiapó, para advertirle lo que iba a pasar con la comitiva. Por lógica debo suponer que, antes de que la comitiva de Arellano llegara a La Serena, Lapostol no sabía lo que ocurriría y consideró importante compartir esta información.

-¿Pero cuándo supo Cheyre que venía una comitiva?

-Hay una declaración muy relevante del capitán del helicóptero, De la Mahotiere. Él declaró que solo cuando despegó de Tobalaba se le informó que sus destinos eran La Serena y Copiapó; o sea, hasta el 16 de octubre en la mañana, nadie más que -supongo- Arellano, no sé si Pinochet y eventualmente Moren, que era el segundo de la comitiva, sabían a dónde iba. De hecho, a Lapostol se le informó durante el vuelo que iba a recibir una visita del general Arellano. Y esas visitas en jerga militar son revistas no programadas. Cheyre, por lo demás, no era nada parecido a una autoridad del regimiento, él era un ayudante que acompañaba al comandante en todas sus labores durante el día...

Luego de llegar al regimiento, Arellano se reunió con Lapostol, y con el fiscal militar, el mayor Cazanga, un ex carabinero.

Bofill se encarga de precisar un punto:

"Respecto de esa reunión, está claro que Juan Emilio Cheyre no intervino. Él era el ayudante del comandante, estaba en una oficina chica al lado; de tanto en tanto lo llamaban por un intercomunicador para pedirle un papel, pero él entraba y salía. Todos los testimonios son coincidentes".

-¿Qué pasó en esa reunión?

-Arellano pidió expedientes y elaboró la lista de las personas que iban a ser asesinadas ese día. Y esa lista se la transmitió a Moren (segundo del regimiento, pero quien desde el 10 de septiembre estaba en comisión de servicios en Santiago, y era uno de los integrantes de la caravana). De hecho, hay testimonios que dicen que Moren iba tiqueando nombres.

-¿Entonces Lapostol sabía quiénes compondrían la lista de los fusilados?

-La lista se elaboró en presencia de él. El que llevaba los expedientes era Cazanga, eran expedientes de personas detenidas producto de consejos de guerra. Yo no soy el abogado de Lapostol, pero, por algunos detalles que vienen después, no creo que haya quedado claro que estas 15 personas iban a ser asesinadas. Mi impresión es que lo que hizo Arellano fue identificar 15 personas cuyos consejos de guerra supuestamente serían revisados.

De hecho -explica Bofill-, luego de concluida la reunión, Lapostol, molesto, instruyó a Cheyre: "Usted no ejecute ninguna orden que apunte a realizar consejos de guerra", lo que mostraría que se oponía a la supuesta revisión de los procesos.

Los preparativos: "Todos los que participaron están de acuerdo en que él no estuvo ahí"

Según el relato de la defensa, después de la reunión en la oficina del comandante, las situaciones empezaron a desarrollarse en paralelo. Arellano y Lapostol (este último, siempre seguido por su ayudante Cheyre) realizaron una revista de ciertas dependencias que habían sido recientemente arregladas. Luego, el comandante envió a Cheyre al casino de oficiales, para organizar un almuerzo en el que participarían los miembros de la comitiva y oficiales del regimiento.

Mientras, con la lista en mano, Moren (ejerciendo el mando que le daba su carácter de segundo de la unidad serenense) ordenó a dos suboficiales de Inteligencia (Héctor Vallejos y Luis Araos) dirigirse a la cárcel a buscar a 14 personas (el número 15 se encontraba en el propio regimiento). Otros dos militares (los capitanes Mario Vargas y Jaime Ojeda) fueron enviados al cementerio local, para constatar cómo era la fosa común donde finalmente serían inhumados los cuerpos de las víctimas.

-En algún momento se dijo que Cheyre también había ido a la cárcel a buscar detenidos.

-Efectivamente, alguien dijo eso, pero los mismos gendarmes, preguntados si fueron oficiales a cargo de la unidad que retiró a los detenidos, responden que no. De hecho ese día hubo tres jeeps que entraron y salieron, llevando a parte de las catorce personas; el último se fue en un furgón de Gendarmería.

Tras cruzar la barrera -sigue el relato- los vehículos se dirigieron directamente al polígono de tiro. "Todos los testimonios que dicen que pasaron por la guardia, son mentira. Eso el ministro Carroza lo tiene claro", enfatiza Bofill. Incluso, hace notar que Cecilia Marchant -testigo presentada por el querellante Cristián Cruz- "inventa historias alternativas; ella dijo en su minuto que fue trasladada en un auto de Gendarmería el 16 de octubre, que pasaron por la cárcel, que subieron a los detenidos, que fueron al regimiento, que entraron por la guardia y que ahí vieron a Cheyre y que él leyó la listas de los que iban a ejecutar. Todo eso es mentira y está demostrado. Incluso en el proceso hay muchos antecedentes de que Cecilia Marchant era una delatora, informante de la DINA y posteriormente de la CNI".

