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Puente ciencia-empresa, desafío pendiente

viernes, 20 de octubre de 2017

Economía y Negocios


Hernán Cheyre V.
Instituto de Emprendimiento
U. del Desarrollo

A raíz de la discusión presupuestaria en curso el tema de la ciencia ha saltado nuevamente al tapete, con un gran desaliento de la comunidad científica por los montos que el Gobierno está proponiendo para el próximo año. Pero no solo preocupa lo que se considera un insuficiente volumen global, sino que también su composición, especialmente por la caída que se observa en algunos programas específicos de apoyo a proyectos de investigación. A través de reasignaciones se podría lograr un mayor impacto de impulso a la actividad científica, atendida la realidad fiscal de Chile y los desafíos que se enfrenta en esta materia. Pero la discusión no se debería centrar únicamente en el tema de los recursos fiscales, sino que en la búsqueda de fórmulas y mecanismos de incentivo más eficaces para incorporar al sector privado al desarrollo de la ciencia en Chile.

La cifra que usualmente se utiliza como referencia para medir el atraso que registra Chile en investigación científica y tecnológica es la proporción del PIB que se destina a actividades de I+D, cuociente que en nuestro país apenas llega al 0,38%, en comparación con el 2,4% que exhiben como promedio los países de la OECD. Pero lo preocupante no es solamente esta diferencia, sino que también la composición, en cuanto a su origen privado o público: mientras en los países de la OECD prácticamente dos tercios de los recursos destinados a I+D provienen del sector privado, en el caso de Chile esa proporción es de aproximadamente un tercio. Es decir, en Chile no sólo se invierte poco en I+D, sino que de lo poco que se destina este propósito la mayor parte corresponde a esfuerzo estatal.

Las universidades, que por esencia están llamadas a desempeñar un rol fundamental en la expansión de la investigación científica y tecnológica, no solo deben enfrentar actualmente los efectos de un presupuesto fiscal de apoyo a la ciencia restringido para el financiamiento de nuevos proyectos, sino que además están recibiendo un golpe adicional como consecuencia de la política de gratuidad. La forma de aplicación y los criterios que se están utilizando para determinar los aranceles de referencia –significativamente por debajo de los costos reales que les significa a los establecimientos el poder ofrecer carreras de buena calidad- les está provocando a las universidades que han adscrito a este esquema una importante merma de recursos en comparación con la situación previa. Y, lamentablemente, para cubrir el déficit en muchos casos los centros de estudio están teniendo que sacrificar recursos que, alternativamente, tenían como destino el financiamiento de proyectos de investigación.

Ante esta realidad, cada vez adquiere mayor urgencia la incorporación del sector privado al proceso de generación de nuevo conocimiento y de mejoramientos tecnológicos que incidan en el desarrollo de la actividad empresarial. Desenvolverse en mercados competitivos y con desafíos de productividad a fin de cuentas es el mayor aliciente para involucrarse con mayor fuerza en actividades de I+D. Y con el propósito de dar un impulso adicional a este tipo de iniciativas se dispone de un mecanismo de incentivo tributario al que pueden acceder las empresas, cuya utilización ha venido aumentando en forma considerable durante los últimos años. Pero claramente esto no es suficiente. Se requiere dar pasos adicionales que permitan sumar al sector privado a este esfuerzo. Por ejemplo, una mayor incorporación del sector privado en los centros de excelencia que realizan investigación científica y tecnológica va a permitir potenciar el trabajo de estas entidades, con beneficio directo para el mismo sector productivo. Asimismo, la posibilidad de incorporar en las empresas a doctorados chilenos que están retornando al país constituye un mecanismo para incorporar nuevos procesos y habilidades en el mundo productivo que se debe utilizar con más fuerza. Y no todo esto implica necesariamente mayor presupuesto público. Ese es el camino más fácil, y no siempre el más eficiente. Los períodos de mayor restricción son usualmente más fértiles para buscar fórmulas innovadoras, y en este sentido mejorar los puentes entre el mundo de la ciencia y el de la empresa es un próximo paso fundamental.

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