Dólar Obs: $ 956,32 | -1,25% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.207,48
IPC: 0,40%
"No están humillando al general (r) Orozco; están humillando a toda la institución"

domingo, 27 de agosto de 2017

Lilian Olivares
El Mercurio

El presidente del Cuerpo de Generales y Almirantes en Retiro se encontró con el condenado oficial en retiro en Punta Peuco al día siguiente de su reclusión, y quedó impactado.

Tenía 20 años, y era teniente de la Fuerza Aérea de Chile el 11 de septiembre de 1973. El golpe lo sorprendió en Estados Unidos. Escuchó la noticia por radio, mientras transitaba por la ciudad de Stuart, Florida, donde integraba una comisión enviada a retirar un avión a la fábrica Grumman.

Su ansiedad superaba la media de la que tenían los chilenos en el extranjero. Es que su padre, Ricardo Ortega Fredes, era, ni más ni menos, el subsecretario de Aviación de Salvador Allende Gossens.

Las noticias que llegaban hasta allá indicaban que ninguno de los colaboradores del Presidente derrocado por los militares se encontraba bien. Por el contrario. Recién después de tres días pudo hablar con él, y quedó tranquilo.

Ricardo Ortega Perrier (65), quien llegó a ser comandante en jefe de la FACh (2006-2010), nombrado por la Presidenta Michelle Bachelet en su primer gobierno, es actualmente el presidente del Cuerpo de Generales y Almirantes en Retiro.

Cumpliendo esa responsabilidad fue que el martes pasado visitó a los presos de Punta Peuco, y se encontró con un nuevo interno que había ingresado al penal la tarde anterior: el general (r) Héctor Orozco, el anciano que llegó a cumplir condena por dos homicidios calificados ocurridos en diciembre de 1973, en San Felipe.

Sus circunstancias lo han puesto en un vértice singular del conflicto: su padre fue cercano al de la Presidenta, y él tuvo una muy buena relación con Michelle Bachelet. Al mismo tiempo, conoce desde adentro el sentir de los uniformados frente al tema que cada cierto tiempo vuelve a encender la hoguera, como ocurrió con el episodio del ex director de Inteligencia del Ejército y su sorprendente arribo en pijama al penal, en momentos en que se insiste en el cierre inminente de Punta Peuco.

Deber militar y derechos humanos

Cuenta que hizo su curso de Estado Mayor en Inglaterra y que su tesis se tituló "El deber militar y el dilema de los derechos humanos". Fue premonitorio.

-¿Tiene usted parientes o conocidos en Punta Peuco?

-Tengo conocidos, porque mis jefes estaban allá. Aviadores hay muy pocos. Enrique Ruiz Bunger, por ejemplo, fue mi jefe en Quintero. Él era comandante de la unidad. Y después estaba el coronel Saavedra. Por supuesto que los fui a ver.

Va cada dos o tres meses al penal en Tiltil.

-La primera vez fue hace un par de años. Es impactante, porque uno tiene que pasar una reja, después otra, y así. A uno lo revisan, y puede entrar únicamente con el carné. Y eso está bien, porque es una cárcel. Las personas están ordenadas, limpias. Pero uno va a ver al que fue su jefe y observar las condiciones de ahora... sale con una especie de recogimiento, y dice: "Pucha, a mí no me tocó, menos mal, pero yo podría haber estado acá". Porque hoy hay acusaciones de gente que por el hecho de haber estado en una unidad se presume que debe haber sabido lo que pasó con alguna persona. Y uno dice: "Gracias a Dios, yo no estoy en esa historia. Alguien me protegió, y no me mandó a ninguna de estas cosas". Yo no juzgo a nadie, sino, como dice el general Oviedo (Humberto, el comandante en jefe del Ejército), hay circunstancias donde uno tiene que hacer lo que le ordenan.

-¿Qué le parece el anuncio de un inminente cierre de Punta Peuco?

