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El invierno AL ESTILO ESQUEL

domingo, 20 de agosto de 2017

POR Monserrat Miranda, DESDE ARGENTINA.
Crónica
El Mercurio

Esta localidad patagónica argentina de apenas 45 mil habitantes es hoy una de las que mejor han sabido conservar sus atractivos naturales -glaciares, árboles milenarios y montañas-, y esta es una breve guía para entender cómo aprovechar eso mientras aún hay nieve (y después, también).



TIERRA DE GIGANTES

Algunos, los más antiguos y venerables, pueden llegar a medir sobre 45 metros de alto y alcanzar un diámetro de dos metros. En el Parque Nacional Los Alerces, a 50 kilómetros de Esquel, hay uno que se levanta más que todos los otros: "el Abuelo", como le dicen, es un alerce que tiene 2.620 años, 57 metros de alto y es, claro, un atractivo en sí mismo, dentro de estas 263 mil hectáreas protegidas.

El Parque Los Alerces se creó en 1937 para proteger particularmente a esta especie, que en los años 30 quedó casi al borde de la extinción debido a la tala de los ejemplares también conocidos como lahuan, que en mapudungun significa "abuelo", un nombre apropiado para unos árboles que pueden llegar a vivir entre 3 mil y 4 mil años.

Para llegar al Abuelo, el principal alerce del parque, se debe contratar una empresa (solo hay dos que realizan este servicio: Glaxiar y Safari Lacustre), para cruzar en lancha desde Puerto Chucao hasta el brazo norte del lago Menéndez, donde se encuentra el alerzal milenario.

Eso no es todo: el parque cuenta con 21 senderos para trekking (aunque no siempre están habilitados, por el clima, así que conviene preguntar en el centro de interpretación del parque) y con varios sitios para acampar, además de alojamientos como la Hostería Futalaufquen (HosteriaFutalaufquen.com), las cabañas Tejas Negras (TejasNegras.com) o el Camping Agreste Bahía Rosales (BahiaRosales.com).

Dato extra: La empresa Glaxiar hace recorridos al Abuelo todo el año, en grupos de máximo 10 personas. Más información, al mail hola@glaxiar.com; Glaxiar.com


CABALGAR COMO UN BAQUEANO

En la Patagonia argentina, aunque cueste creerlo, a veces es difícil encontrar baqueanos de verdad. Héctor Diocares -bombacha, botas de cuero y sombrero- es uno de esos. Junto a su padre fundó la Chacra Los Álamos, estancia donde realizan ocho circuitos distintos de cabalgatas alrededor de Esquel.  Y de ese "menú", una buena alternativa para quienes no tienen mucha experiencia sobre un caballo (menos como baqueano) es el circuito de dos horas hasta los pies del cerro Nahuel Pan, una excursión que, aunque sube pendientes fuertes en cerros y entre bosques típicos de la estepa patagónica, se hace con relativa facilidad gracias a las indicaciones de Diocares, que es el guía de la ruta. Otra opción más aventurera es el circuito de 6 días y 5 noches en el que, junto al mismo baqueano, se recorre el camino que alguna vez transitó Butch Cassidy, el legendario bandido norteamericano que llegó a la Patagonia argentina a comienzos del siglo XX para escapar de su país, donde era uno de los hombres más buscados de su época.

Dato extra: Hay una cabalgata nocturna que incluye un asado en el cerro La Cruz. De preferencia, los grupos son de 8 a 10 personas para un servicio personalizado. Ruta 259, kilómetro 7. Mail: chacralosalamos@yahoo.com.ar

EL PARAÍSO DE LOS ESCALADORES

En medio de la estepa patagónica, en la provincia de Chubut, una piedra de 240 metros de alto se levanta completamente sola, apenas rodeada por pequeños arbustos.

Piedra Parada, como se conoce, es lo que quedó de la lava expulsada por un volcán -que ya no existe- y que avanzó por el valle hace millones de años. Ahora, es un área natural protegida y uno de los secretos mejor guardados de los escaladores que vienen de distintas partes del mundo para subirla. Esto, desde que la competencia Petzl Roc Trip -una de las pruebas de escalada más importantes del mundo- eligió a Piedra Parada en 2012 como sede del encuentro.