Según el relato de Bofill, Moren también "dispuso la conformación de dos anillos de seguridad -y esto lo dicen los mismos que intervinieron en esos anillos- para que nadie del regimiento que no estuviera convocado cruzara o fuera al polígono de tiro, para que no vieran lo que estaba pasando".

"La pregunta -recapitula- es qué estaba haciendo Juan Emilio y si su presencia contribuyó en algo a la comisión de estos delitos. Todas estas personas (muestra un croquis -ver infografía- con los participantes en los hechos) están de acuerdo en que él no estuvo ahí. Y cuando preguntas por qué no estuvo ahí, es porque era el ayudante del comandante. O sea, estaba donde tenía que estar. Incluso en algún momento le preguntan a Lapostol: "¿Usted citó a Cheyre? No, si yo no lo tenía que citar; donde yo iba, iba Cheyre". Y de hecho, respecto de Lapostol, más allá de su intervención en la reunión, no hay tampoco ninguna imputación de participación directa en los hechos. La conclusión es, por supuesto, que Juan Emilio no puede ser considerado cómplice, porque no ayudó de ninguna manera a la comisión de los delitos".

-Pero podría suponerse que había un movimiento de gente importante en el regimiento, en la medida en que se iban cumpliendo las órdenes de Moren. Parece natural que el tema se estuviera comentando al interior de la unidad.

-O sea, puede ser. Pero todo eso ocurría a 200, 250 metros del lugar más cercano del cual estuvo Cheyre. Además, salvo que tú te pares acá (muestra un punto en el frontis del regimiento), en cuyo caso puedes ver algo de lo que ocurre al fondo, es imposible. Incluso gente que estaba en los anillos de seguridad dicen que tampoco podían ver lo que pasaba dentro del polígono. Los miembros del regimiento que estaban en la parte delantera no intervinieron en ninguno de los hechos, nunca se enteraron de nada de lo que estaba pasando, porque no podían verlo ni escucharlo, salvo cuando se produjeron las ráfagas de disparos.

Los disparos: 15 asesinatos en el polígono

El almuerzo que se le encargó a Cheyre organizar fue extraño, con muchas interrupciones, y gente parándose y volviendo a entrar. Al término, Arellano y Lapostol salieron afuera del casino. El ayudante del comandante también, manteniéndose a la distancia reglamentaria para no escuchar la conversación.

Entonces, sintieron los disparos.

Según relata la defensa, Lapostol estaba sorprendido. Rápidamente dio dos órdenes: una al capitán Vargas, para que se acercara al sector del polígono y viera qué había pasado, y otra a Cheyre, para que se fuera a las oficinas de la comandancia a intentar averiguar. Al regresar donde su superior, este le dijo al teniente que Vargas ya le había informado de las ejecuciones. "Solo pasan unos minutos y Arellano dice que debe partir a su helicóptero", acota Bofill.

-Un agente de la DINA dijo que Cheyre había llegado al polígono después de que ocurrieron las muertes. ¿No fue así?

-Hay un suboficial, Pedro Rodríguez, quien -muy temprano en la investigación- dijo que él había visto a Cheyre en el polígono dando un tiro de gracia. Eso fue hace tiempo, y fue careado con el teniente Raby, que sí había estado en ese lugar y le dijo: "Usted está equivocado, Cheyre no estaba ahí, él era el ayudante". En el mismo careo, Rodríguez se desdijo de esa declaración. Fue el único que afirmó eso. Todos los demás, están de acuerdo en que Cheyre no estuvo.

Bofill hace un alto y -tal como acompañaron en la presentación que entregaron el miércoles en tribunales- señala que en los siete fallos definitivos de otros casos de la Caravana, "nadie ha sido investigado, procesado ni mucho menos condenado por hacer lo mismo que se le atribuye a Juan Emilio".

Agrega: "Si uno aplica el criterio de la jurisprudencia, uno podría decir que él estaría exento de toda responsabilidad. Creo personalmente que si Juan Emilio Cheyre hubiera sido ayudante del comandante de Copiapó este caso se referiría a la Caravana en Copiapó, porque aquí andan detrás del teniente Cheyre que después fue comandante en jefe del Ejército y que en ese cargo dijo el 'nunca más' y ahí se transformó en un objetivo político. Esa es mi tesis: si él no hubiera sido comandante en jefe, no estaríamos en este proceso, tal como ocurrió en los otros siete episodios que ya están fallados".

