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A tres meses de la elección que es calificada como una de las "más complejas" de los últimos años:

Por primera vez una mujer tiene opciones para presidir la Corte Suprema

domingo, 10 de septiembre de 2017

CINTHYA CARVAJAL A.
Nacional
El Mercurio

La ministra Rosa María Maggi, sexta en antigüedad, es una de las cartas junto a Haroldo Brito. Tras bajarse, hace unos días, Héctor Carreño, el escenario cambió para quienes le darían a este su preferencia.



Esta semana, en el Palacio de los Tribunales se comenzó a hablar más abiertamente acerca de los posibles candidatos a la presidencia de la Corte Suprema.

A tres meses de la votación, prevista para mediados de diciembre, no existe certeza de quién será el sucesor del ministro Hugo Dolmestch al frente del máximo tribunal.

La decisión de no postularse de Héctor Carreño, uno de los que seguían en antigüedad, sorprendió a varios magistrados que veían en él una de las opciones para competir con Haroldo Brito.

"No tengo el tiempo; cumplo 75 años antes de completar los dos años en el cargo. Hace seis años decidí que no era prioridad para mí la presidencia de la Corte Suprema", aseguró Carreño a "El Mercurio" hace una semana. Así se lo hizo ver a Dolmestch hace algunos días, siguiendo los pasos de los ex supremos Adalis Oyarzún y Ricardo Gálvez, quienes estando en su misma situación declinaron ser candidatos.

El nuevo escenario abrió la posibilidad de que por primera vez la Corte pueda ser presidida por una mujer: Rosa María Maggi, la sexta en antigüedad.

En el máximo tribunal, la tradición es que el nuevo presidente, que estará durante los próximos dos años en este cargo (hasta enero de 2020), sea quien lleva más tiempo en el Poder Judicial. Pero no siempre ha sido así. Los más antiguos -Patricio Valdés y Carreño- estarían ya descartados, porque cumplirán el tiempo límite para ser jueces, 75 años, antes de este período. Ninguno estaría dispuesto a alargar su permanencia.

En el caso de Valdés, quien debiera jubilar el 13 de febrero de 2018, la extensión en el cargo sería de un año y 11 meses. Mientras que con Carreño hubiese sido más breve, ocho meses, ya que cesa en sus funciones el 16 de abril de 2019.

Les sigue en antigüedad Carlos Künsemüller, quien ya les comentó a los magistrados que no está en sus opciones ser presidente, aunque no lo ha hecho de manera formal.

Así, se llegaría en el escalafón a Brito (4°), quien se cambió a la Cuarta Sala (Laboral), luego de que la Sala Penal lo inhabilitara para conocer causas del sistema antiguo por su relación con Lya Cabello, fiscal judicial de la Corte Suprema, que debe realizar pronunciamientos en estos procesos como parte. A pesar de ello, es uno de los candidatos fuertes de esta elección, y tiene asegurado el apoyo de varios supremos que votan por antigüedad.

Pero hay otros ministros que están complicados por votar por él porque creen que su relación de pareja es "incompatible" con el cargo, no por una inhabilidad, sino que por un tema "ético".

A Brito le sigue Guillermo Silva, quien también podría obtener algunos votos; y luego Maggi, quien también cuenta con varias preferencias.

Ministro pide más que antigüedad

La elección se ha vuelto tan entrampada, que algunos no descartan darle un voto a un ex presidente del máximo tribunal, como Milton Juica, que jubila en junio de 2018. O a Sergio Muñoz. Aunque ninguno de los dos ha manifestado interés.

Otros, como el vocero subrogante Lamberto Cisternas, han opinado públicamente del tema. "Es deseable que quien sea postulado o se postule a la presidencia haga saber en el pleno sus planteamientos respecto de los elementos mencionados u otros que le interesaran", dijo a "El Mercurio" en julio pasado.

Según el magistrado, en la elección debe tenerse muy presente que el Código Orgánico de Tribunales dispone que el presidente es elegido por sus pares, por lo que la antigüedad es uno de los elementos a considerar, en conjunto con otros.

Entre tales factores, Cisternas destacó la disposición personal, la capacidad de gestión, la comprensión global de las funciones y de la organización de la Corte y del Poder Judicial, la capacidad de coordinar esfuerzos y labores, el buen entendimiento con los gremios, la disposición al cambio, el deseo de interconectar los distintos organismos al interior del Poder Judicial y a este con la sociedad.

Cuando se fije la fecha exacta de la elección, los 21 magistrados deberán votar en forma secreta por un supremo. Una vez que entreguen su preferencia, la relatora de pleno realizará el conteo y dará el resultado.

Si tras la primera votación no hay mayoría absoluta (11 preferencias), los ministros deberán volver a elegir, hasta que alguno reúna las menciones requeridas. Se presume que este año la elección estará más reñida, por lo que no se descarta una segunda votación.

TRADICIÓN
Hasta la elección de Servando Jordán, en 1996, se daba la tradición de elegir siempre al más antiguo en la categoría; es decir, quien hubiese llegado antes a integrar el alto tribunal.

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