Parte de esa competencia también se realizó en el cañadón La Buitrera, ubicado a solo unos metros de ahí (se puede ir caminando), y que en algo recuerda al Gran Cañón del Colorado por sus paredes de hasta 200 metros de altura, ideales para escalar. Incluso en familia, como lo hacen Merlín Lipshitz y sus dos hijos, de 6 y 10 años, que esta tarde suben El Alero, una pared de mediana dificultad. En esta misma pared también se puede visitar un sitio arqueológico donde en 1979 se encontraron instrumentos de más de 5 mil años de antigüedad, de pueblos nómades previos a los tehuelches.

Dato extra: Desde Esquel se toma la ruta 40, y a los 23 kilómetros, la ruta 12, que llega hasta la localidad de Gualjaina. Desde ahí son 30 kilómetros a Piedra Parada. Más información, Esquel.tur.ar

EL PINOT NOIR DE LA PATAGONIA

Partió como el sueño de su fundador, Sergio Rodríguez, que dejó hace ocho años su vida de Buenos Aires para vivir, junto a su hijo Emmanuel, en Trevelin, localidad a 25 kilómetros de Esquel. Entre ambos tardaron dos años en sacar toda la rosa mosqueta que inundaba el terreno de cuatro hectáreas que habían comprado, y así, de a poco, le dieron forma. "Un día miré la loma y pensé: '¿Y por qué no un viñedo?'. Viví en Europa cuando era chef y había visto que en unas ciudades del norte de Alemania se hacía vino, y bueno...", dice Sergio ahora. Y bueno, así nació Viñas del Nant y Fall (el nombre es por el arroyo que riega el valle), que el año pasado lanzó 200 botellas de su primera cosecha de pinot noir, la que este año llegará a las 2 mil botellas. Otras variedades que están trabajando aquí son gewürztraminer -de origen italiano y registrada en Alemania-, riesling -cepa alemana- y chardonnay. "Nos quedan solo tres botellas de la primera cosecha. La última la vamos a devolver a la tierra, en señal de agradecimiento", dice Sergio con notorio orgullo.

Dato extra: En Viñas del Nant y Fall también hay un espacio para instalarse con motorhome o carpa, que tiene desde servicios básicos hasta un taller con herramientas y una huerta orgánica para los pasajeros. También se puede hacer pesca con mosca. Más información: cocineros@yahoo.com.ar

EL PUEBLO DEL MOLINO

A los 18 años, Mervyn Evans vio cómo su padre vendía el terreno, entre Trevelin y Esquel, donde había crecido. Ahí pasó su infancia, jugando entre los restos de un molino de los años 30.

Tras eso, Mervyn empezó a comprar partes de otros molinos antiguos de la zona, para reconstruir el suyo en una nueva estancia. "Llegué a mi casa con dos piedras y gran entusiasmo", le dice Mervyn a la decena de turistas que hoy visita su molino-museo Nant Fach (CPatagonia.com/trevelin/molino). Este funciona con agua, igual que los antiguos, e incluso como esos, se usa para producir harina y avena.

Mervyn, como muchos habitantes de Chubut, viene de una larga tradición de galeses que llegaron a las costas de Argentina a finales del siglo XIX, escapando de ataques de los ingleses. "Se trata de recuperar lo que se ha perdido", dice Mervyn, mientras camina entre los andamiajes de lo que pronto será un pequeño pueblo inspirado en las construcciones de esos colonos europeos. Su molino, mientras tanto, también cuenta con una habitación decorada con objetos originales galeses. Además, el propio Mervyn hace recorridos guiados que le dan otro sentido a lo que es la vida en Trevelin, localidad cuyo nombre significa, precisamente, "pueblo de molino" en galés.

Dato extra: Para entender mejor la historia de Chubut y de los colonos galeses, el Museo Regional Trevelin (que antes era el Molino Andes, el primero de Trevelin, y a partir del cual se funda esta ciudad) es una muy buena opción (Trevelin.gob.ar).