-Ustedes han sostenido que en la actual situación del general (r) confluye el interés de algunos ex integrantes de organismos de inteligencia de las FF.AA. ¿Tienen antecedentes concretos de aquello?

-Uno puede suponer algunas cosas. El que se ganó muchos enemigos como el general del "nunca más", es un dato. O sea, hay muchos grupos de comunicaciones de correos, chats y cosas así, en algún sector 'cercano a Punta Peuco' que efectivamente tratan a Cheyre como el "general sandía", verde por fuera y rojo por dentro. Y lo terrible de la situación es que se juntan en esto, al otro lado, el mundo de los Derechos Humanos".

Bando: "A un teniente jamás se le ocurriría abrir un sobre que le da un superior"

"Cheyre, convoque a los familiares de las personas que fallecieron porque quiero reunirme con ellos personalmente". Así reconstruye Bofill el diálogo que habría sostenido Lapostol con su ayudante luego de que Arellano y su comitiva partieran.

En paralelo, según el relato del abogado, el comandante del regimiento le señaló al fiscal militar que preparara un bando que diera cuenta de lo ocurrido.

Lo que viene a cotinuación es relatado de este modo en la acusación de Carroza:

"La jefatura de la zona resuelve publicar en los medios de comunicación un Bando Militar informando a la ciudadanía la ejecución de quince extremistas en cumplimiento de lo resuelto por Tribunales Militares en Tiempos de Guerra, lo que tanto el Comandante del Regimiento, como su ayudante que lo lleva a los medios de comunicación, y los oficiales de dicha unidad militar, tenían la certeza que no había acontecido y que el ajusticiamiento ocurre sin juicio previo, fundado en la sola circunstancia de su ideología".

Se trata del único punto de la acusación en donde se menciona la participación directa de Cheyre en un hecho. Bofill lo refuta y afirma que el entonces teniente desconocía el contenido del documento.

-¿Cheyre no leyó el bando?

-Era un sobre cerrado, y si lo abría era delito de violación de correspondencia. O sea, a un teniente jamás se le ocurriría abrir un sobre que le da un superior.

-¿Cuándo se enteró de su contenido?

-El hecho se hizo público al día siguiente, el 17 de octubre. Hasta qué punto él leyó o no la publicación, no lo sé, pero uno podría imaginarse que lo hizo porque ya era un hecho público.

-¿Él tenía claro que no hubo consejo de guerra?

-Hoy tenemos certeza de que nunca hubo consejo de guerra. Él llevó un sobre cerrado cumpliendo una orden que le dio su superior. En esa orden de publicar el bando con información falsa no interviene en absoluto. Él cumple la orden sin conocer cuál era el contenido del sobre; por lo tanto, tampoco tiene conocimiento de lo que se está informando falsamente. De hecho, en el proceso no hay ninguna pieza sobre que él conociera el contenido del bando.

-¿Acá no aplica acaso el que un funcionario público está obligado a denunciar un hecho delictual de cuya existencia ha sabido?

-En la contestación decimos que, si hay algo que se le pudiera imputar, sería la omisión de no haber denunciado. Falta que prescribe a los 6 meses. Si uno se pone en los zapatos de la gente que estaba allá en esa época, es pretender trasladar realidades distintas al año 73, en la dictadura.

"En los otros procesos por el caso Caravana, nadie ha sido investigado, procesado ni mucho menos condenado por hacer lo mismo que se le atribuye a Juan Emilio".

"La pregunta es qué estaba haciendo él y si su presencia contribuyó en algo a la comisión de estos delitos. Todos están de acuerdo en que él no estuvo ahí. Y cuando preguntas por qué no estuvo ahí, es porque era el ayudante del comandante".

"Se ganó muchos enemigos como el general del 'nunca más'. (...) Un sector cercano a Punta Peuco trata a Juan Emilio Cheyre como el 'general sandía', verde por fuera y rojo por dentro".

"Es probable que no les guste la respuesta, pero esa es la respuesta, porque esa es la verdad", dice Bofill sobre el documento que solicitaron a la Fundación Documentación y Archivo de la Vicaría de la Solidaridad para que certificara si había algo en sus registros que involucrara a Cheyre con atentados contra los DD.HH. La entidad les respondió que no existía ningún antecedente al respecto. La entrega del certificado habría provocado un quiebre al interior de la institución, y una polémica entre abogados de derechos humanos.

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