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TRAS LA HUELLA DE LEWIS Y TOLKIEN

sábado, 21 de octubre de 2017


Reportaje
El Mercurio




Un pasillo oscuro, de techo bajo y con olor a cantina. A mano derecha, en un pequeño living decorado con sillones de terciopelo rojo y mesas elegantes, tres hombres de avanzada edad toman cerveza, el trago casi vital para cualquier inglés. El lugar corresponde a uno de los pubs más famosos de Oxford: The Eagle and Child. Allí todo pareciera estar detenido en el tiempo -sin contar al barman, un italiano de pelo teñido rubio, tatuajes y aro en la nariz. "Aquí es donde venían Lewis y Tolkien", dice, orgulloso, y apunta a otro de los salones del lugar, esta vez ubicado al final del pasillo. Entre esas estrechas paredes, nada menos que los escritores C. S. Lewis -autor de "Las Crónicas de Narnia"-, y J. R. R. Tolkien -quien escribió "El señor de los anillos" y "El Hobbit"- pasaban horas conversando y discutiendo sobre sus obras entre los años 1939 y 1962. Ambos académicos de la U. de Oxford, pertenecían al grupo "The Inklings", integrado también por los hermanos de Lewis y Tolkien, y el poeta y novelista británico
Charles Williams, entre otros.

Según está descrito en uno de los carteles del pub, el grupo literario se reunía en esta habitación, denominada "The Rabbit Room", todos los martes en la mañana "entablando discusiones que tuvieron una profunda influencia en la literatura inglesa del siglo XX". El sitio mantiene la decoración, con sillones alargados, lámparas pequeñas de género y velas por doquier. Arriba de la chimenea hay un documento en el que firman los miembros de "The Inklings". "Los de abajo firmantes se han sentado, compartido y bebido en tu salud", dice. 

La historia del pub, eso sí, comienza mucho antes. "The Eagle and Child" fue construido en 1650 bajo la dependencia de University College. Hoy, más de quinientos años después, pertenece a St. John's College, también parte de la casa de estudios. En sus paredes hay fotografías y carteles de aquella época, y semana a semana llega su público más fiel, así como cientos de turistas que encuentran un pedazo de la historia de Oxford en esa pequeña -pero pura y original- cantina inglesa.

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