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El regreso de Carlos Ominami:

"No es inevitable, pero de seguir como hasta ahora, esta elección está perdida"

domingo, 08 de octubre de 2017

M. Soledad Vial
Reportajes
El Mercurio

Para ganar, "se habría requerido de una candidatura sólida, un conjunto de partidos respaldándola, un programa muy nítido. Nada de eso se ha logrado", plantea el ex senador. Por eso llama a todos los candidatos del sector a construir un acuerdo de gobernabilidad ahora... o lamentarse después del 19 de noviembre.



Reconoce que quedó "muy marcado por el drama de 2009", cuando los tres candidatos de centro e izquierda -Eduardo Frei, Jorge Arrate y Marco Enríquez-Ominami, su hijo- sumaron 56%, pero Piñera les ganó igual la elección.

"El 20% era un muy buen resultado", dice respecto de ME-O, que dejó el PS (igual que luego lo haría él) y se lanzó solo a esa carrera presidencial. "No hubo tiempo político, afectivo, para recomponer las cosas. A los tres días yo le di mi apoyo a Frei, a Marco le costó más y ha hecho su autocrítica. No repitamos el mismo error", pide Carlos Ominami.

Él se propone ser parte de la reconstrucción que la izquierda, gane o pierda, deberá hacer, dice. Y no solo desde la plataforma académica de la Fundación Chile 21, sino retomando una vida política activa, para ser una voz en la "refundación de una opción progresista".

Crítico del trato que los socialistas le dieron a Ricardo Lagos, lo conversó con este en el almuerzo con que los antiguos próceres del No recordaron, esta semana, el plebiscito de 1988. Porque, si bien no fue partidario de esta segunda aventura presidencial, siente que "Chile se perdió a Lagos" y que su lugar estaba fuera de la contingencia: "Si existiera una asamblea constituyente, su presidente lógico sería alguien como él".

Hoy saca la voz para llamar a un giro urgente en su sector. El diagnóstico es claro:

"Esta es la primera vez que, en un país mayoritariamente de centroizquierda, tiene una altísima posibilidad de ganar una opción de derecha".

-¿Por qué es distinto ahora que en 2009?

-Es que ahí no ganó una opción de derecha, perdió la centroizquierda. Fue un drama, hicimos las cosas mal y desgraciadamente las estamos repitiendo.

"Mayoritariamente, la gente no quiere un gobierno Nueva Mayoría II. La centroizquierda aparece con liderazgos confrontados, en una competencia áspera, una coalición fragmentada, un desarraigo social histórico y con un programa difuso. Al frente hay una derecha con un liderazgo indiscutido, una coalición ordenada, un mundo empresarial cuadrado y un programa claro, contrarreformador".

-Y qué es más fuerte, ¿la "campaña áspera" o el rechazo a "una Nueva Mayoría II"?

-Las dos. Este gobierno probablemente tenga un juicio histórico favorable, pero en el corto plazo el juicio es negativo, por sus deficiencias de conducción política, su desprolijidad. Se habría requerido de una candidatura sólida, un conjunto de partidos respaldándola, un programa muy nítido. Nada de eso se ha logrado. No lo veo inevitable, pero de seguir como hasta ahora, esta elección está perdida.

"Hubo mucho despilfarro..."

-¿Por qué fracasó la Nueva Mayoría?

-Hubo mucho despilfarro, improvisación. La centroizquierda tenía que haber hecho un examen muy profundo respecto de las razones de la derrota de 2009, pero los partidos se congelaron porque existía la posibilidad de recuperar rápidamente el poder con Michelle Bachelet. Las definiciones programáticas fueron básicamente las de "la calle", pero eran titulares, obra gruesa sin terminaciones.

-Usted conoce bien a la Presidenta, ¿no hubo comprensión cabal de la debilidad que se refugiaba tras su popular liderazgo?

-No hubo un diagnóstico fino del deterioro del sistema político. Ella tenía una intuición, la de que los partidos tenían problemas y por eso, vuelta a Chile, los excluyó. La secuencia de las reformas fue equivocada: si había convicción de que este país necesitaba un nuevo sistema de reglas, era evidente partir por la nueva Constitución. El curso de este gobierno habría sido completamente distinto si, en vez de un bono en marzo, su primer proyecto hubiese sido una reforma que habilitara a la Presidenta a convocar a plebiscito para la nueva Constitución. Faltó convicción.

-¿No era arriesgado partir por la reforma más resistida?

