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hacia un Santiago de calidad mundial

Las primeras viviendas de Chile

sábado, 21 de octubre de 2017

Miguel Laborde
Nacional
El Mercurio




Ya son ocho las construcciones levantadas aquí, al interior del Bosque de Santiago del Parque Metropolitano, para configurar el Museo de la Vivienda Tradicional Local; a las especies de flora de nuestras regiones en el lugar, ahora se suman nuestras primeras arquitecturas; de Tilama, Cocalán, Rapa Nui, Trata Trapa, Chiloé, Timaukel...

Su gestor, Manuel Dannemann, evoca un poema de Braulio Arenas para presentarlas: "Casa para vivir, casa que el hombre busca desde que el mundo es mundo/ desde que el hombre es hombre/ desde que el techo es cielo"...

Ahí está la poética de los materiales y los oficios. En madera rolliza de Magallanes, tejuela de alerce de Los Lagos, pilares de la misma madera en Chiloé, rukas de la Araucanía, tablones de roble en las Alturas de Biobío, palmas chilenas de cubierta en la Quinta Región, bases de piedra de Rapa Nui; totora y paja de trigo centeno en el Norte Chico, caña de Atacama, muros de piedra volcánica en Antofagasta, adobe y paja brava en el altiplano de Arica.

El ser humano, tan frágil frente a los grandes felinos, indefenso ante osos y manadas de lobos, expuesto a mordeduras y picaduras venenosas, luego de sobrevivir en cuevas o en el interior de árboles muertos, logró ir creándose un espacio en la tierra abierta, salir al aire y a la luz. Y ahí fueron la madera, el barro, la paja, la piedra, lo que la naturaleza le proveía para hacer su refugio, su morada humana, protegida.

Algunas de esas viviendas tradicionales desaparecieron, otras están en extinción, algunas siguen vigentes, apenas. Merecían también ellas un refugio, hermoso como este claro en medio del Bosque de Santiago.

Dannemann tuvo la sabiduría de incluir sus construcciones aledañas, el mobiliario, los utensilios; porque junto a ellas se hacía el pan, se plantaba la huerta, se protegían los animales domésticos, estaban los talleres de los artesanos. Así, podemos hacernos una idea de cómo se habitaban.

Este museo al aire libre es un regalo de Dannemann a la ciudad de Santiago. Como destaca él mismo, cada vivienda es el símbolo de un territorio de Chile. Es notable ver que sus estudios, a pesar de tanta variedad climática, hacen visibles ciertos rasgos comunes, unidad en lo diverso: ¿Se transmitían técnicas, de un lugar a otro?

Silenciosamente, desde el año 2012, el investigador ha gestionado el acto de levantarlas de una en una. El trabajo es lento, pero no costoso; su precio ronda los 5 millones de pesos. Se buscan donantes, para tener la muestra completa de todo Chile.

Su espacio, por convenio entre el Parque Metropolitano y la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, ocupa un área generosa, de 4,9 hectáreas del Bosque de Santiago. La Caja de Compensación Los Andes ha sido la entidad auspiciadora de este museo a cielo abierto, el de las primeras formas de habitar el país.

A sus 85 años, con más de medio siglo de investigaciones -es el autor de la indispensable "Enciclopedia del Folclor de Chile"-, Dannemann se concentra este mes en traer una carga de piedra volcánica de alto Atacama para levantar otra casa más.

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