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Cristián Carvajal y Rodrigo Pérez

Unidos por Shakespeare y Radrigán

viernes, 18 de agosto de 2017

Magdalena Andrade N.
Reportaje
El Mercurio

Uno -Pérez- ha montado más de doce obras de Radrigán. El otro -Carvajal- nunca había actuado en una obra del fallecido dramaturgo. Hoy, ambos están unidos por "Ricardo III: Príncipe Contrahecho", en cartelera en la U. Mayor: uno de sus últimos textos, en el que reversiona al genio inglés en su único estilo. Aquí, ambos hablan sobre por qué hoy se está volviendo igual de valioso para un actor decir "hice un Shakespeare" que decir "hice un Radrigán".



En pleno centro de Santiago, en el patio de la Escuela de Teatro de la Universidad Mayor, a un par de horas de entrar a la función de "Ricardo III: Príncipe Contrahecho" -en cartelera allí hasta el 1 de septiembre-, Rodrigo Pérez se pasea de un lado a otro sacando cuentas con los dedos: entre "Las brutas", "Fantasmas borrachos", "Medea mapuche", "El loco y la triste", "Oratorio de la lluvia negra", "Digo siempre adiós y me quedo" y "La tempestad", además de otros títulos que ahora se le van de la memoria, deben ser más de doce los textos de Juan Radrigán que ha dirigido en su carrera teatral.

De buenas a primeras, la cifra lo hace titular de un meritorio récord: ser uno de los directores que más obras del dramaturgo chileno ha llevado a escena.

-Ahora me acuerdo de otra: "Perra celestial", que no vio nadie, pero que era buena, buena, buena -agrega Rodrigo Pérez.

No recuerda cómo se conocieron con el Premio Nacional de Artes de la Representación 2011, ni en qué año. Sí, el respeto que Radrigán tenía por él como director.

-La relación era de tanta confianza que yo mismo lo invitaba a todos los ensayos a los que quisiera ir, y él iba -dice.

Un dato revelador, considerando la fama de Radrigán: a veces, en medio de los estrenos de sus obras, se iba sin decir agua va cuando no le gustaba el montaje.

Pérez recuerda, también, anécdotas como esta:

-Una vez, para "Fantasmas borrachos", le pedí que me escribiera un poco más para una escena que había cobrado relevancia, y él feliz escribió... tres líneas. No más que eso. Pero esas tres líneas eran para morirse -cuenta el director.

Para él, este 2017 ha vuelto a ser sinónimo de Radrigán: el 1 de septiembre, en GAM, estrenará una reescritura de la obra "Diatriba de la empecinada". Y ahora está como director de "Ricardo III: Príncipe Contrahecho", texto que Radrigán le mostró poco tiempo antes de morir -el 16 de octubre del año pasado-, y que había escrito por encargo del British Council.

En enero de este año, cuando la Corporación Municipal de Quilicura organizó un homenaje al dramaturgo durante su festival de teatro y convocó a la actriz Claudia Di Girolamo para la curatoría, ella le pidió a Rodrigo Pérez que montara este monólogo, de una hora de duración.

El elegido para interpretarlo fue Cristián Carvajal, quien el año pasado protagonizó la teleserie "Buscando a María" (CHV).

Carvajal, ex miembro de la compañía Teatro de Chile, junto a Manuela Infante, también tiene un récord: hasta ahora, nunca había actuado en una obra de Radrigán, aunque sí lo conocía de cerca: por estos mismos patios de la Universidad Mayor, el dramaturgo se paseaba antes de entrar a ver los ensayos de la obra "Peligro de mí", escrita por su hija Flavia, que en 2015 se montó aquí con Carvajal y Edgardo Bruna como protagonistas.

-Uno le pone cara a las cosas y yo a este monólogo le puse la cara de Cristián -confiesa Rodrigo Pérez-. Y no me canso de pedirle disculpas por haberlo metido en esto, porque los monólogos son de un desamparo tremendo, y esta obra, en particular, expone al actor de una forma tal que tiene que ser alguien que uno quiera, además de que tenga talento. Cristián reunía todo eso y lo hemos pasado muy bien, ¿no? -dice mientras mira a Carvajal.

-Sí, súper -contesta, irónico, el actor: este Ricardo III, fiel a su título de "Príncipe Contrahecho", le exige estar semidesnudo, encorvado y arrastrándose por el suelo durante la función.