UN FERROCARRIL QUE ES LEYENDA

La Trochita. Así la llaman los argentinos desde su primer viaje en 1945. Otros la presentan como "el Viejo Expreso Patagónico", debido al libro que se llama igual, del escritor norteamericano Paul Theroux, publicado en 1975 y donde relata su viaje desde Massachusetts a Esquel en varios trenes.

Hoy, La Trochita ya no recorre los 402 kilómetros que hacía hasta 1993, pero la emoción de los pasajeros parece intacta. A las 9:45 de la mañana -15 minutos exactos antes de su salida-, esta locomotora se hace notar lanzando columnas de vapor al aire y haciendo sonar su silbato, sonido que los esquelenses conocen bien. Los pasajeros se acercan para sacarse fotos como si se tratara de un rockstar.

Esta vez, el circuito es de 18 kilómetros desde Esquel a Nahuel Pan, una localidad mapuche-tehuelche a la que se llega luego de una hora de viaje. Ahí, el tren se detiene 30 minutos para que los pasajeros puedan conocer la artesanía local, un museo dedicado a la unión de las culturas y algo de la comida típica. En el viaje mismo vale la pena tomar un chocolate caliente en el coche comedor, junto con cualquiera de las tartas que ofrecen. Así, la sensación de estar en otra época -cuando los trenes permitían conectar a la Patagonia con Massachusetts- es por una hora mucho más real.


Dato extra: En temporada, La Trochita sale de lunes a sábado, dos veces al día (a las 10 y 14 horas). El resto del año funciona solo los sábados a las 10 de la mañana. El ticket se puede comprar en la misma estación o en agencias como Patagonia Verde (Patagonia-Verde.com.ar) y Limits Adventure (LimitsAdventure.com.ar). Lo importante es comprarlos con al menos dos días de anticipación.

ADRENALINA EN LA MONTAÑA

A 1.430 metros de altura, en pleno cordón Esquel, y a solo 12 kilómetros de la ciudad, está el Centro de Actividades de Montaña, más conocido como La Hoya, el segundo centro de esquí creado en Argentina: fue fundado en 1974, aunque ya en los años 30 funcionaba gracias a los mismos vecinos de la localidad, que subían en camiones y lo conocían por otro nombre: Pirrén Challá, que en mapudungún significa "hondonada nevada".

Esta temporada termina después del feriado del 12 de octubre. Tiene 30 pistas, 11 andariveles -que operan de 9 de la mañana a 5 de la tarde todos los días- y una escuela de esquí y snowboard para todos los niveles, donde hacen clases privadas o grupales.

Dato extra: Más información, en la web SkiLaHoya.com o al mail info@skilahoya.com

DATOS PRÁCTICOS

Llegar

Desde Santiago se vuela a Buenos Aires, y de ahí a Esquel: cada vuelo toma dos horas aproximadamente. La alternativa por tierra sería viajar en auto a Osorno y cruzar ahí a La Angostura por el paso fronterizo Cardenal Antonio Samoré, para llegar de ahí a Esquel. Otra opción es viajar hasta Futaleufú y cruzar por el Paso Futaleufú.

Dormir

Las Bayas: Es el único hotel boutique de Esquel. Tiene solo 10 habitaciones y en su restaurante hay una variada carta de carnes, pastas y mariscos, además de cervezas locales y vinos. Más información, LasBayasHotel.com

Sol del Sur: Ideal para quienes prefieren quedarse en el centro de la ciudad. Con desayuno incluido, tiene además un buen restaurante y su propia cafetería. SolDelSurHotel.com.ar

Comer

Casa de té Nain Maggie: Para comer como lo hacían los colonos, en Trevelin (a 25 kilómetros de Esquel), esta casa de té tiene una notable torta negra, como la que hacían los antiguos galeses para sus fiestas y Navidad (NainMaggie.com).

Legua 50: Este restaurante es notoriamente ecléctico y, lo que importa, tiene buenos platos (Facebook.com/Legua50).

Don Chiquino: Pura tradición italiana en pastas, servidas sobre mesas con manteles a cuadro y con harto adorno en sus paredes, que son como una experiencia aparte (Facebook.com/DonChiquinoEsquel).

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