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Parque Forestal

martes, 22 de agosto de 2017


Opinión
El Mercurio




Señor Director:

A raíz de la controversia ante un eventual cierre del Parque Forestal, el escritor Enrique Lafourcade, en su libro "Cuando los políticos eran inteligentes" (Editorial Planeta, año 1996), con ironía, manifiesta: "Si fuera alcalde de Santiago, tomaría unas medidas inmediatas. Por ejemplo, con el Parque Forestal". Y un imaginario interlocutor le pregunta: "¿Qué haría usted para evitar la delincuencia?". "Lo enrejaría. Rejas de fierro, altas, hermosas. Con puertas con llave". "Parecería una cárcel", lo interpela. "No necesariamente. Le recuerdo que en París casi todos los parques y las plazas están enrejados. Que dos de los más hermosos lugares de la ciudad, los jardines de Luxemburgo y el Parque Monceau, tienen unas bellísimas ferreterías. Igual, el Jardín de las Tullerías. En Londres, en Bruselas, en las ciudades alemanas, por todas partes, los parques tienen rejas y cuidadores".

"Que se acabe el dormitorio de los pungas, los cogoteros, los psicópatas y los drogadictos en que se encuentra convertido el Forestal".

"¿Y qué sería permitido?". "Todo lo que no está prohibido. Permitido respirar el perfume de las flores, tomar el sol, dormitar bajo los árboles, leer caminando por sus senderos, enamorar en los bancos limpios, sin quebraduras, recién pintados (una vez que se seque la pintura, por supuesto)".

La idea de cerrar el Parque Forestal es antigua, y como se ve, una persona del mundo de las letras y la cultura, hace 21 años, se mostraba partidaria de enrejarlo.

Alberto Cienfuegos B.

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