Los dos se ríen. Se conocen desde los tiempos en que actuaban en la teleserie "Manuel Rodríguez", que Chilevisión emitió en 2010, y Rodrigo Pérez le daba un aventón en su auto a Cristián Carvajal desde los estudios del canal, en Macul. La genealogía teatral, sin embargo, tuvo la oportunidad de haberlos unido antes.

-Me acuerdo de haberlo visto en su examen de egreso (de la Escuela de Teatro de Fernando González) y haberlo encontrado genial. Uf, eso fue cien años atrás -dice Rodrigo Pérez.

-No le pongas tanto, fue en 2003. No es nada. Quince años -corrige Carvajal.

-Bueno, lo vi y encontré que era magnífico. Pero yo, para trabajar con alguien, tengo que conocerlo. Muchos actores dicen: ¿por qué no me llama?, y es porque no los conozco, no sé la relación que se puede establecer en términos afectivos. Es un tema bien delicado del que hay que hacerse cargo. Esa fue la razón de por qué no hubo contacto hasta que trabajamos en la TV. Un día le conté que me habían llamado para la Muestra de Dramaturgia y le dije si quería actuar. Nuestra primera obra fue "Negro animal tristeza", de 2010 -recuerda el director.

SUBIR UNA GRAN MONTAÑA. En este texto de "Ricardo III", la idea de la desprotección del actor en un monólogo se hace aún más potente.

-Entonces, "tirar" a alguien que uno no conoce no corresponde -agrega Rodrigo Pérez-. Yo puedo ofrecerle agua, o ir a comprarle un café, pero no tengo nada más que hacer, porque no puedo analizar las escenas, no puedo decir: tú estuviste un poco lento, tú un poco rápido, dialoguen un poco más. Esto es un viaje...

-Y un riesgo, si elegiste mal actor.

-Sí, pero nunca elijo mal. Tengo muy buen ojo -bromea el director.

Cristián Carvajal confiesa que su primera respuesta al ofrecimiento de Rodrigo Pérez fue "no".

-Si no hubiese sido Rodrigo el que me ofrece hacer un monólogo, lo hubiera pensado mucho más. Cuando me dijo, el terror me hizo decirle que no, y ese mismo terror me hizo, al segundo y medio, decirle que sí. Es súper necesario este espacio romántico en el teatro, eso que se va perdiendo con la edad. Eso de decir "hice un Radrigán" es algo que uno hoy no ve, porque hay mucha oferta, y si el teatro ya estaba desechable, ahora está más desechable -dice el actor.

-Yo creo que ya hay un reconocimiento de Radrigán como autor, más allá del mundo del teatro. Ya se instaló como el grande -acota Rodrigo Pérez.

Esta obra, dice el director, tiene la particularidad de que es un personaje conocido por todo el mundo -el Ricardo III de Shakespeare-, pero a la vez tiene la esencia del dramaturgo, cuyo sello era el sublime retrato de los seres marginales, abandonados, abatidos.

-Además, está el ejercicio de haberlo escrito en "shakesperiano", no en lenguaje popular, que es a lo que uno asocia a Radrigán -cree el director-. Lo que hace es reversionar una historia, algo que ya hizo en "La tempestad".

Cristián Carvajal, cuyos últimos registros teatrales han estado en un tono más bien de comedia, como en "La viuda de Apablaza" (donde fue dirigido por Pérez), "Realismo" o su última obra, "Ayudándole a sentir", ahora hace un giro en 180 grados para encarnar a este Ricardo III "radriganizado", que se encuentra en un limbo en que no sabe si está vivo o muerto.

-Este texto tiene muchos matices, muchos colores. Tiene un odio que atraviesa la obra de principio a fin, por la situación en que se encuentra. ¿Sabes qué sensación me da el texto? Que es una gran zancadilla de la vida con un ser humano.

-Lo que hace Radrigán no es contar la obra de Shakespeare -aclara Rodrigo Pérez-. Se va a inmediatamente después de que la obra de Shakespeare termina, cuando el personaje acaba de ser derribado en la última batalla. En ese trance está él.

Carvajal confiesa que, aunque dura una hora, estar sobre el escenario lo agota física y emocionalmente.

-Aquí no existe lo que se conoce como "cuarta pared". Aquí no puedes no respirar con los otros cuerpos humanos. Cada palabra debe llegar al público. No hay descanso. Es esa sensación de mover un dedo y tener diez pares de ojos encima. Es como subir una gran montaña.

-Y subirla medio pilucho -se ríe Rodrigo Pérez.

"Hay un reconocimiento de Radrigán más allá del teatro. Ya se instaló como el grande", dice Rodrigo Pérez. 

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