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En Tate Britain Primera ganadora del Turner Price

Rachel Whiteread: La escultora inglesa que vacía el espacio

domingo, 29 de octubre de 2017

CECILIA VALDÉS URRUTIA
Arte
El Mercurio

Es considerada una de las más sobresalientes escultoras británicas contemporáneas y con más obras en el espacio público. Autora del Memorial del Holocausto de Viena, de los plintos en Trafalgar Square, de la pieza de Orwell para "1984", de la polémica casa victoriana en el East de Londres. La Tate exhibe la mayor retrospectiva de esta artista, que "vacía el espacio".



Rachel Whiteread (1963) se hizo conocida en 1992, con la hilarante primera exposición de los llamados (ex) Young British Artist. Ese grupo de artistas británicos, dirigidos y/o encauzados por el galerista Charles Saatchi, que remeció la escena londinense e internacional, con obras como la cama deshecha de Tracey Emin o los tiburones en formol de Damien Hirst. Whiteread empezó trabajando con objetos y con su propio cuerpo. Luego hizo colchones, tinas de baño y recreó una "casa histórica" en el Este de Londres.

Muy pronto empezó a sobresalir como una de las más brillantes y originales escultoras inglesas de su generación, en un país de notables escultores.

Es contemporánea de Mona Hatoum y, para muchos, la sobrepasa en su influencia. En el caso de Whiteread -inglesa nacida en Londres, quien estudió pintura en el Politécnico de Brighton y escultura en la Slade School of Fine Arts-, es una muy seguida autora de proyectos en la ciudad. Sus piezas rotundas se toman el espacio e interpelan con una obra de estética posminimalista, vinculada a la arquitectura, donde la forma, la geometría y la poesía se vuelven claves, y en la que el vacío es el gran protagonista.

Casa victoriana, plintos en Trafalgar Square..

Whiteread tiene entre sus propuestas y volúmenes desde guateros, hasta la intervención de una casa completa. Es tal vez la escultora británica actual que más creaciones posee en el espacio urbano. Está presente en la Watertower de Nueva York, hizo el Memorial del Holocausto en Viena, fue la autora de los plintos en el monumento de Trafalgar Square de Londres, de la cabina en Gobernor Island, entre otras.

En 1993, fue la primera mujer en ganar el Premio Turner. Y lo hizo con una extraña y seductora obra, titulada "House". Se trataba de una réplica exacta del espacio interior -o vaciado, como ella lo llama- de una mansión victoriana ubicada en el barrio del Est End de Londres.

Luego representó al Reino Unido en la Bienal de Arte de Venecia. Y hace 12 años , sorprendió de nuevo en la Sala de las Turbinas de la Tate Modern, con decenas de cajas moldeadas en polietileno translúcido. Rachel Whiteread había convertido ese frío e imponente espacio en un lugar escultórico. Sutil y sugerente. El espectador podía llegar a sentirse en una montaña que se desmoronaba, en un antiguo almacén o en medio de una excavación. La forma y la geometría se habían tomado las viejas turbinas y trasladaban al espectador en el espacio. Whiteread, una vez más, hablaba haciendo sentir.

La artista inglesa volvió ahora a la Tate, pero a la Tate Britain, para exhibir su mayor retrospectiva de 30 años de trayectoria, la que integra desde sus primeros volúmenes, los que expuso en 1988, hasta piezas realizadas especialmente para esta antología. Ocasión propicia para revisar los aportes y singularidades de una de las artistas inglesas contemporáneas más sobresalientes en el Reino Unido y de la escena internacional, reconoce la crítica e influyentes medios británicos, como The Guardian y The Times.

Nueva narrativa a pieza de Orwell para "1984"

La Tate Britain despliega ahora, en más de 1.500 metros cuadrados, algunos de sus más importantes proyectos, como su "Book corridors", de 1997-98, y la mítica "Pieza 101", vaciado de una oficina de la BBC. La sala imaginaria que George Orwell ubicó como la habitación de las torturas para su novela "1984", y que la filmadora de la BBC había recreado anteriormente. Witheread le aporto sí otro contenido narrativo, con su minimalismo y poesía evocadora. La artista ha buscado siempre lo particular para diferenciarse y revolucionar las premisas del arte y revalidarlas desde su interior. Revisa las tensiones de una época, las propuestas del minimalismo y los conceptos históricos en la obra, así como es la práctica del monumento.

"Elaboró su lenguaje a partir de las formas geométricas y las series minimalistas, pero interesándose por volverlas literalmente al revés o hacia adentro, aplicando el sistema de molde y vaciado", escribió el teórico Hal Foster. Ya en su época de estudiante sacaba moldes de su cuerpo, lo que la llevó después a hacer vaciados imprevistos de objetos domésticos, como cajas, bolsas de agua, puertas, estantes.

Una obra famosa que reestudió el concepto de monumento fue su trabajo en el Cuarto plinto en Trafalgar Square. Instaló ahí dos plintos más, en resina transparente, totalmente contemporáneos. Logró, entonces, una intervención muy actual, que jugaba con el concepto de vacío -por la transparencia de los nuevos volúmenes- y detenía al público ante una propuesta estética, refinada, pero distinta.

Whiteread deja, eso sí, aparte las cualidades de los materiales tradicionales y usa siempre resina, caucho, yeso u hormigón. Trabaja el concreto. Una de sus piezas emblemáticas que exhibe la Tate Britain es la llamada "Cien espacios", de 1995, donde resalta la importancia de 100 espacios que se forman en medio de 100 moldes de resina.

Autobiográfica, que remite a la historia

Lo peculiar de esos vacíos -que también estuvieron en la Tate Modern- es su carácter lírico y autobiográfico. La artista cuenta que remiten a su infancia, "a reacciones dejadas a un lado, a la nostalgia de lo que fue". Para la famosa casa victoriana fusionó formas arquitectónicas con recuerdos personales y colectivos.

Muchas de sus piezas monumentales y más íntimas poseen un contenido biográfico, remiten a su vida, como esas enormes y desconcertantes escaleras fragmentadas que impregnan el espacio de una atmósfera psicológica inquietante y fantasmal, como varias otras creaciones suyas. Todo ello habla, a su vez, de su intención de la subversión de los objetos y/o la escenificación del drama de lo cotidiano, en el que cuestiona el acto de habitar.

Sean cajas, plintos, mesas, sillas transparentes, escaleras u otras, el hecho es que el vacío es el gran protagonista. Rachel Whiteread reconoce que busca allí hacer visible lo que el poder de los objetos, la arquitectura o la embestida urbana devoran.

Para su "Monumento al Holocausto" en la Judensplatz en Viena (1995), se inspiró en la memoria. La maqueta presentó el negativo del volumen del interior de una biblioteca imaginada -cúbica y que remitía a los templos clásicos-, uniendo historia, lugar y conmemoración. Los objetos resaltaban los espacios vacíos que se formaban.

Sus objetos e intervenciones de colores con pequeñas secuencias de elementos cromáticos, aluden igualmente al espacio y al vacío. Llevan la marca Whiteread. Una artista a quien se sigue -en espacios públicos, museos, galería y bienales-, por sus constantes quiebres, misterios y aportes, que abre espacios a la escultura y a la misma sociedad contemporánea.

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