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General Humberto Oviedo Arancibia, comandante en jefe del Ejército:

"Desfilé de fusilero, y cuando parte la banda de guerra, uno sabe que la suerte está echada"

martes, 19 de septiembre de 2017


Nacional
El Mercurio




El comandante en jefe del Ejército, general Humberto Oviedo Arancibia, ingresó a la Escuela Militar en febrero de 1975 con apenas 15 años.

Reconoce que entre sus motivaciones para seguir esta carrera también estuvo la Parada Militar. En un 19 de septiembre anterior, "El Mercurio" publicó una foto del hijo del agregado militar alemán vestido de cadete. "Era un niño de unos 10 años, y mis hermanos, algunos ya en la Escuela, me molestaron con ello. Eso me enojaba y le alegaba a mi papá. Eso me motivó aún más a postular", recuerda, sonriendo.

En la Escuela Militar comenzó desde temprano a aprender a desfilar con una fuerte rutina que se realiza todos los lunes. Explica que el marchar forma parte de la educación de los militares, ya que tiene una función operativa. "Las unidades cuando se despliegan y se mueven en el terreno tienen que ir a un ritmo, cumplir metas en cuanto a distancias, lo que se hace a través de un entrenamiento. Lo mismo cuando estamos inmóviles en la fila. Uno tiene que aprender a dominar su cuerpo", agrega.

Experiencia: "Ese primer año hay mucha expectativa. Uno se siente orgulloso de vestir el uniforme de parada de su institución. Nos dicen que cada uno de nosotros representa a la institución, y eso, cuando uno es muy chico, cuesta entenderlo. Sin embargo, cuando uno se pone el casco prusiano, la guerrera azul, el pantalón blanco por primera vez, se asume esa responsabilidad".

Preparación: "Quizás lo más difícil tiene que ver con el equipo. Limpiamos todo: botones, los bronces, el fusil, el correaje. A eso hay que agregarle penacho, que hay que peinarlo y lavarlo. Esto tiene toda una técnica. Uno duerme poco la noche anterior".

Desfile: "Ese día nos despertaron a las 06:00, pero las actividades se adelantaron. Almorzamos como a las 11:00 y fuimos a equiparnos. Luego, la Escuela completa se toma una foto y embarca en buses hacia la Elipse. Ahí entramos al Parque O'Higgins. Fue algo muy hermoso. El día estaba con viento, despejado, con nubes. El clima estaba muy agradable, y eso también ayuda. Desfilé de fusilero, y cuando parte la banda de guerra, uno sabe que la suerte está echada. Desfilamos muy atentos, concentrados en la alineación y al compás del bombo para llevar el ritmo, con el fusil bien tomado. Cuando dejamos el paso regular y pasamos la tribuna principal, la primera sensación es de alivio. ¡Cumplimos!".

Anécdota: "Ese año el Tambor Mayor de la Escuela Militar no fue un cadete, sino un teniente, Víctor Irigoyen. Nunca supe, pero en los ensayos estuvo él e hizo un gran desfile. Irigoyen no era muy alto, pero tenía un muy buen paso regular y era muy seguro. Además, algo más dramático: uno de los caballos botó a su jinete frente a la Tribuna de Honor. El capitán cayó muy feo, pero aunque perdió parte del casco, se levantó y desfiló al frente de su compañía con la mano en la visera y paso regular... 50 metros después lo tomó la ambulancia y se lo llevó al hospital".

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