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Manuel Pertegaz

Maestro de la aguja

martes, 17 de octubre de 2017

Por Sergio Caro Fotos: Eugenio Recuenco
Reportaje
El Mercurio

En Madrid se inauguró una exposición dedicada al diseñador que, junto a Balenciaga, fuera uno de los máximos exponentes de la alta costura española. La muestra, abierta hasta noviembre, reúne creaciones de siete décadas.



Vistió desde estrellas de cine hasta integrantes de la realeza, sin dejar de lado al gran público, ya que también fue visionario para adaptarse a tiempo al advenimiento del prêt-à-porter. Aunque para las nuevas generaciones Manuel Pertegaz sea conocido principalmente por haber confeccionado en 2004 el vestido de novia de la actual reina española Letizia -cuando era una periodista televisiva pronta a convertirse en princesa-, el modisto fallecido en 2014 a los 96 años hizo historia en la alta costura internacional. Esa trayectoria es la que homenajea la exposición inaugurada a principios de septiembre en la madrileña Sala Canal de Isabel II, por la Oficina de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid, que desde el año pasado y coincidiendo con su Semana de la Moda, organiza una muestra en torno a un diseñador, como una forma de destacar la importancia de la moda en la cultura hispana.

En 2016 estuvo dedicada a Jesús del Pozo y este año el recinto -un depósito de agua de principios del siglo XX, refaccionado en los años 80 como museo- distribuye en cuatro niveles una selección de creaciones de Manuel Pertegaz, desde la década de 1940 a la del 2000. Se trata de medio centenar de piezas, pertenecientes en su mayoría al Pertegaz Studio, al Museo Textil de Tarrasa, Museo del Traje-CIPE y colecciones privadas. En ellas se aprecia el talento y la técnica del diseñador, que junto a Cristóbal Balenciaga han sido los máximos referentes de la alta costura española.
 
Autodidacta

Hace justamente 60 años que se produjo el otro hito por el que Manuel Pertegaz estaba aburrido de que le preguntaran. En 1957, tras la muerte de Christian Dior, le ofrecieron encabezar su casa de moda, pero el modisto español no quiso dejar su país para instalarse en París, y el puesto fue para Yves Saint Laurent. El aragonés siguió construyendo su propia historia, una que inició siendo muy joven, cuando su familia emigró a Barcelona desde su pueblo natal de Olba. El entonces quinceañero consiguió un trabajo de aprendiz en una sastrería del barrio chino de la capital catalana.

Allí aprendió a coser y cortar, desarrollando el oficio del sastre que con pinzas y volúmenes va esculpiendo una silueta. En su caso, fue capaz de estilizar la figura femenina, haciéndola ver delicada y a la vez majestuosa: surgía así el concepto de mujer cisne, como sus modelos que parecían clones de Audrey Hepburn -su ideal de belleza y a quien también vistió- y que formaban parte de su personal de planta, toda una rareza para la industria de la moda. La figura de cisne se veía realzada además en sus vestidos de cóctel con faldas globo y grandes lazos que parecían polisón, el armazón interno con que se daba volumen a las faldas en el siglo XIX.

Pertegaz abrió su primer taller en 1942, a los 25 años, luego de que en un par de casas de moda no le dieran trabajo por ser hombre. Debido al éxito, a la casona de la calle Diagonal de Barcelona tuvo que agregar una sucursal en Madrid. En los años 50 su fama cruzó el Atlántico, convirtiéndose en el primer modisto hispano en vender sus creaciones en la Quinta Avenida de Nueva York. La Universidad de Harvard le entregó el Oscar de la Costura.