-No me gusta la idea. No me gusta, porque creo que cada vez se va castigando más a las personas. Cuando se dictó el decreto de la creación de Punta Peuco se dijo que era para estas personas, se estableció un régimen penitenciario, en fin. Entonces, ¿qué es lo que ha cambiado como para cerrar eso? Se está cumpliendo lo que la ley dice: esta gente está privada de libertad y está en un recinto carcelario que está manejado por Gendarmería. Y se cumplen todas las leyes y todos los reglamentos que corresponden. ¿Cuál es la razón? Si el objetivo era tenerlos presos, ya están presos. Ahora, ¿es acaso humillarlos, torturarlos, matarlos? En Chile se abolió la pena de muerte. Pero cuando uno condena a una persona de 90 años a 10 años, lo está mandando a morirse. Así de simple. Ahora, si más encima hay personas que no están en sus cabales o tienen enfermedades que son realmente invalidantes... Me ha tocado ver gente en Punta Peuco que tiene las piernas cortadas por diabetes, gente que los otros internos tienen que ayudarlos a ir al baño, tienen que lavarlos, porque no son capaces de moverse bien. Entonces, ¿qué es lo que se está buscando? ¿Hacerlos sufrir? ¿Mancillarlos?

"Miren lo que le están haciendo"

Al mismo tiempo, dice que comprende el sentir de gente que sufrió en carne propia las consecuencias del quiebre del 73.

-¿Y usted cree que hay algún ánimo de la autoridad por resolver esto?

-Mire, para mí, la Presidenta es una buena persona. No creo que ella quiera dañar a las personas porque sí. Ahora, yo pienso que hay un compromiso ideológico muy fuerte. Entiendo a las personas que quieran que hagan sufrir a quienes hicieron sufrir a sus seres queridos. Pero usted comprenderá que han pasado ya 40 años de este tema. Entonces, ¿hasta cuándo? ¿Cuál es la idea? Porque aquí la gente cree que hay odio de un lado nomás, pero se olvidan de lo que está provocando en los familiares, en las instituciones. El odio que se está formando no es conveniente para nadie, y a mí me parece muy peligroso para la sociedad chilena. Porque yo le voy a decir una cosa: Chile va a tener Fuerzas Armadas para siempre. Cualquier gobierno, de izquierda o de derecha, necesita a las Fuerzas Armadas, y las Fuerzas Armadas son obedientes al gobierno que esté. No es sano para la República que el gobierno sea mirado como enemigo, o que la gente o los parlamentarios lo miren así. Creo que hay que hacer todo lo posible por evitar remover heridas. Yo entiendo el tema de la verdad. Pero le digo: Los que supieron, o los que mandaron, están en su gran mayoría muertos.

Baja el tono de voz, y relata:

-El martes fui a Punta Peuco. Fue una visita normal del cuerpo de ex generales, y me dijeron que el general Orozco estaba allá. "Ah, quiero verlo", respondí. Y me llevaron a su pieza. Estaba con el mismo pijama, la misma bata y las mismas chinelas con que había llegado la tarde anterior. Pregunté quién duerme al lado, y me dijeron que esa persona lo estaba ayudando. Mi pregunta es: ¿se iba a fugar este caballero? ¿O tendrían miedo de que alguien lo fuera a secuestrar, que lo llevaron tan rápido que no le dieron tiempo a vestirse? ¡Si es un caballero que no sabe dónde está parado, tal como lo vi yo! O a lo mejor estaba en un mal momento y alguien del Instituto Médico Legal dijo que está en plenas facultades. No lo vi así. Vi a un viejito muy "desguañangado", barbón. Bueno, yo creo que ni siquiera lo están haciendo sufrir a él, porque no está entendiendo lo que pasa. O a lo mejor la idea era humillarlo. Pero no lo están humillando a él; están humillando a toda la institución que ve a uno de sus generales y comenta: "Miren lo que le están haciendo".

""El odio que se está formando no es conveniente para nadie, y a mí me parece muy peligroso para la sociedad chilena".

""En Chile se abolió la pena de muerte. Pero cuando uno condena a una persona de 90 años a 10 años, lo está mandando a morirse".

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia