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Tradicionales artesanas buscan nuevos procesos productivos:

La lucha de las alfareras de Quinchamalí que se resisten a desaparecer

martes, 19 de septiembre de 2017

Vanessa Vega S.
Nacional
El Mercurio

Los múltiples reconocimientos y los talleres a menores han logrado frenar el avance de las nuevas tecnologías y la explosión de productos asiáticos que amenazan su arte.



A pesar de los años, con las manos curtidas por la greda, las alfareras de Quinchamalí, a 35 kilómetros de Chillán, capital de la nueva Región de Ñuble, no dejan de moldear sus tradicionales guitarreras y chanchitos de tres patas, figuras reconocidas nacional e internacionalmente por su peculiar color negro.

La comuna de Quinchamalí es considerada uno de los centros alfareros más importantes del país, y sus artesanas fueron reconocidas recientemente por la Unesco como "Tesoros Humanos Vivos". En el proceso, además, certificaron sus trabajos ante el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inapi) y obtuvieron un certificado de denominación de origen.

Los cántaros de greda existían en el pueblo desde antes de su fundación, en 1601, donde ya había vestigios de alfarería en la zona. La técnica se traspasó por generaciones y hoy su artesanía convirtió a Quinchamalí en un barrio de interés regional en el Biobío, donde la Seremi de Vivienda y Urbanismo ha puesto énfasis en la gestión patrimonial mediante al programa "Quiero mi Barrio". Para el seremi de la cartera, Jaime Arévalo, la oportunidad de mostrar sus artesanías en la Chile Week China en agosto, "es reflejo del maravilloso arte y riqueza que existe en la localidad de Quinchamalí y nuestra región".

La locera -como llaman a las artesanas que confeccionan piezas de corte utilitario- Mónica Venegas fue premiada con el sello de "Excelencia a la Artesanía 2017", entregado el miércoles por el Comité Nacional de Artesanía, por su figura "mujer alfarera".

El trabajo de estas mujeres no solo consiste en la creación de las figuras; ellas participan desde la recolección del barro de diferentes colores y texturas durante el verano, hasta la cocción de los cántaros, uno de los procesos más importantes que les da esa tonalidad color negro oscuro.

Con más de 32 años en este trabajo, Mónica dice que "todo lo que soy y todo lo que le he podido entregar a mi familia se lo debo a la greda"; para ella la importancia de enseñar es vital para la supervivencia de esta tradición ancestral.

Es por eso que la Municipalidad de Chillán ha comenzado a elaborar un taller, en conjunto con el colegio municipal de Quinchamalí, donde los alumnos aprenden a moldear de la mano de las propias alfareras, "no tengo la menor duda que con esa experiencia vamos a tener a futuro asegurada la presencia de esa tradición y esa maravilla que son las gredas de Quinchamalí", señala el alcalde de la comuna, Sergio Zarzar.

Para Mónica Venegas, el bombardeo de lo asiático les quita mercado, pero las obliga a abrir nuevas puertas. "En Europa se está retomando todo lo que es natural y ese es el mercado al que nosotras apuntamos", asegura.

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