Hasta entonces, la alta costura era un elemento diferenciador para las mujeres que podían acceder a ella. Pero al acercarse los revolucionarios años 60, Pertegaz fue visionario para advertir que el mundo estaba cambiando, y que el prêt-à-porter era un vehículo para que la moda no solo estuviera "al alcance de las mujeres ricas, (sino) también de las mujeres que trabajan", según señaló en una entrevista en televisión. Así, el modisto, reconocido como un artesano, fue capaz de adaptarse a un modelo de producción a mayor escala, manteniendo sus estándares de calidad. En paralelo a las colecciones que lanzaba para sus boutiques, continuaba creando para sus clientas (que incluían personalidades del cine como Ava Gardner, Marisa Berenson y Audrey Hepburn, y la Primera Dama estadounidense Jacqueline Kennedy) en forma personalizada: no solo el diseño, sino que hasta la elección de la tela debía ir en función no solo del cuerpo sino de la personalidad de quien la usara, ya que unicamente así podría realzar su belleza y elegancia natural. Así continuó hasta comienzos de los 90, cuando se volvió a concentrar en coser para sus clientas, mientras su marca siguió expandiéndose incluso al vestuario masculino. Tras la boda real de 2004, retomó una tarea pendiente, y en 2007 lanzó su colección de joyería, de la que envió un par de aros de oro de regalo a la recién nacida infanta Sofía.
 
Arte versus negocio

La moda de Manuel Pertegaz también es reconocida como un reflejo de cada época. Así, por ejemplo, uno de los episodios más mediáticos de su carrera ocurrió en 1969. El mismo año en que el hombre llegó a la luna, la España franquista organizó el Festival de Eurovisión. Salvador Dalí se encargó de diseñar la escenografía futurista y Pertegaz vistió a la representante local, Salomé con un enterito azul turquesa de flecos metálicos que pesaba catorce kilos y costó un millón y medio de pesetas de la época. La cantante se llevó la sorpresa de su vida cuando le entregaron el traje terminado antes de salir al escenario, y pese a que apenas podía andar, bailó la coreografía del tema "Vivo cantando" sin demostrar esfuerzo. Aunque en un cuádruple empate, fue la última vez que España ganó el certamen. Lo malo fue que como entonces se transmitía en blanco y negro, para la teleaudiencia Salomé parecía vestida de paja. El color de YouTube ha permitido reivindicar uno de los atuendos más célebres en la historia de Eurovisión.

Al inaugurarse la actual exposición, el director de la Oficina de Cultura y Turismo de Madrid, Jaime de los Santos, señaló que si bien la industria de la moda es un negocio importante (representa algo más del dos por ciento del PIB de España), trasciende por su valor creativo. Así, declaró que los 50 atuendos que conforman la muestra representan "70 años de historia de España a través de la belleza", en los que Manuel Pertegaz "fue capaz de entender cada uno de los momentos: en algunos casos en blanco y negro durante el franquismo,  y también en el salto a la democracia. Supo vestir a la mujer en cualquiera de los momentos para cualquiera de las ocasiones, y siempre con una profunda creatividad como punto de partida".

La exposición, de cuya curatoría se encargaron la doctora en Historia del Arte Amalia Descalzo y el diseñador Raúl Marina, consta de cuatro niveles. La planta baja presenta piezas icónicas de su carrera, como un abrigo de cóctel de tafetán de seda de verde de 1954, que en lugar de botones se cierra con delicados lazos anudados, y un vestido de novia tipo abrigo en raso de algodón de 1967. Luego vienen dos pisos donde se combinan trajes de alta costura y prêt-à-porter, siguiendo el orden de los desfiles de las casas de moda, con vestidos de fiesta, de cóctel y de día. Aquí se encuentran vestidos con cuidadas aplicaciones de pedrería y plumas, otros con forma de cisne, junto a otros de original sencillez, como un conjunto de vestido y chaqueta que contravino la norma de que las invitadas a un matrimonio no pueden vestir de blanco para no rivalizar con la novia, y al que el modisto agregó un borde negro ya que la mujer que lo usaría estaba de luto. El último nivel está dedicado a los vestidos de novia. La muestra, que permanecerá abierta en forma gratuita hasta el 12 de noviembre, se complementa además con la exhibición de un video realizado por el fotógrafo Eugenio Recuenco (quien también estuvo a cargo del catálogo de la exposición), donde la modelo Vanesa Lorenzo luce los diseños de Manuel Pertegaz en un escenario, permitiendo al espectador apreciar los tejidos y formas de la obra del artista aragonés.

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