-Si la Presidenta se hubiera jugado, la gente mayoritariamente habría estado por cambiar la Constitución. La Nueva Mayoría ampliada no estaba tan lejos de los dos tercios en el Congreso y ese plebiscito se habría ganado de aquí a Penco.

-¿Qué causas ve para que la centroizquierda, un sector que pareció alguna vez monopolizar la gobernabilidad, hoy despierte dudas precisamente en eso?

-Creo que es por las dificultades que ha tenido este gobierno y la pérdida de conexión de la ciudadanía con los partidos. No hemos sido capaces de cambiar un sistema político que no se legitima con un conjunto de reformas, sino que requiere un acto refundacional, un proceso constituyente en serio.

"Los problemas de la centroizquierda son de fondo, pero, más allá de nuestras diferencias, es más lo que nos une. Por eso se requiere de una iniciativa política de envergadura que permita que el país visualice a la centroizquierda como opción. Decirle que estamos compitiendo en primera vuelta, pero que apoyaremos a la opción que enfrente a la derecha en segunda vuelta, en base a un pacto de gobierno o de gobernabilidad. Si no somos capaces y votan 5,5 millones de personas, como en la municipal, el triunfo de Piñera es evidente".

-¿Puede ser creíble un acuerdo de ese tipo si el sector ni siquiera pudo concordar una candidatura única?

-Hacerlo es más creíble, coherente y electoralmente más inteligente que esperar. Con todo respeto, le digo a Carolina Goic: no es necesario esperar al 19 de noviembre en la noche para saber que Piñera representa retroceso social y cultural. Podemos tener acuerdo en una nueva Constitución, un sistema de pensiones mixto, en mantener la reforma tributaria y mejorar la tributación minera, recuperar para el país los derechos de agua.

-Y el electorado, ¿le creería a Goic si dijera que prefiere a Beatriz Sánchez antes que a Piñera?

-Guillier tiene que poder decir: si Sánchez o Goic pasan a segunda vuelta, cuenten conmigo. Marco también lo ha dicho. Me parece más honesto y coherente decirlo hoy, porque los votos no son traspasables.

-¿Es en buenas cuentas un pacto de todos contra Piñera? ¿No es en el fondo antidemocrático demonizar así la alternancia?

-No, este es un debate ideológico, no creo que estemos al borde del colapso si gana Piñera. Es malo para Chile no resolver el tema constitucional, congelar la reforma universitaria, retroceder en el copago y la selección, darle nuevamente estímulo tributario al 1% más rico, o que se revise la ley de aborto.

"Hay que recuperar una mayoría, porque el problema básico de este gobierno es que hizo una puesta en práctica de las reformas que terminaron siendo minoritarias. A la gente le gusta poder hacer un pequeño aporte al colegio y elegir. Se lo gritamos mil veces al ministro Eyzaguirre: '¡Parta por la educación pública!'. No lo hizo y se metió en una discusión absurda y se echaron a todos encima".

"La reforma tributaria, habría que haberla concentrado en dos impuestos. Terminó siendo muy compleja y afectando a todo el mundo; la señora Juanita terminó pagando más".

"Vamos a tener un proceso de atomización y reproche"

-Algunos piensan que sería más sano asumir la posible derrota y que las fuerzas de centroizquierda e izquierda se aboquen a revisar en qué han fallado, para ofrecer un proyecto renovado al país. ¿Por qué no está de acuerdo?

-Porque no es bueno para Chile y nadie debería sacar cuentas alegres. El triunfo de la derecha implica la derrota de toda la centroizquierda; nadie se va a salvar, incluido el Frente Amplio.

-¿Por qué tendría que arrastrar la ola al Frente Amplio?

-No vamos a tener el avance incontenible de las nuevas fuerzas, vamos a tener un proceso de atomización y el reproche permanente de quién tuvo la culpa. Antes se logró contener ese proceso porque existía la opción de volver con Bachelet, hoy no existe esa opción.

-Desde la oposición, ¿el Frente Amplio no podría volver a levantar un movimiento social, como lo hizo en el gobierno de Piñera?

-Tengo serias dudas. En este periodo, ese gran movimiento estudiantil capaz de fijar agenda finalmente desapareció como actor, producto de su ultra radicalización.

"El triunfo de la derecha implica la derrota de toda la centroizquierda; nadie se salvará, incluido el Frente Amplio".

"La reforma tributaria terminó afectando a todo el mundo; la señora Juanita terminó pagando más".

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